Pagando el precio de la libertad de expresión

19 de marzo, 2001

Durante un viaje a la ciudad de Berkeley, California, el pasado mes de enero, adquirí una calcomanía para mi automóvil en un puesto callejero ubicado en la Avenida Telegraph.

Era una reliquia del Movimiento por la Libertad de Expresión de los años »60, que decía: “Hablar es barato. La Libre Expresión no”. En ese momento, recuerdo haber pensado acerca de cómo el significado de la calcomanía resuena probablemente más ruidosamente fuera que dentro de la Puerta Sather de la University of California. Después de todo, era conciente de que en los últimos años mi alma mater había atestiguado muchas transgresiones en contra de la libertad de expresión. Como es bien sabido, Berkeley no está sola en esto.

Mis sospechas fueron confirmadas unas pocas semanas atrás, cuando el Daily Californian (el periódico estudiantil) publicó el anuncio del conservador David Horowitz, oponiéndose a los resarcimientos por la esclavitud. Pese a ser de alto impacto, el aviso no era racista. Sin atender esa circunstancia, las agraviadas agrupaciones de estudiantes exigieron una retractación.

En vez de aprovechar la ocasión para involucrarse en la cuestión de las reparaciones o para debatir respecto de los pro y los contra de la libertad de opinión, el Daily Californian eligió la salida fácil, evitando la presión al disculparse y prometer que nunca más volvería a publicar una declaración como esa. Queda en claro de manera creciente, que el Movimiento por la Libertad de Expresión ha dado lugar al Movimiento por ser Libre de tener que Expresarse.

El ceder ante la presión encarnizada es algo demasiado humano. Pero una verdad desagradable no desaparecerá simplemente: las libertades civiles y la libertad solamente pueden prevalecer si los individuos a quien se le encomendó su cuidado están deseosos de actuar de una manera principista cuando surge la presión. Por ejemplo, cuando un jurado se encuentra bajo una intensa presión social para condenar a un acusado, nadie puede sostener que el mismo cumple con su deber constitucional o social si cede a esta fuerza en lugar de considerar la culpabilidad o la inocencia del acusado conforme a derecho. La libertad de expresión tiene el mismo estatus constitucional que el derecho a un juicio justo.

Por este motivo es que la historia aparecido en el Badger Herald resulta tan inspiradora. El Herald es uno de los dos periódicos estudiantiles en la University of Wisconsin, en Madison -una escuela a la que muchos consideran la Berkeley del Oeste Medio- y es estimado como el diario de la corriente mayoritaria en el campo universitario.

La semana pasada, el Herald publicó el aviso de Horowitz. De inmediato, la protesta estudiantil entró en erupción. Sin duda alguna, con el sentimiento fortalecido por el precedente de Berkeley, los activistas demandaron que el Herald emitiese una disculpa formal y una promesa de no volver a publicar jamás tal clase de material. Todos los involucrados supieron de inmediato que un momento decisivo para a libertad de expresión estaba próximo.

Dos años atrás, el directorio del Herald se rindió cuando un numeroso grupo, encrespado respecto de una caricatura, ocupó las oficinas del diario y se negó a abandonarlas hasta que los directores publicaron una disculpa que satisficiera a los manifestantes. Tal claudicación tuvo un resultado predecible: durante el transcurso del siguiente año, el periódico padeció en una conmoción. Pero las cosas mejoraron el año pasado bajo el liderazgo de Christopher Tenant. Y este año, los conductores del Herald prometieron estar mejor preparados para lidiar con la controversia siempre y cuando se diera la oportunidad.

El semestre pasado, el director de la página editorial, Hasdai Westbrook estableció el escenario para la más última de las confrontaciones, al emprender una concienzuda campaña para publicar provocativos artículos de opinión provenientes de todo el espectro político. Por sus esfuerzos en nombre del recinto universitario, Westbrook tuvo que hacer frente a varios reclamos amenazadores. Pero no cedió.

En un ámbito más amplio, en los últimos años una coalición formada por activistas pertenecientes al personal docente y al alumnado han ganado varias batallas sin precedentes por las libertades civiles, las que involucraban reformas al debido proceso y la abolición de los códigos de expresión y de las urnas para los reclamos anónimos. El staff del Herald ha interactuado de manera constante con esta coalición. El ambiente institucional ha virado decididamente en la dirección de la libertad de expresión.

Un ambiente de libre expresión es importante, pero los individuos en el cruce de la presión aún deben armarse de coraje para hacer lo correcto. La semana pasada, el nuevo directorio del Herald hizo precisamente eso. Conducido por su director en jefe Julie Bosman y el director asociado Alex Conant -a quienes se les unieran Mike Harrison, Ethan Rouen, y Rebecca Vlamis-el mismo votó por 5 votos contra 0 por no disculparse por el anuncio de Horowitz. En una declaración editorial, el directorio reafirmó su compromiso con la Quinta Enmienda, y dio la bienvenida a los críticos para que escribieran artículos en sus páginas.

Sin ser desalentados, los activistas realizaron una manifestación intimidatoria frente a la sede central del Herald, exigiendo que la administración de la universidad sancionara a los miembros de la junta directiva. La policía de Madison tuvo que permanecer tras las puertas cerradas del recinto para proteger al staff. Pero en la actualidad, el personal del Herald se encuentran sintiendo la fortaleza especial que proviene de respetar su conciencia intelectual, razón por la cual la realzada presión solamente fortaleció su resolución.

A pesar de que la controversia está lejos de concluir, los dirigentes administrativos universitarios han señalado que el Herald ha actuado dentro de los derechos que le concede la Quinta Enmienda. Y el Herald ha recibido avalanchas de cartas de congratulación de parte de ex integrantes de su staff y de simpatizantes de todo el país.

Desde su aparición en los medios de comunicación nacionales, Bosman ha recibido más de 150 correos electrónicos, de los cuales tan solo dos eran críticos a la posición del Herald.

Tomando prestadas palabras de Bruce Springsteen, el Herald se ha ganado el respeto debido a que tuvo fe en defender sus convicciones. Tal vez, la posta del Movimiento por la Libertad de Expresión haya pasado a Madison.

Traducido por Gabriel Gasave

  • es Investigador Asociado en el Independent Institute y profesor de Ciencias Políticas, Derecho, y Periodismo en la University of Wisconsin, Madison.

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