Irlanda fue una de las economías más dinámicas del mundo durante los años 90. Otras regiones, incluida Arizona, desean emular el éxito de Irlanda. Lamentablemente, dos de los más elocuentes defensores del modelo irlandés, la gobernadora Janet Napolitano y el presidente de la Arizona State University Michael Crow, han aprendido las lecciones equivocadas del éxito de Irlanda. Si Arizona sigue sus recomendaciones el estado no alcanzará la ‘suerte del irlandés’ en materia económica.
Irlanda se catapultó desde un estándar de vida que era tan solo alrededor de dos tercios del nivel promedio de la Unión Europea en 1985, a uno de los países más ricos de Europa en 2000. El desempeño de Irlanda a finales de los 90 fue particularmente impresionante—su economía creció casi el 10 por ciento anualmente. La gobernadora Napolitano y el presidente de la ASU Crow atribuyen este éxito a la planificación industrial del gobierno y los subsidios para la investigación científica. Desafortunadamente para Arizona, están equivocados.
En marzo pasado, para emular el éxito de Irlanda, la Arizona Science Foundation (Fundación para la Ciencia de Arizona) contrató a William Harris, quien previamente dirigió la Science Foundation Ireland (Fundación para la Ciencia de Irlanda). Sin embargo la Science Foundation Ireland fue creada recién en 2000. Para entonces, la mayor parte del dramático crecimiento de Irlanda ya había ocurrido. En verdad, desde su creación el crecimiento económico de Irlanda ha promediado aproximadamente la mitad de lo que era a finales de los 90. La Science Foundation Ireland claramente no jugó un papel en la transformación de Irlanda.
Los arizonanianos también le conceden erróneamente crédito a la Industrial Development Authority (Autoridad para el Desarrollo Industrial) por el auge económico de Irlanda. La Autoridad se supone que debe atraer empresas a Irlanda. La Industrial Development Authority existía durante el auge de Irlanda. Sin embargo, ha existido desde 1949. En los años 60 se le otorgó un rol expandido en la industrialización de la economía irlandesa. Si esta agencia fue la principal impulsora del crecimiento en la economía irlandesa, el crecimiento debería haber llegado mucho antes de los 90. El presupuesto de la Autoridad fue en verdad recortado justo antes del crecimiento de Irlanda.
La importancia de la libertad económica es la verdadera lección de Irlanda. Durante años el gobierno irlandés interfirió con el mercado a través de la tributación, el gasto, la reglamentación y la inflación. El resultado de las políticas despilfarradoras del gobierno fue una crisis fiscal a mediados de la década del 80. Los políticos se vieron obligados a recortar el gasto o el gobierno estaba encaminándose a declarar la cesación de pagos de su deuda o enfrentar una intervención del FMI. Los irlandeses lidiaron con la crisis mediante un masivo recorte de los gastos en 1987 y 1988.
La reducción del gasto de 1987 eliminó el déficit presupuestario y para 1990 la fenomenal deuda de Irlanda se había reducido desde un nivel máximo del 116 por ciento del PBI hasta retroceder por debajo del 100 por ciento. A pesar de que los motivos irlandeses no fueron ideológicos, el resultado de los recortes en el gasto y el crecimiento fue que el gasto gubernamental como un porcentaje de la economía se contrajo desde el 55 por ciento en 1985 al 41 por ciento para 1990.
Irlanda se embarcó en una serie de recortes impositivos una vez que el tamaño del gobierno se redujo y el problema de la deuda fue resuelto. El impuesto a las ganancias fue reducido en múltiples oportunidades. La tasa del impuesto a las ganancias para el personal jerárquico cayó desde el 65 por ciento en 1985 al 44 por ciento para 2001. La tasa estándar del impuesto a las ganancias pasó de más del 35 por ciento al 22 por ciento. Los impuestos a las ganancias empresariales fueron rebajados desde el 40 por ciento en 1996 al 20 por ciento para 2000. Un impuesto especial con una tasa del 10 por ciento fue ofrecido en algunas localidades y a industrias en particular pero esto ha sido desde entonces reducido paulatinamente y en la actualidad la tasa estándar del impuesto a las empresas ha sido disminuida al 12,5 por ciento.
La drástica reducción del gasto gubernamental y los impuestos eran las últimas piezas que faltaban de la libertad económica en Irlanda. Al igual que Arizona, Irlanda ya poseí un sólido Estado de derecho, un comercio internacional medianamente libre y un contexto monetario estable. Estas últimas piezas faltantes de la libertad económica se combinaron con las libertades existentes para proporcionar el catalizador que lanzó al Tigre Celta. En 1995 durante el crecimiento de Irlanda, y justo antes del crecimiento verdaderamente rápido del tigre, Irlanda ocupaba el 5º puesto en el índice de Libertad Económica del Mundo. Desde 2000 su calificación y ubicación en la tabla han retrocedido ligeramente y del mismo modo lo ha hecho el crecimiento de Irlanda.
La lección de Irlanda es que Arizona debería incrementar de manera dramática sus libertades económicas si desea crecer. Arizona ya califica bastante bien en materia de libertad comparada con muchos estados de los EE.UU. pero todavía va a la zaga de algunos vecinos. La tributación y el gasto gubernamental en particular retrazan la calificación general de Arizona. Si la conducción de Arizona desea emular el éxito de Irlanda debería estar reduciendo fuertemente los impuestos y el gasto—no subsidiando a la ciencia y planificando la política industrial. Mejorar la libertad económica de Arizona, en palabras de un comercial de Guinness, sería ‘¡brillante!’.
