Las guerras comerciales del presidente Donald Trump han incrementado los aranceles sobre los productos provenientes de China, México, la Unión Europea, Argentina, Brasil y otros países. ¿Serán aranceles contra Papá Noel lo que siga? Deberían serlo conforme la lógica que justifica estas guerras comerciales.
El presidente Trump ha acusado a otros países y regiones de no “comerciar de manera justa”. En ocasiones afirma que otros países están comerciando de manera injusta al manipular sus monedas para que sus exportaciones resulten más baratas, como lo hizo recientemente con Brasil y Argentina.
En otros casos, la mera presencia de un déficit comercial estadounidense es tomado como una señal de injusticia. Tras reunirse con el presidente francés Emmanuel Macron el pasado verano (boreal), el presidente Trump declaró: “Llegué a la conclusión de que la Unión Europea estaba generando entre 100 y 150 mil millones de dólares (billones en inglés) al año en déficits a los Estados Unidos. Ellos lo estaban generando y nosotros lo estábamos perdiendo, de modo tal que teníamos que hacer algo que fuera justo”.
Según estos estándares, Papá Noel es el comerciante más injusto de todos. Sus elfos fabrican productos en el Polo Norte. No puedo encontrar evidencia alguna en la literatura navideña de que Papá Noel importe alguno de los insumos para este proceso de producción de los Estados Unidos o de cualquier otro lugar con esa finalidad.
En Nochebuena su trineo cruza la frontera de los Estados Unidos sin siquiera pasar por la aduana para “arrojar” sus productos en los hogares de todos los niños y niñas buenos. Papá Noel tiene también el descaro de cobrar un precio subsidiado de cero.
Ningún gobierno se ha atrevido a manipular tanto sus términos de intercambio llegando a brindar a los estadounidenses productos de forma gratuita. Los individuos en los distintos países por lo menos adquieren algo de los productores estadounidenses. No ocurre eso con el viejo y alegre San Nicolás. ¿Por qué la doble moral para con este gran comerciante desleal del Polo Norte? Los principios económicos son los mismos que para con los países a los que Trump les ha impuesto aranceles.
Los niños a lo largo de todo nuestro país se benefician de las prácticas comerciales “injustas” de Papá Noel precisamente de la misma manera que los consumidores estadounidenses se benefician de las prácticas comerciales “injustas” de otros países que hacen que sus exportaciones a los Estados Unidos resulten menos costosas.
Pero los productores de juguetes estadounidenses se ven perjudicados por las prácticas comerciales injustas de Papá Noel precisamente de la misma manera que las empresas e industrias estadounidenses que compiten con las importaciones se ven perjudicadas por las prácticas comerciales “injustas” de los países extranjeros.
No obstante, el perjuicio a una empresa o industria estadounidense en particular no es lo mismo que el perjuicio neto a todo Estados Unidos. El comercio “injusto” de Papá Noel con los Estados Unidos hace que la industria estadounidense del juguete sea más pequeña de lo que sería de otra manera.
Pero eso, a su vez, libera mano de obra y capital estadounidense hacia otras industrias que elaboran productos para nosotros los adultos. En general tanto los niños como los adultos en los Estados Unidos tienen más cosas como resultado del comercio “injusto” de Papá Noel. Lo mismo ocurre cuando otros países practican un comercio “injusto”.
Si el Dr. Seuss fuera economista podría haber hecho que el Grinch impusiera aranceles prohibitivos a las exportaciones del Polo Norte en lugar de correr por toda la ciudad de Whoville para robar todos los regalos en Nochebuena. En cualquier caso Whoville sería más pobre.
Hasta donde sé, el presidente Trump no ha propuesto gravar a Papá Noel pero ha impuesto aranceles a países que exportan los regalos de Navidad que nos damos unos a otros. Como resultado, habrá menos y más costosos regalos al pie de todos nuestros arbolitos.
El Grinch del Dr. Seuss finalmente cambió de parecer y devolvió todos los regalos a Whoville. El presidente Trump debería hacer lo mismo por los estadounidenses poniendo fin a sus guerras comerciales.
