Se espera ampliamente que durante la reunión del mes de julio del G8, los líderes de los países más ricos del mundo acordarán condonar unos $40 mil millones de la deuda del tercer mundo y que puedan también incrementar la ayuda económica para Africa. De ser adoptadas estas políticas, las mismas no ayudarán a desarrollarse a los países pobres debido a que fallan en solucionar los problemas subyacentes de Africa.
Tony Blair ha sido recientemente el principal defensor político de la condonación de la deuda y de la ayuda exterior. Tuvo éxito en lograr que los ministros de finanzas del G8 recomendasen una cancelación de deuda por $40 mil millones para 18 países pobres. También solicitó que se duplique la asistencia para Africa.
La misma locura está provocando las mismas cosas una y otra vez, aunque aún siga esperándose un resultado distinto. La ayuda exterior y el perdón de la deuda han fracasado en promover el crecimiento, y no existe motivo alguno para creer que las últimas propuestas de Blair se diferenciarán en algo.
Entre los años 1970 y 2000 más de $400 mil millones fueron vertidos en Africa y sin embargo poco desarrollo fue alcanzado. El dinero fue a menudo robado por funcionarios gubernamentales corruptos. Incluso, cuando la ayuda realmente se tradujo en inversión, los proyectos eran por lo general elefantes blancos que no lograban ser viables económicamente debido a que los gobiernos no toman decisiones basándose en las mismas expectativas de ganancias y de pérdidas tal como sí lo hacen los inversores.
Existe alguna justificación para el perdón de la deuda. Después de todo, los prestamos pobremente administrados y mal aconsejados por los gobiernos occidentales fueron los que ayudaron a crear el problema del endeudamiento. No obstante ello, cuando una deuda es condonada sin solucionarse los problemas de fondo, una nueva deuda reemplaza a la vieja.
Desde 1989 a 1997, los acreedores occidentales perdonaron $33 mil millones de la deuda detentada por 41 países pobres, pero durante esos mismos años, estos países pidieron prestados otros $41 mil millones adicionales. Un deuda fue perdonada, otra nueva deuda fue acumulándose, y poco progreso tuvo lugar.
Africa precisa de inversiones, no de ayuda, si es que piensa en crecer. En una economía de mercado, la inversión privada es canalizada naturalmente hacia los proyectos más rentables. Debido a que las decisiones se encuentran basadas en las ganancias y en las pérdidas esperadas, los inversores cuentan con la información y los incentivos correctos a fin de tomar las decisiones acertadas.
Africa necesita crear un medio ambiente de mayor libertad económica y de mayor seguridad en materia de derechos de propiedad para atraer inversiones. Una reciente investigación que utilizó el índice de libertad económica del Fraser Institute, ha evidenciado que los países con más libertad económica atraen más inversión extranjera y poseen a nivel general mayores tasas de inversión por trabajador.
En una escala de 1 a 10, los países con un puntaje inferior a 5 en libertad económica generan tan solo $845 por trabajador en concepto de inversión, y atraen solamente $68 en inversiones extranjeras por trabajador. Mientras tanto, los países con un puntaje superior a 7 en libertad económica, generan $10.871 de inversiones y $3.117 en inversiones extranjeras por trabajador.
Los países que son más libres económicamente hacen también un empleo más productivo de su inversión. Un estudio reciente realizado por Robert Lawson, profesor de economía de la Capital University, encontró que la inversión genera una tasa mayor de desarrollo económico en los países más libres que en los menos libres. Además, halló que incluso en los países menos libres, la inversión privada genera crecimiento económico de manera más eficiente que la inversión pública.
