A fin de que perdure la libertad en Rusia, la economía es más importante que la política

6 de junio, 2005

A pesar de que la condena y la severa sentencia contra Mikhail Khodorkovsky, un magnate ruso, por estafa, malversación y evasión fiscal, son tan solo dos de los muchos pasos que el Presidente ruso Vladimir Putin ha tomado en aras de hacer retornar a Rusia al autoritarismo, los mismos son dos de los peores. En los años de un régimen más riguroso por parte de Putin, los medios internacionales se han concentrado, como era previsible, en la erosión de la libertad de prensa—primero contra la televisión independiente y en la actualidad contra los periódicos. Pero en el largo plazo, las perspectivas de una reaparición de la libertad en Rusia pueden verse en gran medida perjudicadas por la pérdida de la libertad económica, tal como lo ilustrara de manera dramática el caso de Khodorkovsky.

Los medios de comunicación internacionales han destacado la difícil situación de Khodorkovsky básicamente debido a su calidad de estrella—después de todo, fue alguna vez el hombre más rico de Rusia. En verdad, Khodorkovsky es tan famoso que el propio Presidente Bush—normalmente un apologista del régimen ruso al que considera un hermano de sangre en la lucha contra los radicales islámicos—miró nuevamente a los ojos de Putin y no halló en ellos ninguna buena intención respecto del magnate: “Aquí, usted es inocente hasta que su culpabilidad sea probada [con las obvias excepciones de los “combatientes enemigos” detenidos de manera indefinida sin juicio ni acceso a un letrado], y nos parece, al menos a aquellos dentro de mi administración, que luce como que ha sido declarado culpable con anterioridad a su sometimiento a un juicio justo.”

También, los medios le han prestado atención al financiamiento por parte de Khodorkovsky de las actividades de la oposición contra el gobierno de Putin, como uno de las razones para su enjuiciamiento. Khodorkovsky se encontraba efectivamente involucrado en la promoción de la oposición al régimen de Putin. Pero existe otro motivo para su procesamiento. El arresto de Khodorkovsky, le permitió al gobierno ruso desmembrar a su compañía petrolera Yukos y volver a nacionalizar los sectores más importantes de la misma. Claramente, su juicio fue un esfuerzo tendiente a intimidar a otros rusos ricos que pudiesen representar un problema para el régimen y a reafirmar la dominación estatal sobre una empresa dentro de una industria “estratégica” y que constituye una significativa fuente de ingresos de divisas para Rusia. De hecho, un asistente del Presidente Putin admitió que el juicio fue una advertencia a la comunidad empresarial rusa. El gobierno instigó procedimientos legales paralelos contra la firma Yukos, y la mayoría de sus ejecutivos han sido encarcelados o han abandonado el país.

No obstante, Khodorkovsky y sus colegas empresarios están siendo enjuiciados por transacciones iniciadas y avaladas por el propio gobierno durante la venta de los activos estatales en la década de 1990, tras la caída de la Unión Soviética. El incierto clima para los negocios provocado por el quebrantamiento del estado de derecho, ilustrado por tales antojadizos cambios en la opinión gubernamental respecto de qué es legal en el comportamiento empresario, resulta desastroso tanto para las empresas rusas locales como para la confianza de las compañías extranjeras y de aquellos individuos que podrían encontrarse interesados en invertir en Rusia. La renacionalización de cualquier compañía o industria, especialmente en un país con una historia de comunismo, envía señales temblorosas a través de la comunidad empresaria internacional. En una reacción al enjuiciamiento de Khodorkovsky, algunas empresas extranjeras han roto sus planes de invertir en Rusia. Incluso algo peor, el egreso de capitales se ha triplicado durante el año pasado hasta alcanzar una hemorragia de $8 mil millones (billones en inglés), y el crecimiento económico de Rusia se ha vuelto más lento.

Todo esto no es un buen presagio para un eventual renacimiento de la libertad en Rusia. Según el periodista y escritor de la revista Newsweek Fareed Zakaria, los investigadores académicos han señalado una relación positiva entre las democracias liberales estables y viables y un cierto nivel de desarrollo económico. A menudo, las naciones que atraviesan exitosamente su transición desde las autocracias hacia las democracias liberales—por ejemplo, Chile, Taiwán, y Corea del Sur—han instituido reformas económicas como un paso previo al de emprender de manera gradual y pacífica las reformas políticas. A medida que las naciones se enriquecen económicamente, se desarrolla una clase media mejor educada, más cosmopolita y políticamente potente y la misma exige mayores libertades individuales y políticas.

Tras la desaparición de la Unión Soviética, Rusia se reformó políticamente pero lo hizo sobre una insegura base económica. El Sr. Putin está eliminando de modo gradual a esos derechos políticos, y no existe clase media poderosa alguna que se interponga en su camino.

Rusia precisará probablemente intentar nuevamente una reforma política una vez que la prosperidad económica se encuentre más difundida. Desgraciadamente, el caso de Khodorkovsky señala que el respeto de Putin por la santidad de la propiedad privada y por el estado de derecho es muy escueto. De esta forma, el mal clima empresarial en Rusia bien puede ahogar a la prosperidad económica que resulta necesaria para eventualmente romper con las cadenas de la tiranía política. Esa será una tragedia para el pueblo ruso.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Asociado Senior en el Independent Institute y Director del Centro Para la Paz y la Libertad del Instituto.

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