Los recientemente desclasificados juicios de la CIA sobre la probabilidad del uso por parte de Irak de armas de destrucción masiva socavaron seriamente el argumento de la administración Bush para atacar Irak. La CIA observó que Irak parece en la actualidad estar disuadida de iniciar ataques terroristas contra los Estados Unidos con armas convencionales, biológicas o químicas. Pero si los Estados Unidos invaden Irak y procuran deponer a Hussein, la CIA concluyó que él estaría más proclive a conducir tales ataques. De hecho, según el análisis de la CIA, Hussein podría decidir que la acción extrema de ayudar a los terroristas radicales islámicos para efectuar un ataque biológico o químico contra los Estados Unidos sería su ultima oportunidad para vengarse al arrastrar a una gran cantidad de víctimas estadounidenses con él. La ahora desclasificada evaluación de la CIA confirma lo que los opositores a una invasión de Irak por parte de los EE.UU. han estado argumentando en público desde el principio.
La revelación de dicho análisis demuestra que la política de disuasión y de contención de Irak funciona y que una más agresiva política de invasión podría resultar desastrosa. La política de la seguridad nacional del gobierno de los EE.UU. se supone que está pensada para realzar la seguridad de la nación, no para reducirla. Arriesgando ataques terroristas contra los Estados Unidos con armas convencionales, biológicas o químicas simplemente para remover a un bandido que ha sido exitosamente disuadido y contenido por más de una década, es algo que desafía el sentido común.
La disuasión y la contención de Irak debería ser una tarea mucho más manejable que las exitosa disuasión y la contención de una superpotencia rival durante la Guerra Fría—la Unión Soviética—la cual poseía miles de ojivas nucleares y una ideología de expansión comunista mundial. A pesar de la hostilidad entre las superpotencias, los Estados Unidos no lanzaron un ataque contra la Unión Soviética para evitar que se convirtiese en una potencia atómica. Ni tampoco los Estados Unidos atacaron a una China comunista radical bajo Mao Zedong mientras la misma obtenía armas nucleares durante los años 60.
En vez de insistir persistentemente que quienes se oponen a atacar Irak deben probar que el diabólico tirano de Saddam Hussein no lanzaría un ataque no provocado contra los Estados Unidos con armas de destrucción masiva, el presidente podría emplear mejor su tiempo observando los antecedentes históricos y examinando la estructura de incentivos de Hussein (como la CIA al parecer lo ha hecho). De hecho, debido a que el presidente es quién pondrá a los hijos e hijas estadounidenses en la senda del perjuicio, la carga de la prueba se encuentra sobre él para demostrar que no es posible continuar disuadiendo y conteniendo a Hussein.
Saddam fue disuadido durante la guerra del Golfo, y desde entonces, de atacar con armas biológicas o químicas tanto a unos Estados Unidos nuclearmente armados como a Israel. Eso se debe a que, en ese entonces, los Estados Unidos amenazaron con utilizar armas nucleares en respuesta a cualquier uso iraquí de agentes biológicos o químicos. Saddam previamente utilizó armas biológicas y químicas contra los kurdos y los iraníes, pero estos oponentes no poseen enormes arsenales nucleares que pudiesen ser utilizados para una venganza masiva. Incluso en el peor de los casos—si Irak obtiene armas nucleares—los miles de ojivas nucleares en el arsenal de los EE.UU. deberían disuadir a Hussein, quien solamente poseería unas pocas.
Hussein también se ha contenido de entregar o de vender armas biológicas y químicas a los grupos terroristas iraníes y palestinos a los que él apoya. Los grupos terroristas radicales—incluyendo a al Qaeda—en posesión de tales armas y sin un domicilio, podrían poner al gobierno iraquí, el cual tiene una localización conocida y un líder cuya meta fundamental es la supervivencia, en muchos apuros con las grandes potencias. Saddam, siempre paranoico, no ha permitido incluso que sus propias unidades militares regulares posean armas biológicas y químicas, así que es inverosímil que él se las entregue a los terroristas.
En su análisis, la CIA ha aparentemente descubierto dichos desincentivos para el uso o la transferencia iraquí de super-armas. Pero la CIA también entiende que si los Estados Unidos invaden Irak, los incentivos de Hussein cambian dramáticamente para peor. Saddam podría convertirse en una bala perdida y hacer exactamente lo que la administración Bush se encuentra intentando prevenir con una invasión. Bajo la estrategia de la disuasión y de la contención, Saddam es como un león en una jaula. La amenaza que él plantea ha sido circunscrita. Pero el deseo evidente de la administración Bush para una invasión es como ingresar en la jaula con un palillo e intentar matar al león. Los Estados Unidos tienen un palillo grande y pueden matar probablemente al león, pero deben esperar ensangrentarse en el proceso. El ensangrentarse cuando la amenaza se encontraba ya contenida no parece sensible.
¿Pero podrá la pasmosa revelación de la CIA aguar los planes de la invasión? En Washington, el tren de la invasión ha dejado ya la estación y va humeante por la vía. Algunos de los pasajeros más alertas le están diciendo al ingeniero que un camión está bloqueando las vías más adelante, pero el ingeniero insiste en abrir la válvula reguladora aún más. A menos que ocurra algo inverosímil y el tren se detenga, una sangrienta confusión podría sobrevenir.
