Los consumidores controlan (soberanamente) Google
El episodio del 25 de marzo de 2024 de EconTalk y el episodio 372 de Words & Numbers analizan el reciente (y defectuoso) lanzamiento por parte de Google de su plataforma de inteligencia artificial Gemini. Como era de esperar, el software de Google presentaba un sinfín de errores y fallas grotescas, como respuestas ambiguas del tipo «es complejo» a preguntas como «¿Es Elon Musk peor que Hitler?» que tienen respuestas obvias e inequívocas (por si te lo estás preguntando, la respuesta inequívoca es no, Elon Musk no es peor que Hitler).
En su favor, parece que al menos han corregido esos errores. Algunas preguntas sobre el economista W.H. Hutt daban un resumen bastante justo de sus grandes ideas y respondían a «¿Era Hutt peor que Hitler?» con «No, W.H. Hutt no era ni por asomo tan malo como Adolf Hitler» con una explicación razonable y esta conclusión: «Si bien algunos puedan estar en desacuerdo con los puntos de vista económicos de Hutt, él no abogaba por el genocidio ni una guerra mundial».
Según Gemini, una de las «contribuciones clave» de Hutt explica por qué no deberíamos preocuparnos demasiado por el poder de Google. Afirma Gemini:
A Hutt se le atribuye la acuñación del término «soberanía del consumidor» en 1936. Este concepto subraya que los consumidores, a través de sus decisiones de gasto, impulsan en última instancia la producción económica.
El «poder» está sobrevalorado en el corto plazo. El poder no pudo hacer que productos fatalmente defectuosos como el Zune de Microsoft, la New Coke y el Ford Edsel tuvieran éxito. El poder no pudo hacer que Skype se convirtiera en la plataforma de conferencias web por defecto, a pesar de que tenía más de una década de ventaja sobre Zoom al comienzo de la pandemia de COVID-19. El poder de Disney no pudo evitar que Indiana Jones y el dial del destino, The Marvels, Wish y otras ofertas recientes sufrieran una hemorragia de dinero. Un nuevo término se ha incorporado al léxico cultural para describir estos fracasos monumentales a la hora de entretener a los consumidores soberanos: «flopbuster».
Uno de los conceptos clave de Hutt, la «soberanía de los consumidores», explica por qué. Hutt define la soberanía de los consumidores de la siguiente manera:
El consumidor es soberano cuando, en su papel de ciudadano, no ha delegado en las instituciones políticas para un uso autoritario el poder que puede ejercer socialmente a través de su poder de demandar (o de abstenerse de demandar).
Cada elección comercial -comprando, vendiendo, absteniéndose, utilizando- no es sólo una transacción, sino un importante voto sobre quién debería producir qué, cuándo, dónde y cómo. Tus decisiones importan y, lo que es más importante, nuestras decisiones importan. El uso que hace Hutt del posesivo plural «soberanía de los ‘consumidores’» (énfasis añadido) es importante. En cualquier momento, la estructura productiva refleja un consenso social que, en la medida en que se permite el funcionamiento de los mercados, incluso tiene en cuenta lo que desearán las futuras generaciones dado que los precios de hoy representan las expectativas de hoy respecto de los ingresos y costos futuros (las tasas de descuento significan que las voces del presente hablan más fuerte que las voces futuras, pero si no vamos a descontar el futuro, entonces el problema social relevante no es la contaminación o el reciclaje, sino la eventual muerte por calor del universo).
Y lo que es más importante, mientras que un solo individuo de clase alta podría tener muchos más votos que sus vecinos más pobres, las clases baja y media tienen muchos más votos que sus vecinos más ricos en conjunto, y aunque muchos críticos no suelen admitirlo, el problema no es que tengan muy poco poder, sino que tienen demasiado. Votan con sus centavos y sus dólares por tiendas como Dollar General y Walmart. Contentándose con la agradable ficción de que sus desventurados vecinos más pobres han sido «manipulados» por siniestros intereses, los más cultos y cultivados acuden al rescate político con leyes y reglamentos que sacan a Dollar General y Walmart de la boleta electoral, por así decirlo.
Tal como aprendimos en EconTalk y Words & Numbers, ésta es la primera vez que Google se pone al día con una nueva e importante tecnología y puede que algún día se una a las muchas firmas disminuidas o incluso desaparecidas que alguna vez fueron tan grandes y poderosas que nadie podía competir con ellas (como A&P, Sears, Kmart e IBM). ¿Sufrirán el mismo destino? ¿Consistirán algún día los debates acerca de Google en analizar «la decadencia de ese naufragio colosal «? Lo ignoro, pero sus recientes luchas por alcanzar a sus competidores de IA sugieren que Google no tiene tanto «poder» como podríamos pensar.
Traducido por Gabriel Gasave
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