Traducido por Gabriel Gasave
La lección del Día de San Patricio para Arizona
Irlanda fue una de las economías más dinámicas del mundo durante los años 90. Otras regiones, incluida Arizona, desean emular el éxito de Irlanda. Lamentablemente, dos de los más elocuentes defensores del modelo irlandés, la gobernadora Janet Napolitano y el presidente de la Arizona State University Michael Crow, han aprendido las lecciones equivocadas del éxito de Irlanda. Si Arizona sigue sus recomendaciones el estado no alcanzará la ‘suerte del irlandés’ en materia económica.
Irlanda se catapultó desde un estándar de vida que era tan solo alrededor de dos tercios del nivel promedio de la Unión Europea en 1985, a uno de los países más ricos de Europa en 2000. El desempeño de Irlanda a finales de los 90 fue particularmente impresionante—su economía creció casi el 10 por ciento anualmente. La gobernadora Napolitano y el presidente de la ASU Crow atribuyen este éxito a la planificación industrial del gobierno y los subsidios para la investigación científica. Desafortunadamente para Arizona, están equivocados.
En marzo pasado, para emular el éxito de Irlanda, la Arizona Science Foundation (Fundación para la Ciencia de Arizona) contrató a William Harris, quien previamente dirigió la Science Foundation Ireland (Fundación para la Ciencia de Irlanda). Sin embargo la Science Foundation Ireland fue creada recién en 2000. Para entonces, la mayor parte del dramático crecimiento de Irlanda ya había ocurrido. En verdad, desde su creación el crecimiento económico de Irlanda ha promediado aproximadamente la mitad de lo que era a finales de los 90. La Science Foundation Ireland claramente no jugó un papel en la transformación de Irlanda.
Los arizonanianos también le conceden erróneamente crédito a la Industrial Development Authority (Autoridad para el Desarrollo Industrial) por el auge económico de Irlanda. La Autoridad se supone que debe atraer empresas a Irlanda. La Industrial Development Authority existía durante el auge de Irlanda. Sin embargo, ha existido desde 1949. En los años 60 se le otorgó un rol expandido en la industrialización de la economía irlandesa. Si esta agencia fue la principal impulsora del crecimiento en la economía irlandesa, el crecimiento debería haber llegado mucho antes de los 90. El presupuesto de la Autoridad fue en verdad recortado justo antes del crecimiento de Irlanda.
La importancia de la libertad económica es la verdadera lección de Irlanda. Durante años el gobierno irlandés interfirió con el mercado a través de la tributación, el gasto, la reglamentación y la inflación. El resultado de las políticas despilfarradoras del gobierno fue una crisis fiscal a mediados de la década del 80. Los políticos se vieron obligados a recortar el gasto o el gobierno estaba encaminándose a declarar la cesación de pagos de su deuda o enfrentar una intervención del FMI. Los irlandeses lidiaron con la crisis mediante un masivo recorte de los gastos en 1987 y 1988.
La reducción del gasto de 1987 eliminó el déficit presupuestario y para 1990 la fenomenal deuda de Irlanda se había reducido desde un nivel máximo del 116 por ciento del PBI hasta retroceder por debajo del 100 por ciento. A pesar de que los motivos irlandeses no fueron ideológicos, el resultado de los recortes en el gasto y el crecimiento fue que el gasto gubernamental como un porcentaje de la economía se contrajo desde el 55 por ciento en 1985 al 41 por ciento para 1990.
Irlanda se embarcó en una serie de recortes impositivos una vez que el tamaño del gobierno se redujo y el problema de la deuda fue resuelto. El impuesto a las ganancias fue reducido en múltiples oportunidades. La tasa del impuesto a las ganancias para el personal jerárquico cayó desde el 65 por ciento en 1985 al 44 por ciento para 2001. La tasa estándar del impuesto a las ganancias pasó de más del 35 por ciento al 22 por ciento. Los impuestos a las ganancias empresariales fueron rebajados desde el 40 por ciento en 1996 al 20 por ciento para 2000. Un impuesto especial con una tasa del 10 por ciento fue ofrecido en algunas localidades y a industrias en particular pero esto ha sido desde entonces reducido paulatinamente y en la actualidad la tasa estándar del impuesto a las empresas ha sido disminuida al 12,5 por ciento.
La drástica reducción del gasto gubernamental y los impuestos eran las últimas piezas que faltaban de la libertad económica en Irlanda. Al igual que Arizona, Irlanda ya poseí un sólido Estado de derecho, un comercio internacional medianamente libre y un contexto monetario estable. Estas últimas piezas faltantes de la libertad económica se combinaron con las libertades existentes para proporcionar el catalizador que lanzó al Tigre Celta. En 1995 durante el crecimiento de Irlanda, y justo antes del crecimiento verdaderamente rápido del tigre, Irlanda ocupaba el 5º puesto en el índice de Libertad Económica del Mundo. Desde 2000 su calificación y ubicación en la tabla han retrocedido ligeramente y del mismo modo lo ha hecho el crecimiento de Irlanda.
La lección de Irlanda es que Arizona debería incrementar de manera dramática sus libertades económicas si desea crecer. Arizona ya califica bastante bien en materia de libertad comparada con muchos estados de los EE.UU. pero todavía va a la zaga de algunos vecinos. La tributación y el gasto gubernamental en particular retrazan la calificación general de Arizona. Si la conducción de Arizona desea emular el éxito de Irlanda debería estar reduciendo fuertemente los impuestos y el gasto—no subsidiando a la ciencia y planificando la política industrial. Mejorar la libertad económica de Arizona, en palabras de un comercial de Guinness, sería ‘¡brillante!’.
Traducido por Gabriel Gasave
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