La regla cardinal de la ciencia es que las hipótesis deben ser probadas. Ni las creencias fuertemente arraigadas ni la buena fe son lo suficientemente buenas.
Resulta extraño entonces que el Buró Federal de Investigaciones (FBI), que invoca a la ciencia cuando utiliza evidencia forense en los procesos judiciales, se niegue a liberar una gran cantidad de datos que podrían reforzar la validez de las pruebas de ADN—o decirnos, tal vez, lo que estamos haciendo mal.
El mes pasado, la revista Science, una publicación científica líder en los Estados Unido, publicó una carta de 41 investigadores, científicos forenses, expertos en estadísticas y académicos legales en la que solicitaban al FBI que conceda a los investigadores calificados acceso al Sistema Nacional de Indexación de ADN (NDIS es su sigla en inglés) del FBI que cuenta ya con quince años de antigüedad. Estuvimos entre los signatarios de la misiva.
El FBI nunca ha publicado los datos del NDIS ni descripto públicamente los resultados de sus propias investigaciones con esos datos. Es hora de ver qué podemos aprender.
El conjunto de datos del NDIS contiene los perfiles genéticos de más de 7 millones de personas, la mayoría de las cuales han sido condenadas por delitos graves, como violación. Además del género del individuo, cada perfil genético se enfoca tan sólo en 13 puntos, o “locis” (de entre los millones que están disponibles), sobre la doble espiral del ADN humano. Los 13 “locis” enfocados parecen ser “no codificados”, lo que implica que la información genética en esos puntos es muy buena para identificar a individuos, pero no tiene ningún rol directo en rasgos tales como el color de ojos o del pelo, o la susceptibilidad a ciertas enfermedades.
La carta a la revista Science solicita al FBI que revele los datos del NDIS después de despojarlos de cualquier información identificatoria que pudiese vincular un perfil de ADN con una persona específica.
El intercambio libre y abierto de datos se encuentra en el corazón mismo del proceso científico. Se espera que los científicos exhiban sus pruebas y compartan sus datos, incluso—y quizás especialmente—cuando los datos no apoyan sus propias teorías.
Los datos del NDIS contienen información acerca de si la práctica de trazar un perfil forense del ADN está en alinea con los datos del ADN. Hay mucho que la ciencia podría aprender de esos datos.
En muchos casos de violación, por ejemplo, el número de “contribuyentes”—es decir el número de individuos que pueden haber tenido contacto sexual con la víctima—es una cuestión importante. Los datos del NDIS podrían ayudarnos a conocer la frecuencia con la que las mixturas de tres personas producen perfiles de ADN que parecen haber sido producidos por apenas dos personas.
El peso estadístico de la correspondencia de un perfil de ADN se encuentra afectado por el número de parientes cercanos en la lista de sospechosos alternativos. El “análisis de consanguineidad” científico de los datos del NDIS permitiría a los investigadores evaluar cómo la probabilidad de una correspondencia está afectada por la presencia o ausencia de familiares en el NDIS.
Los datos también podrían dar información valiosa sobre la frecuencia y las circunstancias bajo las que se producen errores en la información.
Los seres humanos somos en última instancia responsables del procesamiento, interpretación y mantenimiento de los perfiles de ADN ingresados en la base de datos. Una revisión de una base de datos australiana de ADN de delincuentes mucho más pequeña sugiere que los errores se presentan en uno de cada 300 ingresos de datos o menos. Al menos, esto plantea preocupaciones importantes acerca de las oportunidades perdidas para desarrollar pistas para la investigación. Conocer más sobre los tipos de errores que aparecen con mayor frecuencia nos permitirá evitarlos o enmendarlos.
La legislación de 1994 que estableció el NDIS anticipó de manera explícita que los registros de la base de datos se encontrarían disponibles para la investigación y el control de calidad “si la información personalmente identificable es removida”. La liberación de los datos también sería consistente con un memorando presidencial de marzo de 2009 a la agencia federal y los jefes del departamento ejecutivo que estipulaba que: “Si la información científica y tecnológica es desarrollada y utilizada por el gobierno federal, debería normalmente estar disponible para el público”.
Ha llegado el momento de liberar los datos de ADN del FBI para los investigadores calificados. Algunas de las cosas que se descubran podrían llegar a dificultar al gobierno la obtención de condenas en base a las pruebas de ADN.
Pero es en interés de todos que la evidencia científica sea en realidad científica.
