Cualquiera que estuviese familiarizado con el prejuicio en contra de los hombres del New York Times no fue sorprendido por el escándalo de Jayson Blair, en el cual el reportero falsificó descaradamente las historias durante años. El Times es notorio por inclinarse hacia el genero femenino en informes soslayados y unilaterales. La sistemática deshonestidad exhibida por el escándalo Blair no fue un incidente aislado. Cuando se trata de la cobertura de los hombres, la misma parece ser la política en la Dama Gris*.
Tal vez no podía esperarse otra cosa de la conducción del editor Arthur Sulzberger, Jr. El libro de Edwin Diamond “Behind the Times” cita a Sulzberger, a quien atribuye esta afirmación: “No podemos ofrecerle ya más a nuestros lectores una visión predominantemente blanca, recta y masculina de los acontecimientos.”
La ex reportera del Times Nan Robertson explica que Sulzberger se considera a sí mismo un feminista y destaca su profunda admiración por la autora Marilyn French, afamada golpeadora de hombres. En su libro The War Against Women, French sostiene: “La necesidad de los hombres de dominar a las mujeres puede estar basada en su propio sentido de la marginalidad o del vacío; no conocemos su raíz, y los hombres no están haciendo ningún esfuerzo por descubrirla.”
Durante años, el Times—el “periódico de archivo” de los Estados Unidos—ha sido un vehículo para la corrección política tanto de maneras sutiles como evidentes. Examinar sus políticas proporciona una ventana interesante al prejuicio anti- hombre y liberal en la mayoría de los medios de prensa actuales.
Esas políticas disponen:
1) Quién es contratado.
En un artículo titulado “The Degradation of the New York Times,” Joseph Epstein—ex director del American Scholar—escribe, “las verdaderas políticas del New York Times deben ser encontradas en el trabajo acerca de las cuestiones del feminismo, el racismo, la homosexualidad—aglutinadas generalmente a través del totem de la ‘diversidad,’ a la cual, reforzada por la corrección política, yo prefiero considerarla como un pluralismo totalitario.” Epstein agrega: “La forma con la cual Sulzberger ha sostenido su convicción no es solamente a través de los escritos que él publica sino también mediante las prácticas de contratación y de promoción dentro del diario.”
No sorprende que Blair fuese perdonado una y otra vez por sus gruesas inexactitudes y la fabricación insustancial. La explicación del Director Ejecutivo del Times, Howell Raines fue la de que, “como un hombre blanco de Alabama” le dio a Blair demasiadas oportunidades. ¿No se le daría a otro reportero, si fuese también un hombre blanco de Alabama, alguna oportunidad?
2) Qué historias reciben cobertura.
El libro iconoclasta de William McGowan Coloring the News efectúa una crónica de las distorsiones de los medios causadas por la corrección política. McGowan es especialmente crítico con el Times, el cual en su cruzada por la “diversidad” y la sensibilidad hacia las minorías, ha sacrificado tanto a la exactitud como a la cobertura equilibrada. Por ejemplo, puntualiza: “El New York Times presenta un largo y admirador artículo identificando a Patrick Chavis, un doctor negro de Los Ángeles, como evidencia de que la acción afirmativa en las escuelas médicas está funcionando del modo en que fue pensada, llevando a buenos doctores a los barrios minoritarios. Más tarde, tras muchas operaciones fallidas y la muerte de un paciente, Chavis pierde su licencia. El Times nunca lo reporta.”
3) Cómo los estudios y las estadísticas son informadas.
En su artículo “Unfit to Print: Case Study in Deceit at the New York Times,” el activista por los derechos de los hombres Carey Roberts describió la mala representación de un informe de la Oficina General de Contabilidad (GAO su sigla en inglés) sobre la situación de las investigaciones sobre la salud de las mujeres en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH su sigla en inglés).
La sección del estudio sobre la “Síntesis de los Resultados” (Págs. 6-7) ofrece sus conclusiones: “En la última década, los NIH han hecho un significativo progreso en la implementación de una política consolidada de incluir a las mujeres en la investigación clínica…. Más del 50 por ciento de los participantes en los estudios de investigaciones clínicas que los NIH financiaron durante el ejercicio fiscal 1997 fueron mujeres, según los NIH. Incluso cuando los estudios con protocolos de solamente mujeres o de solamente varones son removidos de la información, la proporción de mujeres participantes excedió el 50 por ciento.”
