«El tío Clarence mató a la abuela».
Esa frase expresada en 1998 por Brooke Sutton de seis años de edad dio inicio a una pesadilla de siete años para el recluso número A375856, que fue sentenciado por homicidio y violación de una niña. La pesadilla terminó el 15 de diciembre de 2005 cuando el estado de Ohio liberó a Clarence Elkins y acordó pagarle más de $1 millón por su encarcelamiento indebido.
El periódico Ohio Dayton Daily News ha venido presentando una destacable serie de artículos que presentan el caso de Elkins:
Homicidio, entonces apresurémosnos a juzgarlo; Niña traumatizada escondió sus dudas; »Dios mio, esto es horripilante»; and, Todos podemos empezar a curarnos.
Esta serie de artículos aparece en un momento oportuno. El actual »caso de violación de Duke» y una serie de acusaciones falsas en los titulares han encendido un extenso debate sobre los derechos de las victimas versus los derechos del acusado.
La serie del Dayton Daily News revela que este es un debate falso. Tanto las victimas como los demandados sufren en toda ocasión en que los estándares probatorios que se requieren para una encarcelación son reducidos.
En el caso Elkins, Clarence junto con su esposa y dos hijos sufrieron terriblemente. Pero una niña traumatizada y confundida fue también brutalizada por las autoridades que no escucharon sus dudas sino tan solo aquello que deseaban oír. Ahora, Brooke de 14 años ha vivido torturada por haber causado que su tío fuera a prisión mientras que el asesino de su abuela caminaba libre.
Elkins ha perdonado a su sobrina por la pesadilla que comenzó el 6 de junio de 1998.
6 de junio: La suegra de Clarence, Judy Johnson se encuentra en casa cuidando de Brooke. Se queda dormida en el sillón; Brooke está en el dormitorio. En horas de la madrugada, un hombre viola y aporrea salvajemente a Judy hasta matarla. En la oscuridad del dormitorio, también golpea y viola a la niña de 51 libras de peso.
Cuando Brooke recobra la conciencia, la aturdida niña llama por teléfono a un vecino para informar que «la abuela está muerta». Luego camina hasta la casa de su mejor amiga en las inmediaciones y le cuenta a Tonia Brasiel, la madre de su amiga, «El tío Clarence mató a la abuela».
Ese mismo día, Brooke admite incertidumbre ante una amiga de su abuela y le explica por qué identificó a su tío, «Creo que sonaba como si fuese él».
El testimonio de la mujer más tarde carecería de mérito ante el tribunal en virtud de que Brooke le repite a la policía, a los psicólogos y a sus padres lo que consideraba que ellos deseaban oír: «El tío Clarence mató a la abuela».
En una escena del crimen en la cual la victima asesinada luchó vigorosamente y ocurrieron dos violaciones, la policía no pudo hallar un cabello, una huella digital o una gota de sangre para implicar a Elkins, quien carecía de antecedentes delictivos. Además, su esposa ofrece una coartada que resulta bastamente apoyada por testigos.
Sin embargo, el 4 de junio de 1999, Elkins recibe una dura condena con la fecha más cercana para una posible libertad condicional fijada para 2054. La gente, incluido el jurado, desea creerle a Brooke y castigar a alguien por un crimen incalificable.
La esposa de Clarence, Melinda, y sus dos hijos están absolutamente convencidos de su inocencia. Durante los siguientes siete años, ella trabaja sin pausa para lograr su exoneración y conseguir que se haga justicia con su madre. En el ínterin, pierde su casa, es hospitalizada por agotamiento, se pelea con otros miembros de su familia, y quita tiempo irremplazable a sus hijos.
El 10 de noviembre de 2001, su cruzada conduce a Melinda a la puerta de su hermana con la que solía ser mejores amigas pero con quien no se habló durante años: La madre de Brooke. A su lado está Martin Yant, un investigador privado especializado en encarcelaciones indebidas cuya labor ha exonerado ya a 10 prisioneros. (En su libro «Presumed Guilty,» Yant señala su creencia de que unas 10.000 personas son encarceladas de manera indebida en los Estados Unidos cada año).
El Dayton Daily News informa, «Yant puede señalar una larga lista de otros problemas con el caso [Elkins]: descuidado trabajo policial, investigación al azar, autoridades apresuradas por juzgar, análisis forense incompleto.
La huella de sangre dejada sobre el marco de la puerta de la casa de Judy Johnson fue destruida cuando la policía trató de levantarla. Otros objetos recogidos como evidencia nunca fueron analizados en busca de impresiones latentes. Judy Johnson luchó por su vida, pero parece que nadie se preocupó por analizar sus arañazos».
