William Donaldson, el presidente de la Securities and Exchange Comission (Comisión de Títulos y Obligaciones Bursátiles o SEC según su sigla en inglés), le acaba de dar a los directores de las compañías estadounidenses una reprimenda. “Deben contar con un código de ética interno que vaya más allá de la letra de la ley para que también abarque al espíritu de la ley,” afirmó. El problema es, ¿Dónde está explicado por escrito el espíritu de la ley, de modo tal que usted sepa lo que es? ¿Vale la ética de la SEC el papel en la cual está escrita o no? O tal vez es obvio que esta ética es: Nada debería hacerse que no se encuentre aprobado por El Regulador.
Creada en 1934, la Securities and Exchange Commission es la madre de todos los reguladores de títulos. La misma posee un presupuesto anual de más de $700 millones y más de 3.100 empleados, incluidos 1.150 abogados en el staff de aplicación. La regulación de los títulos llegó al Canadá algo más tarde. La Ontario Securities Commission fue creada en 1945, y su equivalente de Quebec en 1955. Entre 1945 (la fecha más temprana para la información del CANadian Socioeconomic Information Management o CANSIM sobre la Bolsa de Valores de Montreal o MSE) y 1955, el valor de las acciones negociadas se incrementó un 308% en la MSE, comparado con el 134% en todas las bolsas de los EE.UU.. ¡Nada mal para un mercado sin un regulador gubernamental!
Los mercados financieros de los EE.UU. no le deben su supremacía a la SEC. Como fuera destacado por Paul Mahoney de la Escuela de Leyes de la University of Virginia, “Después de la Primera Guerra Mundial y bien antes de la legislación federal de la década de 1930, Nueva York asumió el liderazgo de los mercados de capitales del mundo.” La Ley de Títulos de 1933 y la Ley de Títulos y Obligaciones Bursátiles de 1934 fueron justificadas de manera oficial por el objetivo de prevenir el fraude en las ofertas de títulos, pero es significativo que las mismas llegaron con la conmoción de las regulaciones y de las agencias del New Deal. Antes de eso, las bolsas de valores poseían sus propias y privadas reglas, y se aplicaban las reglas del derecho consuetudinario contra el fraude (aunque con un fuerte componente de advertencia al comprador), para no mencionar a la regulación a nivel estadual.
Mediante querellas civiles y procedimientos y ordenes administrativas, la SEC ordena el registro de los títulos, regula el corretaje, la comercialización y la divulgación, y colabora en hacer cumplir la prohibición de la negociación interna. Se encuentra actualmente querellando a Martha Stewart y a su corredor de bolsa en los tribunales civiles. Asusta a las grandes compañías con querellarlas sin juicio: Tan solo recientemente, la Royal Dutch/Shell pagó $120 millones y de Qwest se rumoreaba que estaría considerando un acuerdo de $250 millones. La agencia también impone multas y prohibiciones para funcionar.
La SEC regula a las bolsas de valores, las cuales fueron históricamente organizaciones privadas. La misma incoa demandas civiles contra los infractores de la nueva Ley Sarbanes-Oxley. Brystol-Meyers Squibb se encuentra pagando $150 millones para dirimir un pleito sobre supuesto “fraude” contable, un término que en la actualidad significa todo y a la vez nada. La SEC esta comenzando a regular los fondos cerrados, los cuales, en virtud de su bien conocido riesgo y de sus sofisticados clientes, habían evitado por lejos su regulación.
Ordenando ciertas clases de divulgaciones e impidiendo otras, la SEC se encuentra, de hecho, involucrada en el control de la información y de la expresión.
Durante los “periodos tranquilos” impuestos por la SEC acerca de las Ofertas Públicas Iniciales (IPO como se las conoce en inglés), la información revelada mediante los artículos periodísticos o las entrevistas es considerada como una “oferta escrita” para adquirir acciones. En una reciente conferencia sobre tecnología, un ejecutivo de Google lucía una remera que decía “Periodo Tranquilo. No puedo Responder a Ninguna Pregunta.” Además de Google, otras compañías han tenido problemas con la SEC respecto de entrevistas o publicidad antes de la IPO, incluyendo a Salesforce.com, al Webvan Group y a Discreet Logic con sede en Montreal.
