La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su equivalente: un devastador documental exhibido recientemente en la televisión británica, que también ha sido visto por millones de personas en Internet. A pesar de su título rimbombante, La gran estafa del calentamiento global está basado en una ciencia correcta al registrar las declaraciones de verdaderos científicos climáticos, incluido yo. Una verdad inconveniente principalmente registra a un político.
Los argumentos científicos presentados en La gran estafa del calentamiento global pueden ser reseñados muy sucintamente:
1. No existe absolutamente ninguna prueba de que el calentamiento actual sea causado por el crecimiento de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas, tal como la generación de energía de la combustión de carburantes. Observaciones en núcleos de hielo demuestran que los aumentos de la temperatura han precedido a—no resultado de—los incrementos en el CO2, por cientos de años, sugiriendo que el calentamiento de los océanos es una fuente importante del aumento del CO2 atmosférico. Tal como el dominante gas de efecto invernadero, el vapor de agua es más, mucho más importante que el CO2, aún no manipulado bien por los modelos climáticos—y, en cualquier caso, fuera de nuestro control. Los modelos de efecto invernadero tampoco pueden explicar el enfriamiento observado durante gran parte del siglo pasado (1940–75), ni los patrones de calentamiento observados—a los que denominamos “huellas digitales”. Por ejemplo, la Antártida se está enfriando mientras que los modelos predicen calentamiento. Y allí donde los modelos pronostican que la atmósfera media se calienta más rápido que la superficie, las observaciones muestran exactamente lo contrario.
Pero la mejor evidencia que tenemos apoya a las causas naturales—cambios en la nubosidad vinculados a las variaciones regulares en la actividad solar. Así, el calentamiento actual es probablemente parte de un ciclo natural de calentamiento y enfriamiento climático que se remonta a casi un millón de años. Ello explica el “período calido medieval” alrededor de 1.100 D.C., cuando los vikingos fueron capaces de establecerse en Groenlandia y realizar cultivos, y la “pequeña edad de hielo”, desde aproximadamente 1.400 a 1.850 D.C, que trajo inviernos severos y veranos fríos a Europa, con cosechas que fracasaron, hambrunas, enfermedades y miseria generalizada. Se han realizado intentos para sostener que el calentamiento actual es “inusual”; un análisis espurio de los anillos de árboles y otra información de fuentes indirectas trató de negar la existencia de estos cambios climáticos históricos; pero el resultado de este denominado “palo de hockey”, que las temperaturas terrestres han sido constantes hasta las décadas recientes, ha sido en la actualidad ampliamente desacreditado.
2. Si la causa del calentamiento es mayormente natural, entonces es poco lo que podemos hacer al respecto. No podemos influir en el inconstante sol, el origen probable de la mayor parte de la variabilidad climática. Ninguno de los planes de mitigación actualmente circulando por ahí servirán de algo; son todos irrelevantes, inútiles e insensatamente costosos:
- El control de las emisiones de CO2, ya sea mediante el racionamiento o la elaboración de esquemas de limites e intercambio
- La antieconómica energía “alternativa”, tal como el etanol y la poco práctica “economía del hidrógeno”
- Instalaciones masivas de turbinas de viento y colectoras solares
- Proyectos propuestos para el secuestro del CO2 de las chimeneas o incluso de la atmósfera
Irónicamente, todos estos planes serían ineficaces incluso si el CO2 fuese responsable de la tendencia de calentamiento observada—a menos que pudiésemos persuadir a cada nación, incluida China, de recortar el uso de combustible ¡un 80 por ciento!
3. Finalmente, nadie puede demostrar que un clima más cálido produciría impactos negativos en general. La muy temida suba en los niveles del mar no parece depender de las modificaciones de la temperatura en el corto plazo, dado que los aumentos del nivel mar han sido permanentes desde la última edad de hielo, hace 10.000 años. De hecho, muchos economistas sostienen que lo opuesto es más probable—que el calentamiento produzca un beneficio neto, que incremente los ingresos y los estándares de vida. Todos concuerdan en que un clima más frío sería malo. ¿Por lo tanto por qué el clima actual sería el óptimo? Seguramente, las probabilidades a favor de esto deben ser sumamente pequeñas, y la historia de los calentamientos climáticos pasados lo confirma.