Lamentablemente, la ayuda para el desarrollo puede desalentar la inversión privada al estorbar a la libertad económica que es necesaria para atraerla. El destacado economista del desarrollo P.T. Bauer hace ya tiempo sostuvo que la ayuda intergubernamental promovía el estatismo al politizar a la vida económica y al agrandar el tamaño relativo de la esfera pública. Un nuevo trabajo realizado por Matt Ryan y por mi apoya la aseveración de Bauer. Descubrimos que los niveles más altos de ayuda económica deprimen las calificaciones atinentes a la libertad económica. Sin embargo, es una mayor libertad la que resulta necesaria a efectos de atraer la inversión y el crecimiento.
La asistencia y la condonación de deudas no promoverán el medio ambiente institucional de libertad económica y de derechos de propiedad que Africa necesita para crecer. Desdichadamente, es improbable que las naciones occidentales puedan hacer mucho para conseguir que las naciones africanas adopten políticas favorables a las inversiones. La Cuenta de Desafío del Milenio (MCA como se la conoce en inglés) del Presidente Bush finge estar de acuerdo con este tipo de política pero el programa ha distribuido poco dinero y no queda claro si el mismo evitará los escollos de los programas de ayuda previos. El reciente llamado de Blair para duplicar la asistencia no incide en nada respecto de la importancia de los derechos de propiedad.
Sin embargo, las naciones del G8 aún pueden ayudar. En vez de concentrarnos en el alivio de la deuda y en la ayuda, deberíamos reformar nuestras políticas internas que perjudican al tercer mundo. Los Estados Unidos y la Unión Europea protegen ambos a sus sectores agrícolas de la competencia proveniente del tercer mundo. El hecho de abrir nuestras fronteras a los productos agrícolas del tercer mundo proporcionará una ayuda inmediata para al estándar de vida en muchos países pobres. Blair y el G8 podrían hacer más para ayudar a los individuos empobrecidos del mundo al comerciar libremente con ellos en lugar de repetir las políticas fracasadas de la ayuda y de la condonación de deudas.
Nota del Traductor:
Todos los importes consignados en el presente artículo como “miles de millones” de dólares, se presentan en la versión original en inglés como “billones”, conforme el sistema estadounidense.
Traducido por Gabriel Gasave
Africa necesita inversiones, no insensatez
Se espera ampliamente que durante la reunión del mes de julio del G8, los líderes de los países más ricos del mundo acordarán condonar unos $40 mil millones de la deuda del tercer mundo y que puedan también incrementar la ayuda económica para Africa. De ser adoptadas estas políticas, las mismas no ayudarán a desarrollarse a los países pobres debido a que fallan en solucionar los problemas subyacentes de Africa.
Tony Blair ha sido recientemente el principal defensor político de la condonación de la deuda y de la ayuda exterior. Tuvo éxito en lograr que los ministros de finanzas del G8 recomendasen una cancelación de deuda por $40 mil millones para 18 países pobres. También solicitó que se duplique la asistencia para Africa.
La misma locura está provocando las mismas cosas una y otra vez, aunque aún siga esperándose un resultado distinto. La ayuda exterior y el perdón de la deuda han fracasado en promover el crecimiento, y no existe motivo alguno para creer que las últimas propuestas de Blair se diferenciarán en algo.
Entre los años 1970 y 2000 más de $400 mil millones fueron vertidos en Africa y sin embargo poco desarrollo fue alcanzado. El dinero fue a menudo robado por funcionarios gubernamentales corruptos. Incluso, cuando la ayuda realmente se tradujo en inversión, los proyectos eran por lo general elefantes blancos que no lograban ser viables económicamente debido a que los gobiernos no toman decisiones basándose en las mismas expectativas de ganancias y de pérdidas tal como sí lo hacen los inversores.
Existe alguna justificación para el perdón de la deuda. Después de todo, los prestamos pobremente administrados y mal aconsejados por los gobiernos occidentales fueron los que ayudaron a crear el problema del endeudamiento. No obstante ello, cuando una deuda es condonada sin solucionarse los problemas de fondo, una nueva deuda reemplaza a la vieja.
