¿Debilitará el Premio Nobel de la Paz concedido a Obama la posición de los Estados Unidos en el mundo, tal como preocupa a algunos conservadores? Ellos señalan que el presidente fue nominado apenas doce días después de asumir el cargo, momento en el que no había hecho nada para virtualmente justificar su selección. Rush Limbaugh se preocupa de que el premio «castrará» su presidencia, alentando a Obama a mantener su política exterior supuestamente pacifista y no hacerle frente a Irán. Lamentablemente, el verdadero problema es muy disímil.
Es válido afirmar que Obama no había logrado virtualmente nada en el momento de su nominación. Y no obstante, uno podría argumentar, desde una perspectiva favorable a la paz, que era mucho más merecedor del galardón en aquel entonces de lo que es ahora. En esa época, estaba realizando gestos diplomáticos para revertir el tono beligerante de la administración Bush. Estaba anunciando el fin de una era de la tortura, las detenciones indefinidas, la retención de sospechosos en Guantánamo sin un habeas corpus y una política exterior de hacer la guerra de manera imprudente, específicamente en Irak. Parecía como que deseaba hacer de los Estados Unidos una nación menos agresiva.
Desde entonces, la verdadera tragedia de la presidencia de Obama ha comenzado a desplegarse, y sin embargo la mayoría de los comentaristas la han ignorado por razones partidistas. La izquierda ha hecho hincapié en sus diferencias retóricas con Bush. La derecha ha afirmado que está estrujando a las fuerzas armadas y deshaciendo los «éxitos» de la guerra contra el terror de Bush al mimar a los sospechados de terrorismo y ser renuente a bombardear a los extranjeros.
En verdad, Obama ha aumentado los gastos militares. Esencialmente ha revertido la esencia de la política de Bush sobre las detenciones indefinidas y las comisiones militares y ha luchado para privar a cientos de prisioneros en Bagram, en Afganistán de la protección del hábeas corpus, aun después de que un juez federal designado por Bush determinó que las mismas protecciones que alcanzan a Guantánamo deberían aplicarse a muchos casos en Bagram. Obama ha bregado por una revisión de la Ley de Libertad de Información para ocultar la evidencia fotográfica de la tortura y ha protegido a sus predecesores en el Poder Ejecutivo de cualquier responsabilidad legal por sus crímenes.
El presidente ha intensificado la guerra en Afganistán, una guerra que ha perdurado mucho más tiempo que la Primera y Segunda Guerra Mundial combinadas. El mismo día en que Obama fue galardonado con el premio, se encontraba considerando una escalada mucho más dramática. Ha matado a un número indeterminado de civiles, incluidos los que asistían a una fiesta de bodas que resultó destruida conspicuamente por los bombardeos estadounidenses. En el primer semestre de 2009, cuando casi el 90% del tiempo estuvo bajo la mirada de Obama, las bajas civiles en Afganistán alcanzaron cifras récord según la ONU. Obama ha incrementado los ataques teledirigidos en Pakistán, contribuyendo a un desastre humanitario por fomentar el desplazamiento masivo de civiles. Invadió Somalia. Tampoco ha hecho nada para reducir la presencia imperial de los Estados Unidos en todo el mundo.
En cuanto a Irán, la Casa Blanca todavía sigue discurriendo sanciones más severas o incluso la guerra, lo que sería una calamidad. Obama, al igual que Bush, ha tergiversado la amenaza de Irán y está según se dice contemplando una misión de bombardeo. Al menos, la administración desea más sanciones comerciales, lo cual también podría ser considerado un acto de guerra.
Obama probablemente merece el premio tanto como algunos beneficiarios anteriores, como Henry Kissinger y Woodrow Wilson, pero sigue siendo aborrecible ver a cualquier belicista obtenerlo. Dice algo perverso acerca de lo que “establishment” estima como un activismo en favor de la paz.
El verdadero problema con el Nobel de Obama no es que tal vez lo castrará, sino que pueda envalentonarlo. En el nombre de la paz, él y los presidentes anteriores han mantenido a los Estados Unidos en un virtual estado de guerra perpetua por tres generaciones. El Nobel es una señal para Obama de que puede seguir hablando como un hombre de paz incluso mientras actúa como un maestro de la guerra. Los partidarios de Obama, pensando que sería menos beligerante contra Irán que McCain, ahora tienen más motivos para preocuparse.
Traducido por Gabriel Gasave
El verdadero problema con el Nobel de Obama
¿Debilitará el Premio Nobel de la Paz concedido a Obama la posición de los Estados Unidos en el mundo, tal como preocupa a algunos conservadores? Ellos señalan que el presidente fue nominado apenas doce días después de asumir el cargo, momento en el que no había hecho nada para virtualmente justificar su selección. Rush Limbaugh se preocupa de que el premio «castrará» su presidencia, alentando a Obama a mantener su política exterior supuestamente pacifista y no hacerle frente a Irán. Lamentablemente, el verdadero problema es muy disímil.