Pero el mensaje principal de La gran estafa del calentamiento global es mucho más amplio. ¿Por qué deberíamos dedicar nuestros escasos recursos a lo que esencialmente no es un problema, e ignorar los verdaderos problemas que enfrenta el mundo: hambruna, enfermedad, negación de los derechos humanos—para no mencionar a las amenazas del terrorismo y las armas nucleares? ¿Y estamos verdaderamente preparados para lidiar con los desastres naturales; con las pandemias que pueden aniquilar a gran parte de la raza humana, o incluso con el impacto de un asteroide, tal como el que exterminó a los dinosaurios? No obstante los políticos y las elites en gran parte del mundo prefieren entretenerse con y dedicar nuestros limitados recursos a los temas de moda, en vez de concentrarse en los reales. Tan solo considérense las espeluznantes predicciones que emanan de figuras mundiales supuestamente responsables: el científico en jefe del Partido Laborista de Gran Bretaña nos dice que a menos que impermeabilicemos nuestras casas y usemos bombillas de luz más eficientes, la Antártida será el único continente habitable para 2100, con unas pocas parejas reproductoras sobrevivientes propagando a la raza humana. ¡En serio!
Imagino que en un futuro no demasiado distante, todo esta histeria habrá desaparecido, particularmente si el clima decide enfriarse—tal como lo hizo durante gran parte del siglo pasado; debería tomarse nota aquí que no se ha calentado desde 1998. Las generaciones futuras mirarán hacia atrás a la locura actual y se preguntarán de qué se trataba todo eso. Tendrán películas como Una verdad inconveniente y documentales como La gran estafa del calentamiento global para recordárselo.
Traducido por Gabriel Gasave
La gran estafa del calentamiento global
La película de Al Gore Una verdad inconveniente, se ha encontrado con su equivalente: un devastador documental exhibido recientemente en la televisión británica, que también ha sido visto por millones de personas en Internet. A pesar de su título rimbombante, La gran estafa del calentamiento global está basado en una ciencia correcta al registrar las declaraciones de verdaderos científicos climáticos, incluido yo. Una verdad inconveniente principalmente registra a un político.
Los argumentos científicos presentados en La gran estafa del calentamiento global pueden ser reseñados muy sucintamente:
1. No existe absolutamente ninguna prueba de que el calentamiento actual sea causado por el crecimiento de los gases de efecto invernadero de las actividades humanas, tal como la generación de energía de la combustión de carburantes. Observaciones en núcleos de hielo demuestran que los aumentos de la temperatura han precedido a—no resultado de—los incrementos en el CO2, por cientos de años, sugiriendo que el calentamiento de los océanos es una fuente importante del aumento del CO2 atmosférico. Tal como el dominante gas de efecto invernadero, el vapor de agua es más, mucho más importante que el CO2, aún no manipulado bien por los modelos climáticos—y, en cualquier caso, fuera de nuestro control. Los modelos de efecto invernadero tampoco pueden explicar el enfriamiento observado durante gran parte del siglo pasado (1940–75), ni los patrones de calentamiento observados—a los que denominamos “huellas digitales”. Por ejemplo, la Antártida se está enfriando mientras que los modelos predicen calentamiento. Y allí donde los modelos pronostican que la atmósfera media se calienta más rápido que la superficie, las observaciones muestran exactamente lo contrario.