Al reconciliarse las hermanas, se le permite a Yant interrogar delicadamente a Brooke.
Cuando le pregunta si todavía cree que Elkins es culpable, ella inmediatamente replica, «Siempre tuve dudas».
Nuevamente, la declaración de Brooke precipita una cadena de acontecimientos. Otros integrantes de la familia empiezan a convencerse de la inocencia de Elkins. En mayo de 2002, Brooke retracta su testimonio pero el tribunal rechaza su retractación por considerar que fue provocada por la presión familiar.
Mientras tanto, el 28 de abril de 2002, una historia publicada en el Akron Beacon Journal atrapa la atención de Melinda. La misma comienza diciendo, «Earl Eugene Mann…ante el tribunal, enfrentando una posible condena perpetua por la violación de tres pequeñas niñas».
Mann, el novio de Tonia Brasiel, tiene un largo historial de crímenes violentos pero la policía lo había descartado como un sospechoso cuando se concentraron en Elkins.
El camino que surge hacia la exoneración resulta lo suficientemente tortuoso como para ser un episodio de la Ley y el Orden. Con la asistencia del Ohio Innocence Project y la lucha contra un fiscal intransigente, Melinda consigue las pruebas de ADN que excluyen a su esposo de la escena del crimen. No obstante, el 14 de Julio de 2005, se le niega a Elkins un nuevo proceso.
Finalmente, un fiscal del estado que está procurando la nominación republicana como candidato a gobernador se interesa y hace que tanto la presión política como la atención de los medios carguen sobre el caso. Solamente cuando Mann confiesa el crimen el estado de Ohio admite su error.
Varias enseñanzas pueden extraerse de este caso. Por ejemplo, las acusaciones no deberían ser creídas de inmediato, especialmente si son inconsistentes o rebatidas por la evidencia.
La moraleja que surge aquí, sin embargo, es la de que las victimas originales de un crimen-en este caso, Brooke y su abuela-son adicionalmente victimizadas cuando un sistema no respeta a las rigurosas salvaguardias pensadas para proteger al acusado.
No fueron meramente Elkins y su familia quienes sufrieron sino también cualquiera que buscaba justicia. El verdadero beneficiario de los estándares suavizados fue Mann que se encontró libre para violar a otras niñas mientras Elkins estaba en prisión por su crimen.
Traducido por Gabriel Gasave
Hombre erróneamente encarcelado es dejado en libertad
«El tío Clarence mató a la abuela».
Esa frase expresada en 1998 por Brooke Sutton de seis años de edad dio inicio a una pesadilla de siete años para el recluso número A375856, que fue sentenciado por homicidio y violación de una niña. La pesadilla terminó el 15 de diciembre de 2005 cuando el estado de Ohio liberó a Clarence Elkins y acordó pagarle más de $1 millón por su encarcelamiento indebido.
El periódico Ohio Dayton Daily News ha venido presentando una destacable serie de artículos que presentan el caso de Elkins:
Homicidio, entonces apresurémosnos a juzgarlo; Niña traumatizada escondió sus dudas; »Dios mio, esto es horripilante»; and, Todos podemos empezar a curarnos.
Esta serie de artículos aparece en un momento oportuno. El actual »caso de violación de Duke» y una serie de acusaciones falsas en los titulares han encendido un extenso debate sobre los derechos de las victimas versus los derechos del acusado.
La serie del Dayton Daily News revela que este es un debate falso. Tanto las victimas como los demandados sufren en toda ocasión en que los estándares probatorios que se requieren para una encarcelación son reducidos.
En el caso Elkins, Clarence junto con su esposa y dos hijos sufrieron terriblemente. Pero una niña traumatizada y confundida fue también brutalizada por las autoridades que no escucharon sus dudas sino tan solo aquello que deseaban oír. Ahora, Brooke de 14 años ha vivido torturada por haber causado que su tío fuera a prisión mientras que el asesino de su abuela caminaba libre.
Elkins ha perdonado a su sobrina por la pesadilla que comenzó el 6 de junio de 1998.
6 de junio: La suegra de Clarence, Judy Johnson se encuentra en casa cuidando de Brooke. Se queda dormida en el sillón; Brooke está en el dormitorio. En horas de la madrugada, un hombre viola y aporrea salvajemente a Judy hasta matarla. En la oscuridad del dormitorio, también golpea y viola a la niña de 51 libras de peso.
Cuando Brooke recobra la conciencia, la aturdida niña llama por teléfono a un vecino para informar que «la abuela está muerta». Luego camina hasta la casa de su mejor amiga en las inmediaciones y le cuenta a Tonia Brasiel, la madre de su amiga, «El tío Clarence mató a la abuela».