El informe de la GAO muestra que los NIH descuidaron realmente la salud de los hombres en 1997. Por ejemplo, los hombres constituyeron solamente el 37% de los participantes en los estudios de investigación extramuros (Cuadro 1); 740 estudios de solamente mujeres fueron financiados, pero solamente 244 de solamente varones (Tabla 2). Sin embargo, la historia del Times—escrita por un reportero médico quien debería saber como leer los estudios de los NIH—llevaba el titular de “Investigación Descuida a las Mujeres…” El menosprecio por los hombres no fue mencionado.
Tales posiciones en el poderoso Times tienen impacto en el mundo real. Como Roberts lo precisa, “respondiendo al clamor del público sobre la fabricada ‘negligencia’ en la salud de las mujeres, la Ley de la Oficina de Salud de las Mujeres, S. 2675, fue introducida en las sesiones del Congreso 106º. La ley fue leída el 6 de junio de 2000, apenas cinco semanas después de que apareciera el artículo del Times.”
4) Qué libros son comentados.
En su libro Women Can’t Hear What Men Don’t Say, el autor Warren Farrell documenta cuidadosamente el prejuicio extremo con el cual la excesivamente influyente sección Times Book Review elige los títulos para poner de relieve. Farrell escribe: las “odia-hombres como Marilyn French y Andrea Dworkin” tienen “cada libro que escriben comentado mientras que los libros escritos por hombres que articulan cuestiones de los hombres adultos con compasión y que critican la perspectiva feminista no tienen ningunos de esos libros revistos.”
Farrell comenta sobre el impacto del prejuicio del NYT. “Cuando The New York Times Book Review ignora a un libro, el mismo envía un mensaje: ‘Usted no es uno de los jugadores.’ Otros medios toman la señal. Cuando el mismo ignora sistemáticamente a los libros con un punto de vista sobre una cuestión y ofrece revisiones dobles de los libros con la perspectiva opuesta, la violación no es tan sólo la de la ética periodística, sino la de la responsabilidad del poder.”
El Times ya no es más un jugador en cualquier equipo que valore la verdad, la exactitud, o a los hombres. La Vieja Dama Gris es como la Vieja Yegua Gris… no es lo que solía ser. Ponerla a pastar sería una amabilidad.
*Nota del Traductor:
“La Vieja Dama Gris” (“The Old Gray Lady”) es el añejo apodo con el que se conoce al periódico The New York Times, el cual fue acuñado antes de la llegada del color a sus páginas.
Traducido por Gabriel Gasave
El anti-masculino New York Times
Cualquiera que estuviese familiarizado con el prejuicio en contra de los hombres del New York Times no fue sorprendido por el escándalo de Jayson Blair, en el cual el reportero falsificó descaradamente las historias durante años. El Times es notorio por inclinarse hacia el genero femenino en informes soslayados y unilaterales. La sistemática deshonestidad exhibida por el escándalo Blair no fue un incidente aislado. Cuando se trata de la cobertura de los hombres, la misma parece ser la política en la Dama Gris*.
Tal vez no podía esperarse otra cosa de la conducción del editor Arthur Sulzberger, Jr. El libro de Edwin Diamond “Behind the Times” cita a Sulzberger, a quien atribuye esta afirmación: “No podemos ofrecerle ya más a nuestros lectores una visión predominantemente blanca, recta y masculina de los acontecimientos.”
La ex reportera del Times Nan Robertson explica que Sulzberger se considera a sí mismo un feminista y destaca su profunda admiración por la autora Marilyn French, afamada golpeadora de hombres. En su libro The War Against Women, French sostiene: “La necesidad de los hombres de dominar a las mujeres puede estar basada en su propio sentido de la marginalidad o del vacío; no conocemos su raíz, y los hombres no están haciendo ningún esfuerzo por descubrirla.”
Durante años, el Times—el “periódico de archivo” de los Estados Unidos—ha sido un vehículo para la corrección política tanto de maneras sutiles como evidentes. Examinar sus políticas proporciona una ventana interesante al prejuicio anti- hombre y liberal en la mayoría de los medios de prensa actuales.
Esas políticas disponen:
1) Quién es contratado.
En un artículo titulado “The Degradation of the New York Times,” Joseph Epstein—ex director del American Scholar—escribe, “las verdaderas políticas del New York Times deben ser encontradas en el trabajo acerca de las cuestiones del feminismo, el racismo, la homosexualidad—aglutinadas generalmente a través del totem de la ‘diversidad,’ a la cual, reforzada por la corrección política, yo prefiero considerarla como un pluralismo totalitario.” Epstein agrega: “La forma con la cual Sulzberger ha sostenido su convicción no es solamente a través de los escritos que él publica sino también mediante las prácticas de contratación y de promoción dentro del diario.”