Traducido por Gabriel Gasave
Contener y disuadir a Saddam
Los recientemente desclasificados juicios de la CIA sobre la probabilidad del uso por parte de Irak de armas de destrucción masiva socavaron seriamente el argumento de la administración Bush para atacar Irak. La CIA observó que Irak parece en la actualidad estar disuadida de iniciar ataques terroristas contra los Estados Unidos con armas convencionales, biológicas o químicas. Pero si los Estados Unidos invaden Irak y procuran deponer a Hussein, la CIA concluyó que él estaría más proclive a conducir tales ataques. De hecho, según el análisis de la CIA, Hussein podría decidir que la acción extrema de ayudar a los terroristas radicales islámicos para efectuar un ataque biológico o químico contra los Estados Unidos sería su ultima oportunidad para vengarse al arrastrar a una gran cantidad de víctimas estadounidenses con él. La ahora desclasificada evaluación de la CIA confirma lo que los opositores a una invasión de Irak por parte de los EE.UU. han estado argumentando en público desde el principio.
La revelación de dicho análisis demuestra que la política de disuasión y de contención de Irak funciona y que una más agresiva política de invasión podría resultar desastrosa. La política de la seguridad nacional del gobierno de los EE.UU. se supone que está pensada para realzar la seguridad de la nación, no para reducirla. Arriesgando ataques terroristas contra los Estados Unidos con armas convencionales, biológicas o químicas simplemente para remover a un bandido que ha sido exitosamente disuadido y contenido por más de una década, es algo que desafía el sentido común.
La disuasión y la contención de Irak debería ser una tarea mucho más manejable que las exitosa disuasión y la contención de una superpotencia rival durante la Guerra Fría—la Unión Soviética—la cual poseía miles de ojivas nucleares y una ideología de expansión comunista mundial. A pesar de la hostilidad entre las superpotencias, los Estados Unidos no lanzaron un ataque contra la Unión Soviética para evitar que se convirtiese en una potencia atómica. Ni tampoco los Estados Unidos atacaron a una China comunista radical bajo Mao Zedong mientras la misma obtenía armas nucleares durante los años 60.
En vez de insistir persistentemente que quienes se oponen a atacar Irak deben probar que el diabólico tirano de Saddam Hussein no lanzaría un ataque no provocado contra los Estados Unidos con armas de destrucción masiva, el presidente podría emplear mejor su tiempo observando los antecedentes históricos y examinando la estructura de incentivos de Hussein (como la CIA al parecer lo ha hecho). De hecho, debido a que el presidente es quién pondrá a los hijos e hijas estadounidenses en la senda del perjuicio, la carga de la prueba se encuentra sobre él para demostrar que no es posible continuar disuadiendo y conteniendo a Hussein.
Saddam fue disuadido durante la guerra del Golfo, y desde entonces, de atacar con armas biológicas o químicas tanto a unos Estados Unidos nuclearmente armados como a Israel. Eso se debe a que, en ese entonces, los Estados Unidos amenazaron con utilizar armas nucleares en respuesta a cualquier uso iraquí de agentes biológicos o químicos. Saddam previamente utilizó armas biológicas y químicas contra los kurdos y los iraníes, pero estos oponentes no poseen enormes arsenales nucleares que pudiesen ser utilizados para una venganza masiva. Incluso en el peor de los casos—si Irak obtiene armas nucleares—los miles de ojivas nucleares en el arsenal de los EE.UU. deberían disuadir a Hussein, quien solamente poseería unas pocas.
Hussein también se ha contenido de entregar o de vender armas biológicas y químicas a los grupos terroristas iraníes y palestinos a los que él apoya. Los grupos terroristas radicales—incluyendo a al Qaeda—en posesión de tales armas y sin un domicilio, podrían poner al gobierno iraquí, el cual tiene una localización conocida y un líder cuya meta fundamental es la supervivencia, en muchos apuros con las grandes potencias. Saddam, siempre paranoico, no ha permitido incluso que sus propias unidades militares regulares posean armas biológicas y químicas, así que es inverosímil que él se las entregue a los terroristas.
En su análisis, la CIA ha aparentemente descubierto dichos desincentivos para el uso o la transferencia iraquí de super-armas. Pero la CIA también entiende que si los Estados Unidos invaden Irak, los incentivos de Hussein cambian dramáticamente para peor. Saddam podría convertirse en una bala perdida y hacer exactamente lo que la administración Bush se encuentra intentando prevenir con una invasión. Bajo la estrategia de la disuasión y de la contención, Saddam es como un león en una jaula. La amenaza que él plantea ha sido circunscrita. Pero el deseo evidente de la administración Bush para una invasión es como ingresar en la jaula con un palillo e intentar matar al león. Los Estados Unidos tienen un palillo grande y pueden matar probablemente al león, pero deben esperar ensangrentarse en el proceso. El ensangrentarse cuando la amenaza se encontraba ya contenida no parece sensible.
¿Pero podrá la pasmosa revelación de la CIA aguar los planes de la invasión? En Washington, el tren de la invasión ha dejado ya la estación y va humeante por la vía. Algunos de los pasajeros más alertas le están diciendo al ingeniero que un camión está bloqueando las vías más adelante, pero el ingeniero insiste en abrir la válvula reguladora aún más. A menos que ocurra algo inverosímil y el tren se detenga, una sangrienta confusión podría sobrevenir.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrak
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