La teoría y la evidencia apuntan a la conclusión de que la regulación estatal de la información financiera es económicamente ineficiente. La prohibición de la negociación interna, la regulación de la divulgación y la concentración de información en los canales gubernamentalmente establecidos reducen el flujo de información hacia el mercado. Lejos de mejorar la integridad del mercado, estas regulaciones han generado una artificial y engañosa sensación de confianza. En un ensayo escrito en 1963 para el Objectivist Newsletter de Ayn Rand, Alan Greenspan, el actual presidente de la Junta de la Reserva Federal, mencionaba a la SEC entre los ejemplos de regulaciones mal inspiradas.
Hasta hace poco, las meras opiniones sobre inversiones por parte de individuos que no estaban en el negocio de la venta de títulos y no poseían instrumentos financieros relacionados eran consideradas como cayendo bajo la esfera de la libertad de expresión, y fuera del alcance de la SEC. Pero la agencia ha iniciado una demanda contra un editor de Agora Inc., una empresa de Maryland que publica boletines de inversión y posee otros intereses editoriales (incluida Les Belles Lettres, una editorial de París de un siglo de antigüedad con la cual este escritor ha estado asociado como autor y como director de varias series de libros). El editor es querellado por venderle a los clientes de Agora un informe de investigación sobre inversiones con información acerca de un acuerdo pendiente entre dos compañías. Los clientes que adquirieron el informe y que perdieron dinero—en razón de que el evento anunciado aconteció más tarde de lo que lo había pronosticado el boletín- fueron rápidamente reembolsados si presentaban un reclamo. Pero la SEC desea juzgar la calidad de la información sobre las inversiones. Esto huele a un Ministerio de la Verdad.
Más que para proteger a los inversores contra el fraude, la SEC está en el negocio de proteger al estado y al establishment contra la libertad financiera, el emprendimiento y la libertad de información. ¡Y—créalo o no—desean hacer cumplir su concepción de la ética!
Traducido por Gabriel Gasave
La SEC no desea que se conozca la verdad
William Donaldson, el presidente de la Securities and Exchange Comission (Comisión de Títulos y Obligaciones Bursátiles o SEC según su sigla en inglés), le acaba de dar a los directores de las compañías estadounidenses una reprimenda. “Deben contar con un código de ética interno que vaya más allá de la letra de la ley para que también abarque al espíritu de la ley,” afirmó. El problema es, ¿Dónde está explicado por escrito el espíritu de la ley, de modo tal que usted sepa lo que es? ¿Vale la ética de la SEC el papel en la cual está escrita o no? O tal vez es obvio que esta ética es: Nada debería hacerse que no se encuentre aprobado por El Regulador.
Creada en 1934, la Securities and Exchange Commission es la madre de todos los reguladores de títulos. La misma posee un presupuesto anual de más de $700 millones y más de 3.100 empleados, incluidos 1.150 abogados en el staff de aplicación. La regulación de los títulos llegó al Canadá algo más tarde. La Ontario Securities Commission fue creada en 1945, y su equivalente de Quebec en 1955. Entre 1945 (la fecha más temprana para la información del CANadian Socioeconomic Information Management o CANSIM sobre la Bolsa de Valores de Montreal o MSE) y 1955, el valor de las acciones negociadas se incrementó un 308% en la MSE, comparado con el 134% en todas las bolsas de los EE.UU.. ¡Nada mal para un mercado sin un regulador gubernamental!
Los mercados financieros de los EE.UU. no le deben su supremacía a la SEC. Como fuera destacado por Paul Mahoney de la Escuela de Leyes de la University of Virginia, “Después de la Primera Guerra Mundial y bien antes de la legislación federal de la década de 1930, Nueva York asumió el liderazgo de los mercados de capitales del mundo.” La Ley de Títulos de 1933 y la Ley de Títulos y Obligaciones Bursátiles de 1934 fueron justificadas de manera oficial por el objetivo de prevenir el fraude en las ofertas de títulos, pero es significativo que las mismas llegaron con la conmoción de las regulaciones y de las agencias del New Deal. Antes de eso, las bolsas de valores poseían sus propias y privadas reglas, y se aplicaban las reglas del derecho consuetudinario contra el fraude (aunque con un fuerte componente de advertencia al comprador), para no mencionar a la regulación a nivel estadual.