No sorprende que Blair fuese perdonado una y otra vez por sus gruesas inexactitudes y la fabricación insustancial. La explicación del Director Ejecutivo del Times, Howell Raines fue la de que, “como un hombre blanco de Alabama” le dio a Blair demasiadas oportunidades. ¿No se le daría a otro reportero, si fuese también un hombre blanco de Alabama, alguna oportunidad?
2) Qué historias reciben cobertura.
El libro iconoclasta de William McGowan Coloring the News efectúa una crónica de las distorsiones de los medios causadas por la corrección política. McGowan es especialmente crítico con el Times, el cual en su cruzada por la “diversidad” y la sensibilidad hacia las minorías, ha sacrificado tanto a la exactitud como a la cobertura equilibrada. Por ejemplo, puntualiza: “El New York Times presenta un largo y admirador artículo identificando a Patrick Chavis, un doctor negro de Los Ángeles, como evidencia de que la acción afirmativa en las escuelas médicas está funcionando del modo en que fue pensada, llevando a buenos doctores a los barrios minoritarios. Más tarde, tras muchas operaciones fallidas y la muerte de un paciente, Chavis pierde su licencia. El Times nunca lo reporta.”
3) Cómo los estudios y las estadísticas son informadas.
En su artículo “Unfit to Print: Case Study in Deceit at the New York Times,” el activista por los derechos de los hombres Carey Roberts describió la mala representación de un informe de la Oficina General de Contabilidad (GAO su sigla en inglés) sobre la situación de las investigaciones sobre la salud de las mujeres en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH su sigla en inglés).
La sección del estudio sobre la “Síntesis de los Resultados” (Págs. 6-7) ofrece sus conclusiones: “En la última década, los NIH han hecho un significativo progreso en la implementación de una política consolidada de incluir a las mujeres en la investigación clínica…. Más del 50 por ciento de los participantes en los estudios de investigaciones clínicas que los NIH financiaron durante el ejercicio fiscal 1997 fueron mujeres, según los NIH. Incluso cuando los estudios con protocolos de solamente mujeres o de solamente varones son removidos de la información, la proporción de mujeres participantes excedió el 50 por ciento.”
El informe de la GAO muestra que los NIH descuidaron realmente la salud de los hombres en 1997. Por ejemplo, los hombres constituyeron solamente el 37% de los participantes en los estudios de investigación extramuros (Cuadro 1); 740 estudios de solamente mujeres fueron financiados, pero solamente 244 de solamente varones (Tabla 2). Sin embargo, la historia del Times—escrita por un reportero médico quien debería saber como leer los estudios de los NIH—llevaba el titular de “Investigación Descuida a las Mujeres…” El menosprecio por los hombres no fue mencionado.
Tales posiciones en el poderoso Times tienen impacto en el mundo real. Como Roberts lo precisa, “respondiendo al clamor del público sobre la fabricada ‘negligencia’ en la salud de las mujeres, la Ley de la Oficina de Salud de las Mujeres, S. 2675, fue introducida en las sesiones del Congreso 106º. La ley fue leída el 6 de junio de 2000, apenas cinco semanas después de que apareciera el artículo del Times.”
4) Qué libros son comentados.
En su libro Women Can’t Hear What Men Don’t Say, el autor Warren Farrell documenta cuidadosamente el prejuicio extremo con el cual la excesivamente influyente sección Times Book Review elige los títulos para poner de relieve. Farrell escribe: las “odia-hombres como Marilyn French y Andrea Dworkin” tienen “cada libro que escriben comentado mientras que los libros escritos por hombres que articulan cuestiones de los hombres adultos con compasión y que critican la perspectiva feminista no tienen ningunos de esos libros revistos.”
Farrell comenta sobre el impacto del prejuicio del NYT. “Cuando The New York Times Book Review ignora a un libro, el mismo envía un mensaje: ‘Usted no es uno de los jugadores.’ Otros medios toman la señal. Cuando el mismo ignora sistemáticamente a los libros con un punto de vista sobre una cuestión y ofrece revisiones dobles de los libros con la perspectiva opuesta, la violación no es tan sólo la de la ética periodística, sino la de la responsabilidad del poder.”
El Times ya no es más un jugador en cualquier equipo que valore la verdad, la exactitud, o a los hombres. La Vieja Dama Gris es como la Vieja Yegua Gris… no es lo que solía ser. Ponerla a pastar sería una amabilidad.
*Nota del Traductor:
“La Vieja Dama Gris” (“The Old Gray Lady”) es el añejo apodo con el que se conoce al periódico The New York Times, el cual fue acuñado antes de la llegada del color a sus páginas.
Traducido por Gabriel Gasave
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