Ese mismo día, Brooke admite incertidumbre ante una amiga de su abuela y le explica por qué identificó a su tío, «Creo que sonaba como si fuese él».
El testimonio de la mujer más tarde carecería de mérito ante el tribunal en virtud de que Brooke le repite a la policía, a los psicólogos y a sus padres lo que consideraba que ellos deseaban oír: «El tío Clarence mató a la abuela».
En una escena del crimen en la cual la victima asesinada luchó vigorosamente y ocurrieron dos violaciones, la policía no pudo hallar un cabello, una huella digital o una gota de sangre para implicar a Elkins, quien carecía de antecedentes delictivos. Además, su esposa ofrece una coartada que resulta bastamente apoyada por testigos.
Sin embargo, el 4 de junio de 1999, Elkins recibe una dura condena con la fecha más cercana para una posible libertad condicional fijada para 2054. La gente, incluido el jurado, desea creerle a Brooke y castigar a alguien por un crimen incalificable.
La esposa de Clarence, Melinda, y sus dos hijos están absolutamente convencidos de su inocencia. Durante los siguientes siete años, ella trabaja sin pausa para lograr su exoneración y conseguir que se haga justicia con su madre. En el ínterin, pierde su casa, es hospitalizada por agotamiento, se pelea con otros miembros de su familia, y quita tiempo irremplazable a sus hijos.
El 10 de noviembre de 2001, su cruzada conduce a Melinda a la puerta de su hermana con la que solía ser mejores amigas pero con quien no se habló durante años: La madre de Brooke. A su lado está Martin Yant, un investigador privado especializado en encarcelaciones indebidas cuya labor ha exonerado ya a 10 prisioneros. (En su libro «Presumed Guilty,» Yant señala su creencia de que unas 10.000 personas son encarceladas de manera indebida en los Estados Unidos cada año).
El Dayton Daily News informa, «Yant puede señalar una larga lista de otros problemas con el caso [Elkins]: descuidado trabajo policial, investigación al azar, autoridades apresuradas por juzgar, análisis forense incompleto.
La huella de sangre dejada sobre el marco de la puerta de la casa de Judy Johnson fue destruida cuando la policía trató de levantarla. Otros objetos recogidos como evidencia nunca fueron analizados en busca de impresiones latentes. Judy Johnson luchó por su vida, pero parece que nadie se preocupó por analizar sus arañazos».
Al reconciliarse las hermanas, se le permite a Yant interrogar delicadamente a Brooke.
Cuando le pregunta si todavía cree que Elkins es culpable, ella inmediatamente replica, «Siempre tuve dudas».
Nuevamente, la declaración de Brooke precipita una cadena de acontecimientos. Otros integrantes de la familia empiezan a convencerse de la inocencia de Elkins. En mayo de 2002, Brooke retracta su testimonio pero el tribunal rechaza su retractación por considerar que fue provocada por la presión familiar.
Mientras tanto, el 28 de abril de 2002, una historia publicada en el Akron Beacon Journal atrapa la atención de Melinda. La misma comienza diciendo, «Earl Eugene Mann…ante el tribunal, enfrentando una posible condena perpetua por la violación de tres pequeñas niñas».
Mann, el novio de Tonia Brasiel, tiene un largo historial de crímenes violentos pero la policía lo había descartado como un sospechoso cuando se concentraron en Elkins.
El camino que surge hacia la exoneración resulta lo suficientemente tortuoso como para ser un episodio de la Ley y el Orden. Con la asistencia del Ohio Innocence Project y la lucha contra un fiscal intransigente, Melinda consigue las pruebas de ADN que excluyen a su esposo de la escena del crimen. No obstante, el 14 de Julio de 2005, se le niega a Elkins un nuevo proceso.
Finalmente, un fiscal del estado que está procurando la nominación republicana como candidato a gobernador se interesa y hace que tanto la presión política como la atención de los medios carguen sobre el caso. Solamente cuando Mann confiesa el crimen el estado de Ohio admite su error.
Varias enseñanzas pueden extraerse de este caso. Por ejemplo, las acusaciones no deberían ser creídas de inmediato, especialmente si son inconsistentes o rebatidas por la evidencia.
La moraleja que surge aquí, sin embargo, es la de que las victimas originales de un crimen-en este caso, Brooke y su abuela-son adicionalmente victimizadas cuando un sistema no respeta a las rigurosas salvaguardias pensadas para proteger al acusado.
No fueron meramente Elkins y su familia quienes sufrieron sino también cualquiera que buscaba justicia. El verdadero beneficiario de los estándares suavizados fue Mann que se encontró libre para violar a otras niñas mientras Elkins estaba en prisión por su crimen.
Traducido por Gabriel Gasave
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