Observar a las principales cadenas televisivas de los Estados Unidos tras los atentados terroristas con bombas en Londres, ofreció poca luminosidad acerca de porqué la ciudad fue escogida para el ataque. Los comentaristas en dichas cadenas primero imitaron la aseveración en provecho propio de Tony Blair de que «estamos todos juntos en esto» y de que las bombas fueron pensadas para alterar a la cumbre de las naciones industrializadas que integran lo que se conoce como el G-8. Más tarde, esos medios de comunicación se interesaron por la considerable presencia de islamistas radicales en Londres. No obstante, la verdadera razón por la cual los terroristas atacaron Londres, parecería haber sido un intento de compeler a Gran Bretaña para que retire a sus tropas de la guerra liderada por los Estados Unidos en Irak.
Nadie puede negar que los atentados terroristas tuvieron lugar durante la cumbre del G-8 que estaba celebrándose en Escocia o que Londres posee una comunidad islamista radical. Pero si todo el objetivo fuese el de desbaratar a la cumbre–la cual rara vez ha despertado las pasiones generadas por las reuniones del Banco Mundial y la cual casi nunca produce resultados que sacudan la tierra-¿por qué los terroristas no viajaron a Escocia en vez de bombardear Londres? Además, una basta comunidad islamista en Londres hace que los ataques sean más fáciles de realizar pero no explica el porqué los mismos acontecieron allí. De hecho, a veces los grupos radicales son renuentes a atemorizar a aquellos lugares que ofrecen un sustancial potencial para la obtención de fondos.
Más que probable, el verdadero propósito subyacente de los ataques de Londres fue similar al de las bombas colocadas en vagones de ferrocarril en la ciudad de Madrid en marzo de 2004, en vísperas de los comicios españoles. En esa oportunidad, Al Qaeda sacó ventaja del apoyo brindado por el gobierno español a la invasión estadounidense de Irak y del intenso desagrado del público español por esa política de traer a casa a los altos costos de ser un aliado de la administración Bush. El público español se percató de que su gobierno, en nombre de la defensa nacional, estaba efectivamente poniendo en peligro la seguridad del pueblo español a fin de sumar puntos con los Estados Unidos. Votaron prestamente para sacar a ese gobierno del cargo e instalaron a un reemplazante que estuviese dispuesto a retirar a las tropas españolas de Irak.
Posiblemente Al Qaeda esté buscando un resultado similar en Gran Bretaña, un país mucho más vital que España para el esfuerzo bélico de la administración Bush en Irak. En contraste a la importancia ante todo simbólica de España para la guerra y la ocupación estadounidense, los británicos tienen cerca de 8.500 efectivos aptos en Irak. Gran Bretaña es la única nación en el mundo que proporciona más que un apoyo simbólico en favor de la globalmente impopular aventura militar estadounidense en Irak.
A pesar de la avidez del gobierno británico por complacer a la superpotencia, el público británico nunca ha estado entusiasmado respecto de la Guerra en Irak. Recientemente, agravando esta impopularidad, ha estado la revelación de documentos del gobierno británico en los que se admitía el conocimiento por parte de altos funcionarios británicos de la duplicidad de la administración Bush para justificar a la guerra «ilegal» pero siguiendo adelante con ella de todas maneras. Si bien apenas causaron efecto en los Estados Unidos, los documentos han vuelto aún más impopular a la guerra en el Reino Unido.
Así, al Qaeda parece desear reproducir en Gran Bretaña lo que ocurrió en España. Al menos un sitio en Internet de al Qaeda, reclamando la responsabilidad por los ataques, declaraba que los mismos fueron en represalia por la participación británica en Irak y en Afganistán. A los ojos de al Qaeda, el hacer salir a los británicos de la guerra sería un golpe importante. El pueblo británico está aprendiendo lo que el pueblo español aprendió en 2004 y el pueblo estadounidense falló en aprender después del 11 de septiembre de 2001—los altos costos de una política exterior intervencionista.
Toda vez que no-combatientes son asesinados adrede, un monstruoso crimen moral ha sido cometido. Pero en los Estados Unidos, parecería que nadie pregunta jamás porqué los atacantes se encuentran motivados para cometer tales horrendos actos. Gran parte del publico estadounidense parece creer en la errónea declaración del Presidente Bush de que los islamistas están atacando a los Estados Unidos porque somos «libres» en lugar de examinar honestamente el historial del gobierno estadounidense en materia de libertinos entrometimientos en los asuntos de otros países.
De hecho, los Estados Unidos son menos libres en estos días de su política exterior intervencionista y de una seguridad extra necesaria para defenderlos de una contraofensiva terrorista. Recientemente, noté personalmente la trágica ironía de esta situación cuando tuve que atravesar los puestos de control militares al estilo soviético para acceder al paseo nacional en Washington, D.C. a fin de observar los fuegos artificiales del 4 de julio para celebrar la libertad de la nación. Percibiendo la intensa seguridad para ese ritual de todos los años, se me ocurrió que al llevar adelante una política exterior temeraria, el gobierno estadounidense estaba incrementando la demanda por sus propios servicios-un claro conflicto de intereses.
El gobierno británico, al seguir lealmente la política exterior estadounidense, está haciendo lo mismo. Pero debido a que la guerra siempre ha sido mucho menos popular en Gran Bretaña que en los Estados Unidos, existe alguna esperanza de que el público británico le pondrá un freno al entremetimiento de su gobierno en el atolladero liderado por los EE.UU.. Desgraciadamente, las cosas pueden moverse más lentas en los Estados Unidos.
Traducido por Gabriel Gasave
¿Por qué los terroristas atacaron Londres?