Mediante querellas civiles y procedimientos y ordenes administrativas, la SEC ordena el registro de los títulos, regula el corretaje, la comercialización y la divulgación, y colabora en hacer cumplir la prohibición de la negociación interna. Se encuentra actualmente querellando a Martha Stewart y a su corredor de bolsa en los tribunales civiles. Asusta a las grandes compañías con querellarlas sin juicio: Tan solo recientemente, la Royal Dutch/Shell pagó $120 millones y de Qwest se rumoreaba que estaría considerando un acuerdo de $250 millones. La agencia también impone multas y prohibiciones para funcionar.
La SEC regula a las bolsas de valores, las cuales fueron históricamente organizaciones privadas. La misma incoa demandas civiles contra los infractores de la nueva Ley Sarbanes-Oxley. Brystol-Meyers Squibb se encuentra pagando $150 millones para dirimir un pleito sobre supuesto “fraude” contable, un término que en la actualidad significa todo y a la vez nada. La SEC esta comenzando a regular los fondos cerrados, los cuales, en virtud de su bien conocido riesgo y de sus sofisticados clientes, habían evitado por lejos su regulación.
Ordenando ciertas clases de divulgaciones e impidiendo otras, la SEC se encuentra, de hecho, involucrada en el control de la información y de la expresión.
Durante los “periodos tranquilos” impuestos por la SEC acerca de las Ofertas Públicas Iniciales (IPO como se las conoce en inglés), la información revelada mediante los artículos periodísticos o las entrevistas es considerada como una “oferta escrita” para adquirir acciones. En una reciente conferencia sobre tecnología, un ejecutivo de Google lucía una remera que decía “Periodo Tranquilo. No puedo Responder a Ninguna Pregunta.” Además de Google, otras compañías han tenido problemas con la SEC respecto de entrevistas o publicidad antes de la IPO, incluyendo a Salesforce.com, al Webvan Group y a Discreet Logic con sede en Montreal.
La teoría y la evidencia apuntan a la conclusión de que la regulación estatal de la información financiera es económicamente ineficiente. La prohibición de la negociación interna, la regulación de la divulgación y la concentración de información en los canales gubernamentalmente establecidos reducen el flujo de información hacia el mercado. Lejos de mejorar la integridad del mercado, estas regulaciones han generado una artificial y engañosa sensación de confianza. En un ensayo escrito en 1963 para el Objectivist Newsletter de Ayn Rand, Alan Greenspan, el actual presidente de la Junta de la Reserva Federal, mencionaba a la SEC entre los ejemplos de regulaciones mal inspiradas.
Hasta hace poco, las meras opiniones sobre inversiones por parte de individuos que no estaban en el negocio de la venta de títulos y no poseían instrumentos financieros relacionados eran consideradas como cayendo bajo la esfera de la libertad de expresión, y fuera del alcance de la SEC. Pero la agencia ha iniciado una demanda contra un editor de Agora Inc., una empresa de Maryland que publica boletines de inversión y posee otros intereses editoriales (incluida Les Belles Lettres, una editorial de París de un siglo de antigüedad con la cual este escritor ha estado asociado como autor y como director de varias series de libros). El editor es querellado por venderle a los clientes de Agora un informe de investigación sobre inversiones con información acerca de un acuerdo pendiente entre dos compañías. Los clientes que adquirieron el informe y que perdieron dinero—en razón de que el evento anunciado aconteció más tarde de lo que lo había pronosticado el boletín- fueron rápidamente reembolsados si presentaban un reclamo. Pero la SEC desea juzgar la calidad de la información sobre las inversiones. Esto huele a un Ministerio de la Verdad.
Más que para proteger a los inversores contra el fraude, la SEC está en el negocio de proteger al estado y al establishment contra la libertad financiera, el emprendimiento y la libertad de información. ¡Y—créalo o no—desean hacer cumplir su concepción de la ética!
Traducido por Gabriel Gasave
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