Desde 1989 a 1997, los acreedores occidentales perdonaron $33 mil millones de la deuda detentada por 41 países pobres, pero durante esos mismos años, estos países pidieron prestados otros $41 mil millones adicionales. Un deuda fue perdonada, otra nueva deuda fue acumulándose, y poco progreso tuvo lugar.
Africa precisa de inversiones, no de ayuda, si es que piensa en crecer. En una economía de mercado, la inversión privada es canalizada naturalmente hacia los proyectos más rentables. Debido a que las decisiones se encuentran basadas en las ganancias y en las pérdidas esperadas, los inversores cuentan con la información y los incentivos correctos a fin de tomar las decisiones acertadas.
Africa necesita crear un medio ambiente de mayor libertad económica y de mayor seguridad en materia de derechos de propiedad para atraer inversiones. Una reciente investigación que utilizó el índice de libertad económica del Fraser Institute, ha evidenciado que los países con más libertad económica atraen más inversión extranjera y poseen a nivel general mayores tasas de inversión por trabajador.
En una escala de 1 a 10, los países con un puntaje inferior a 5 en libertad económica generan tan solo $845 por trabajador en concepto de inversión, y atraen solamente $68 en inversiones extranjeras por trabajador. Mientras tanto, los países con un puntaje superior a 7 en libertad económica, generan $10.871 de inversiones y $3.117 en inversiones extranjeras por trabajador.
Los países que son más libres económicamente hacen también un empleo más productivo de su inversión. Un estudio reciente realizado por Robert Lawson, profesor de economía de la Capital University, encontró que la inversión genera una tasa mayor de desarrollo económico en los países más libres que en los menos libres. Además, halló que incluso en los países menos libres, la inversión privada genera crecimiento económico de manera más eficiente que la inversión pública.
Lamentablemente, la ayuda para el desarrollo puede desalentar la inversión privada al estorbar a la libertad económica que es necesaria para atraerla. El destacado economista del desarrollo P.T. Bauer hace ya tiempo sostuvo que la ayuda intergubernamental promovía el estatismo al politizar a la vida económica y al agrandar el tamaño relativo de la esfera pública. Un nuevo trabajo realizado por Matt Ryan y por mi apoya la aseveración de Bauer. Descubrimos que los niveles más altos de ayuda económica deprimen las calificaciones atinentes a la libertad económica. Sin embargo, es una mayor libertad la que resulta necesaria a efectos de atraer la inversión y el crecimiento.
La asistencia y la condonación de deudas no promoverán el medio ambiente institucional de libertad económica y de derechos de propiedad que Africa necesita para crecer. Desdichadamente, es improbable que las naciones occidentales puedan hacer mucho para conseguir que las naciones africanas adopten políticas favorables a las inversiones. La Cuenta de Desafío del Milenio (MCA como se la conoce en inglés) del Presidente Bush finge estar de acuerdo con este tipo de política pero el programa ha distribuido poco dinero y no queda claro si el mismo evitará los escollos de los programas de ayuda previos. El reciente llamado de Blair para duplicar la asistencia no incide en nada respecto de la importancia de los derechos de propiedad.
Sin embargo, las naciones del G8 aún pueden ayudar. En vez de concentrarnos en el alivio de la deuda y en la ayuda, deberíamos reformar nuestras políticas internas que perjudican al tercer mundo. Los Estados Unidos y la Unión Europea protegen ambos a sus sectores agrícolas de la competencia proveniente del tercer mundo. El hecho de abrir nuestras fronteras a los productos agrícolas del tercer mundo proporcionará una ayuda inmediata para al estándar de vida en muchos países pobres. Blair y el G8 podrían hacer más para ayudar a los individuos empobrecidos del mundo al comerciar libremente con ellos en lugar de repetir las políticas fracasadas de la ayuda y de la condonación de deudas.
Nota del Traductor:
Todos los importes consignados en el presente artículo como “miles de millones” de dólares, se presentan en la versión original en inglés como “billones”, conforme el sistema estadounidense.
Traducido por Gabriel Gasave
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