Traducido por Gabriel Gasave
Aranceles navideños para Papá Noel
Las guerras comerciales del presidente Donald Trump han incrementado los aranceles sobre los productos provenientes de China, México, la Unión Europea, Argentina, Brasil y otros países. ¿Serán aranceles contra Papá Noel lo que siga? Deberían serlo conforme la lógica que justifica estas guerras comerciales.
El presidente Trump ha acusado a otros países y regiones de no “comerciar de manera justa”. En ocasiones afirma que otros países están comerciando de manera injusta al manipular sus monedas para que sus exportaciones resulten más baratas, como lo hizo recientemente con Brasil y Argentina.
En otros casos, la mera presencia de un déficit comercial estadounidense es tomado como una señal de injusticia. Tras reunirse con el presidente francés Emmanuel Macron el pasado verano (boreal), el presidente Trump declaró: “Llegué a la conclusión de que la Unión Europea estaba generando entre 100 y 150 mil millones de dólares (billones en inglés) al año en déficits a los Estados Unidos. Ellos lo estaban generando y nosotros lo estábamos perdiendo, de modo tal que teníamos que hacer algo que fuera justo”.
Según estos estándares, Papá Noel es el comerciante más injusto de todos. Sus elfos fabrican productos en el Polo Norte. No puedo encontrar evidencia alguna en la literatura navideña de que Papá Noel importe alguno de los insumos para este proceso de producción de los Estados Unidos o de cualquier otro lugar con esa finalidad.
En Nochebuena su trineo cruza la frontera de los Estados Unidos sin siquiera pasar por la aduana para “arrojar” sus productos en los hogares de todos los niños y niñas buenos. Papá Noel tiene también el descaro de cobrar un precio subsidiado de cero.
Ningún gobierno se ha atrevido a manipular tanto sus términos de intercambio llegando a brindar a los estadounidenses productos de forma gratuita. Los individuos en los distintos países por lo menos adquieren algo de los productores estadounidenses. No ocurre eso con el viejo y alegre San Nicolás. ¿Por qué la doble moral para con este gran comerciante desleal del Polo Norte? Los principios económicos son los mismos que para con los países a los que Trump les ha impuesto aranceles.
Los niños a lo largo de todo nuestro país se benefician de las prácticas comerciales “injustas” de Papá Noel precisamente de la misma manera que los consumidores estadounidenses se benefician de las prácticas comerciales “injustas” de otros países que hacen que sus exportaciones a los Estados Unidos resulten menos costosas.
Pero los productores de juguetes estadounidenses se ven perjudicados por las prácticas comerciales injustas de Papá Noel precisamente de la misma manera que las empresas e industrias estadounidenses que compiten con las importaciones se ven perjudicadas por las prácticas comerciales “injustas” de los países extranjeros.
No obstante, el perjuicio a una empresa o industria estadounidense en particular no es lo mismo que el perjuicio neto a todo Estados Unidos. El comercio “injusto” de Papá Noel con los Estados Unidos hace que la industria estadounidense del juguete sea más pequeña de lo que sería de otra manera.
Pero eso, a su vez, libera mano de obra y capital estadounidense hacia otras industrias que elaboran productos para nosotros los adultos. En general tanto los niños como los adultos en los Estados Unidos tienen más cosas como resultado del comercio “injusto” de Papá Noel. Lo mismo ocurre cuando otros países practican un comercio “injusto”.
Si el Dr. Seuss fuera economista podría haber hecho que el Grinch impusiera aranceles prohibitivos a las exportaciones del Polo Norte en lugar de correr por toda la ciudad de Whoville para robar todos los regalos en Nochebuena. En cualquier caso Whoville sería más pobre.
Hasta donde sé, el presidente Trump no ha propuesto gravar a Papá Noel pero ha impuesto aranceles a países que exportan los regalos de Navidad que nos damos unos a otros. Como resultado, habrá menos y más costosos regalos al pie de todos nuestros arbolitos.
El Grinch del Dr. Seuss finalmente cambió de parecer y devolvió todos los regalos a Whoville. El presidente Trump debería hacer lo mismo por los estadounidenses poniendo fin a sus guerras comerciales.
Traducido por Gabriel Gasave
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