Pero la mejor evidencia que tenemos apoya a las causas naturales—cambios en la nubosidad vinculados a las variaciones regulares en la actividad solar. Así, el calentamiento actual es probablemente parte de un ciclo natural de calentamiento y enfriamiento climático que se remonta a casi un millón de años. Ello explica el “período calido medieval” alrededor de 1.100 D.C., cuando los vikingos fueron capaces de establecerse en Groenlandia y realizar cultivos, y la “pequeña edad de hielo”, desde aproximadamente 1.400 a 1.850 D.C, que trajo inviernos severos y veranos fríos a Europa, con cosechas que fracasaron, hambrunas, enfermedades y miseria generalizada. Se han realizado intentos para sostener que el calentamiento actual es “inusual”; un análisis espurio de los anillos de árboles y otra información de fuentes indirectas trató de negar la existencia de estos cambios climáticos históricos; pero el resultado de este denominado “palo de hockey”, que las temperaturas terrestres han sido constantes hasta las décadas recientes, ha sido en la actualidad ampliamente desacreditado.
2. Si la causa del calentamiento es mayormente natural, entonces es poco lo que podemos hacer al respecto. No podemos influir en el inconstante sol, el origen probable de la mayor parte de la variabilidad climática. Ninguno de los planes de mitigación actualmente circulando por ahí servirán de algo; son todos irrelevantes, inútiles e insensatamente costosos:
Irónicamente, todos estos planes serían ineficaces incluso si el CO2 fuese responsable de la tendencia de calentamiento observada—a menos que pudiésemos persuadir a cada nación, incluida China, de recortar el uso de combustible ¡un 80 por ciento!
3. Finalmente, nadie puede demostrar que un clima más cálido produciría impactos negativos en general. La muy temida suba en los niveles del mar no parece depender de las modificaciones de la temperatura en el corto plazo, dado que los aumentos del nivel mar han sido permanentes desde la última edad de hielo, hace 10.000 años. De hecho, muchos economistas sostienen que lo opuesto es más probable—que el calentamiento produzca un beneficio neto, que incremente los ingresos y los estándares de vida. Todos concuerdan en que un clima más frío sería malo. ¿Por lo tanto por qué el clima actual sería el óptimo? Seguramente, las probabilidades a favor de esto deben ser sumamente pequeñas, y la historia de los calentamientos climáticos pasados lo confirma.
Pero el mensaje principal de La gran estafa del calentamiento global es mucho más amplio. ¿Por qué deberíamos dedicar nuestros escasos recursos a lo que esencialmente no es un problema, e ignorar los verdaderos problemas que enfrenta el mundo: hambruna, enfermedad, negación de los derechos humanos—para no mencionar a las amenazas del terrorismo y las armas nucleares? ¿Y estamos verdaderamente preparados para lidiar con los desastres naturales; con las pandemias que pueden aniquilar a gran parte de la raza humana, o incluso con el impacto de un asteroide, tal como el que exterminó a los dinosaurios? No obstante los políticos y las elites en gran parte del mundo prefieren entretenerse con y dedicar nuestros limitados recursos a los temas de moda, en vez de concentrarse en los reales. Tan solo considérense las espeluznantes predicciones que emanan de figuras mundiales supuestamente responsables: el científico en jefe del Partido Laborista de Gran Bretaña nos dice que a menos que impermeabilicemos nuestras casas y usemos bombillas de luz más eficientes, la Antártida será el único continente habitable para 2100, con unas pocas parejas reproductoras sobrevivientes propagando a la raza humana. ¡En serio!
Imagino que en un futuro no demasiado distante, todo esta histeria habrá desaparecido, particularmente si el clima decide enfriarse—tal como lo hizo durante gran parte del siglo pasado; debería tomarse nota aquí que no se ha calentado desde 1998. Las generaciones futuras mirarán hacia atrás a la locura actual y se preguntarán de qué se trataba todo eso. Tendrán películas como Una verdad inconveniente y documentales como La gran estafa del calentamiento global para recordárselo.
Traducido por Gabriel Gasave
Cambio climáticoCiencia y políticas públicasEnergía y medioambienteReglamentación
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