Es válido afirmar que Obama no había logrado virtualmente nada en el momento de su nominación. Y no obstante, uno podría argumentar, desde una perspectiva favorable a la paz, que era mucho más merecedor del galardón en aquel entonces de lo que es ahora. En esa época, estaba realizando gestos diplomáticos para revertir el tono beligerante de la administración Bush. Estaba anunciando el fin de una era de la tortura, las detenciones indefinidas, la retención de sospechosos en Guantánamo sin un habeas corpus y una política exterior de hacer la guerra de manera imprudente, específicamente en Irak. Parecía como que deseaba hacer de los Estados Unidos una nación menos agresiva.
Desde entonces, la verdadera tragedia de la presidencia de Obama ha comenzado a desplegarse, y sin embargo la mayoría de los comentaristas la han ignorado por razones partidistas. La izquierda ha hecho hincapié en sus diferencias retóricas con Bush. La derecha ha afirmado que está estrujando a las fuerzas armadas y deshaciendo los «éxitos» de la guerra contra el terror de Bush al mimar a los sospechados de terrorismo y ser renuente a bombardear a los extranjeros.
En verdad, Obama ha aumentado los gastos militares. Esencialmente ha revertido la esencia de la política de Bush sobre las detenciones indefinidas y las comisiones militares y ha luchado para privar a cientos de prisioneros en Bagram, en Afganistán de la protección del hábeas corpus, aun después de que un juez federal designado por Bush determinó que las mismas protecciones que alcanzan a Guantánamo deberían aplicarse a muchos casos en Bagram. Obama ha bregado por una revisión de la Ley de Libertad de Información para ocultar la evidencia fotográfica de la tortura y ha protegido a sus predecesores en el Poder Ejecutivo de cualquier responsabilidad legal por sus crímenes.
El presidente ha intensificado la guerra en Afganistán, una guerra que ha perdurado mucho más tiempo que la Primera y Segunda Guerra Mundial combinadas. El mismo día en que Obama fue galardonado con el premio, se encontraba considerando una escalada mucho más dramática. Ha matado a un número indeterminado de civiles, incluidos los que asistían a una fiesta de bodas que resultó destruida conspicuamente por los bombardeos estadounidenses. En el primer semestre de 2009, cuando casi el 90% del tiempo estuvo bajo la mirada de Obama, las bajas civiles en Afganistán alcanzaron cifras récord según la ONU. Obama ha incrementado los ataques teledirigidos en Pakistán, contribuyendo a un desastre humanitario por fomentar el desplazamiento masivo de civiles. Invadió Somalia. Tampoco ha hecho nada para reducir la presencia imperial de los Estados Unidos en todo el mundo.
En cuanto a Irán, la Casa Blanca todavía sigue discurriendo sanciones más severas o incluso la guerra, lo que sería una calamidad. Obama, al igual que Bush, ha tergiversado la amenaza de Irán y está según se dice contemplando una misión de bombardeo. Al menos, la administración desea más sanciones comerciales, lo cual también podría ser considerado un acto de guerra.
Obama probablemente merece el premio tanto como algunos beneficiarios anteriores, como Henry Kissinger y Woodrow Wilson, pero sigue siendo aborrecible ver a cualquier belicista obtenerlo. Dice algo perverso acerca de lo que “establishment” estima como un activismo en favor de la paz.
El verdadero problema con el Nobel de Obama no es que tal vez lo castrará, sino que pueda envalentonarlo. En el nombre de la paz, él y los presidentes anteriores han mantenido a los Estados Unidos en un virtual estado de guerra perpetua por tres generaciones. El Nobel es una señal para Obama de que puede seguir hablando como un hombre de paz incluso mientras actúa como un maestro de la guerra. Los partidarios de Obama, pensando que sería menos beligerante contra Irán que McCain, ahora tienen más motivos para preocuparse.
Traducido por Gabriel Gasave
Defensa y política exteriorDiplomacia y ayuda exteriorGobierno y políticaPolítica contemporánea
Artículos relacionados
¿No lo saben?
Muchos de nosotros, que recordamos cuando los europeos del este eran encarcelados tras...
El mundo se enfrenta a la hora de la verdad inflacionaria
La inflación de precios de dos dígitos ya está aquí. Cualquiera que preste...
La revolución de libre mercado de Javier Milei
Algunos de los intentos más exitosos de reformas de libre mercado en la...
Las sanciones están perjudicando más a Occidente que a Rusia
Mientras Rusia sigue pagando un alto precio militar por su cruel invasión de...
Artículos de tendencia
Blogs de tendencia