Observar a las principales cadenas televisivas de los Estados Unidos tras los atentados terroristas con bombas en Londres, ofreció poca luminosidad acerca de porqué la ciudad fue escogida para el ataque. Los comentaristas en dichas cadenas primero imitaron la aseveración en provecho propio de Tony Blair de que «estamos todos juntos en esto» y de que las bombas fueron pensadas para alterar a la cumbre de las naciones industrializadas que integran lo que se conoce como el G-8. Más tarde, esos medios de comunicación se interesaron por la considerable presencia de islamistas radicales en Londres. No obstante, la verdadera razón por la cual los terroristas atacaron Londres, parecería haber sido un intento de compeler a Gran Bretaña para que retire a sus tropas de la guerra liderada por los Estados Unidos en Irak.
Nadie puede negar que los atentados terroristas tuvieron lugar durante la cumbre del G-8 que estaba celebrándose en Escocia o que Londres posee una comunidad islamista radical. Pero si todo el objetivo fuese el de desbaratar a la cumbre–la cual rara vez ha despertado las pasiones generadas por las reuniones del Banco Mundial y la cual casi nunca produce resultados que sacudan la tierra-¿por qué los terroristas no viajaron a Escocia en vez de bombardear Londres? Además, una basta comunidad islamista en Londres hace que los ataques sean más fáciles de realizar pero no explica el porqué los mismos acontecieron allí. De hecho, a veces los grupos radicales son renuentes a atemorizar a aquellos lugares que ofrecen un sustancial potencial para la obtención de fondos.
Más que probable, el verdadero propósito subyacente de los ataques de Londres fue similar al de las bombas colocadas en vagones de ferrocarril en la ciudad de Madrid en marzo de 2004, en vísperas de los comicios españoles. En esa oportunidad, Al Qaeda sacó ventaja del apoyo brindado por el gobierno español a la invasión estadounidense de Irak y del intenso desagrado del público español por esa política de traer a casa a los altos costos de ser un aliado de la administración Bush. El público español se percató de que su gobierno, en nombre de la defensa nacional, estaba efectivamente poniendo en peligro la seguridad del pueblo español a fin de sumar puntos con los Estados Unidos. Votaron prestamente para sacar a ese gobierno del cargo e instalaron a un reemplazante que estuviese dispuesto a retirar a las tropas españolas de Irak.
Posiblemente Al Qaeda esté buscando un resultado similar en Gran Bretaña, un país mucho más vital que España para el esfuerzo bélico de la administración Bush en Irak. En contraste a la importancia ante todo simbólica de España para la guerra y la ocupación estadounidense, los británicos tienen cerca de 8.500 efectivos aptos en Irak. Gran Bretaña es la única nación en el mundo que proporciona más que un apoyo simbólico en favor de la globalmente impopular aventura militar estadounidense en Irak.
A pesar de la avidez del gobierno británico por complacer a la superpotencia, el público británico nunca ha estado entusiasmado respecto de la Guerra en Irak. Recientemente, agravando esta impopularidad, ha estado la revelación de documentos del gobierno británico en los que se admitía el conocimiento por parte de altos funcionarios británicos de la duplicidad de la administración Bush para justificar a la guerra «ilegal» pero siguiendo adelante con ella de todas maneras. Si bien apenas causaron efecto en los Estados Unidos, los documentos han vuelto aún más impopular a la guerra en el Reino Unido.
Así, al Qaeda parece desear reproducir en Gran Bretaña lo que ocurrió en España. Al menos un sitio en Internet de al Qaeda, reclamando la responsabilidad por los ataques, declaraba que los mismos fueron en represalia por la participación británica en Irak y en Afganistán. A los ojos de al Qaeda, el hacer salir a los británicos de la guerra sería un golpe importante. El pueblo británico está aprendiendo lo que el pueblo español aprendió en 2004 y el pueblo estadounidense falló en aprender después del 11 de septiembre de 2001—los altos costos de una política exterior intervencionista.
Toda vez que no-combatientes son asesinados adrede, un monstruoso crimen moral ha sido cometido. Pero en los Estados Unidos, parecería que nadie pregunta jamás porqué los atacantes se encuentran motivados para cometer tales horrendos actos. Gran parte del publico estadounidense parece creer en la errónea declaración del Presidente Bush de que los islamistas están atacando a los Estados Unidos porque somos «libres» en lugar de examinar honestamente el historial del gobierno estadounidense en materia de libertinos entrometimientos en los asuntos de otros países.
De hecho, los Estados Unidos son menos libres en estos días de su política exterior intervencionista y de una seguridad extra necesaria para defenderlos de una contraofensiva terrorista. Recientemente, noté personalmente la trágica ironía de esta situación cuando tuve que atravesar los puestos de control militares al estilo soviético para acceder al paseo nacional en Washington, D.C. a fin de observar los fuegos artificiales del 4 de julio para celebrar la libertad de la nación. Percibiendo la intensa seguridad para ese ritual de todos los años, se me ocurrió que al llevar adelante una política exterior temeraria, el gobierno estadounidense estaba incrementando la demanda por sus propios servicios-un claro conflicto de intereses.
El gobierno británico, al seguir lealmente la política exterior estadounidense, está haciendo lo mismo. Pero debido a que la guerra siempre ha sido mucho menos popular en Gran Bretaña que en los Estados Unidos, existe alguna esperanza de que el público británico le pondrá un freno al entremetimiento de su gobierno en el atolladero liderado por los EE.UU.. Desgraciadamente, las cosas pueden moverse más lentas en los Estados Unidos.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorIrakTerrorismo y seguridad nacional
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