Traducido por Gabriel Gasave
Reglas científicas que el FBI debiera acatar
La regla cardinal de la ciencia es que las hipótesis deben ser probadas. Ni las creencias fuertemente arraigadas ni la buena fe son lo suficientemente buenas.
Resulta extraño entonces que el Buró Federal de Investigaciones (FBI), que invoca a la ciencia cuando utiliza evidencia forense en los procesos judiciales, se niegue a liberar una gran cantidad de datos que podrían reforzar la validez de las pruebas de ADN—o decirnos, tal vez, lo que estamos haciendo mal.
El mes pasado, la revista Science, una publicación científica líder en los Estados Unido, publicó una carta de 41 investigadores, científicos forenses, expertos en estadísticas y académicos legales en la que solicitaban al FBI que conceda a los investigadores calificados acceso al Sistema Nacional de Indexación de ADN (NDIS es su sigla en inglés) del FBI que cuenta ya con quince años de antigüedad. Estuvimos entre los signatarios de la misiva.
El FBI nunca ha publicado los datos del NDIS ni descripto públicamente los resultados de sus propias investigaciones con esos datos. Es hora de ver qué podemos aprender.
El conjunto de datos del NDIS contiene los perfiles genéticos de más de 7 millones de personas, la mayoría de las cuales han sido condenadas por delitos graves, como violación. Además del género del individuo, cada perfil genético se enfoca tan sólo en 13 puntos, o “locis” (de entre los millones que están disponibles), sobre la doble espiral del ADN humano. Los 13 “locis” enfocados parecen ser “no codificados”, lo que implica que la información genética en esos puntos es muy buena para identificar a individuos, pero no tiene ningún rol directo en rasgos tales como el color de ojos o del pelo, o la susceptibilidad a ciertas enfermedades.
La carta a la revista Science solicita al FBI que revele los datos del NDIS después de despojarlos de cualquier información identificatoria que pudiese vincular un perfil de ADN con una persona específica.
El intercambio libre y abierto de datos se encuentra en el corazón mismo del proceso científico. Se espera que los científicos exhiban sus pruebas y compartan sus datos, incluso—y quizás especialmente—cuando los datos no apoyan sus propias teorías.
Los datos del NDIS contienen información acerca de si la práctica de trazar un perfil forense del ADN está en alinea con los datos del ADN. Hay mucho que la ciencia podría aprender de esos datos.
En muchos casos de violación, por ejemplo, el número de “contribuyentes”—es decir el número de individuos que pueden haber tenido contacto sexual con la víctima—es una cuestión importante. Los datos del NDIS podrían ayudarnos a conocer la frecuencia con la que las mixturas de tres personas producen perfiles de ADN que parecen haber sido producidos por apenas dos personas.
El peso estadístico de la correspondencia de un perfil de ADN se encuentra afectado por el número de parientes cercanos en la lista de sospechosos alternativos. El “análisis de consanguineidad” científico de los datos del NDIS permitiría a los investigadores evaluar cómo la probabilidad de una correspondencia está afectada por la presencia o ausencia de familiares en el NDIS.
Los datos también podrían dar información valiosa sobre la frecuencia y las circunstancias bajo las que se producen errores en la información.
Los seres humanos somos en última instancia responsables del procesamiento, interpretación y mantenimiento de los perfiles de ADN ingresados en la base de datos. Una revisión de una base de datos australiana de ADN de delincuentes mucho más pequeña sugiere que los errores se presentan en uno de cada 300 ingresos de datos o menos. Al menos, esto plantea preocupaciones importantes acerca de las oportunidades perdidas para desarrollar pistas para la investigación. Conocer más sobre los tipos de errores que aparecen con mayor frecuencia nos permitirá evitarlos o enmendarlos.
La legislación de 1994 que estableció el NDIS anticipó de manera explícita que los registros de la base de datos se encontrarían disponibles para la investigación y el control de calidad “si la información personalmente identificable es removida”. La liberación de los datos también sería consistente con un memorando presidencial de marzo de 2009 a la agencia federal y los jefes del departamento ejecutivo que estipulaba que: “Si la información científica y tecnológica es desarrollada y utilizada por el gobierno federal, debería normalmente estar disponible para el público”.
Ha llegado el momento de liberar los datos de ADN del FBI para los investigadores calificados. Algunas de las cosas que se descubran podrían llegar a dificultar al gobierno la obtención de condenas en base a las pruebas de ADN.
Pero es en interés de todos que la evidencia científica sea en realidad científica.
Traducido por Gabriel Gasave
Ciencia y políticas públicasDelitos, justicia penal y prisionesDerecho y libertadLitigaciónReglamentación
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