Washington, DC— La decisión de Comedy Central, estación de televisión de MTV Networks, una división de Viacom, de censurar un episodio de “South Park” que aludía provocadoramente al profeta Mahoma ilustra el pavor inculcado por el terrorismo islámico en los medios occidentales.
«South Park», la serie animada protagonizada por cuatro personajes infantiles en una ciudad ficticia, satiriza todo tipo de instituciones y verdades establecidas con lenguaje crudo. Sus realizadores celebraron hace poco el episodio número 200 con un par de programas que daba vida a antiguos personajes. En el primero, apareció Mahoma disfrazado con traje de oso, lo que provocó que un grupúsculo de musulmanes de los Estados Unidos amenazara de muerte a Trey Parker y Matt Stone, creadores y directores de la serie, a través de Twitter y el sitio Web “RevolutionMuslim.com”. En respuesta, Comedy Central censuró las partes del segundo programa alusivas a Mahoma dejando la pantalla en negro. La criatura disfrazada de oso se metamorfoseó en Papa Noel.
En uno de sus textos, Zachary Chesser Adán, un pelafustán que abandonó la universidad y ahora escribe basura en Twitter y un sitio Web perteneciente a RevolutionMuslim.com, la organización de doce miembros responsable de las amenazas, pedía a Alá quemar a Stone y Parker en el infierno; en otro predijo que “probablemente terminarán como Theo van Gogh”. El FBI y la policía neoyorquina están investigándolo.
No es difícil comprender la actuación de Comedy Central. La violencia contra los artistas que han dado un trato heterodoxo a Mahoma es conocida. Allí están: Salman Rushdie, el escritor indio blanco de una fatwa iraní; Theo van Gogh, el holandés asesinado en 2004 por su documental “Submission”; el diario danés Jyllands-Posten que gatilló iras homicidas al publicar doce caricaturas del Profeta en 2006; y el político neerlandés Geert Wilders, brutalmente amenazado por su película “Fitna”.
Pero precisamente por estos antecedentes la decisión de censurar la episodio de “South Park” es tan perturbadora. Ya un episodio que satirizaba la forma en que los medios occidentales ceden al chantaje de fanáticos que no toleran las imágenes del Profeta había sido censurado en 2006; el propio Presidente de MTV Networks lamentó más tarde haber cedido a presiones políticas y comerciales. En el caso reciente, el traje de oso no implicaba una burla de Mahoma sino de los medios occidentales que han interiorizado el tabú de Mahoma evitando cualquier representación del Profeta al mismo tiempo que masacran otros iconos espirituales, incluyendo a Jesús, Moisés y Buda (todos los cuales fueron ridiculizados en ese mismo episodio). Uno de los personajes infantiles del programa, dicho de paso, se burla a menudo de los judíos aun cuando uno de los directores es judío.
Comedy Central no habría tenido razón si hubiera censurado el primer episodio, pero empeoró las cosas al propalar el primero sin censura y censurar el segundo en respuesta a las amenazas. Cada vez que un fanático obtiene una victoria contra la libre expresión, algo esencial se pierde.
El derecho de MTV Networks a decidir lo que divulga es incuestionable. De hecho, merece elogios por transmitir “South Park” con regularidad pesar de la presión de organizaciones que denuncian su mala influencia sobre los niños y Torquemadas para quienes las creencias establecidas son intocables. Además, han traído un humor refrescante a la política en otros programas de Comedy Central. Pero eso aumenta en lugar de atenuar la gravedad de la censura al episodio en cuestión.
La vena libertaria de «South Park», parte de cuyo contenido puede ser ofensivo y desagradable, es heredera de una gran tradición occidental que conecta a los griegos con Voltaire y a la Ilustración con los héroes modernos de la Resistencia contra el totalitarismo de Zimbabue, Irán, Birmania, Corea del Norte o Cuba. No hace falta admirar su contenido para apreciar su superioridad moral sobre quienes provocaron la autocensura de MTV Networks y la necesidad de respaldar la libertad de creación.
Hay ocasiones en que propalar imágenes de Mahoma no causa reacción. Un episodio de “South Park” que representó al Profeta en 2001 pasó inadvertido. Otras veces, cuando el odio es azuzado con astucia por los radicales, pueden ser un pretexto para hechos bárbaros. Eso es algo con lo que las sociedades libres tendrán que convivir por mucho tiempo, y que deberán abordar con inteligencia. La autocensura no puede ser la respuesta.
(c) 2010, The Washington Post Writers Group
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`South Park´ y el profeta
Washington, DC— La decisión de Comedy Central, estación de televisión de MTV Networks, una división de Viacom, de censurar un episodio de “South Park” que aludía provocadoramente al profeta Mahoma ilustra el pavor inculcado por el terrorismo islámico en los medios occidentales.
«South Park», la serie animada protagonizada por cuatro personajes infantiles en una ciudad ficticia, satiriza todo tipo de instituciones y verdades establecidas con lenguaje crudo. Sus realizadores celebraron hace poco el episodio número 200 con un par de programas que daba vida a antiguos personajes. En el primero, apareció Mahoma disfrazado con traje de oso, lo que provocó que un grupúsculo de musulmanes de los Estados Unidos amenazara de muerte a Trey Parker y Matt Stone, creadores y directores de la serie, a través de Twitter y el sitio Web “RevolutionMuslim.com”. En respuesta, Comedy Central censuró las partes del segundo programa alusivas a Mahoma dejando la pantalla en negro. La criatura disfrazada de oso se metamorfoseó en Papa Noel.
En uno de sus textos, Zachary Chesser Adán, un pelafustán que abandonó la universidad y ahora escribe basura en Twitter y un sitio Web perteneciente a RevolutionMuslim.com, la organización de doce miembros responsable de las amenazas, pedía a Alá quemar a Stone y Parker en el infierno; en otro predijo que “probablemente terminarán como Theo van Gogh”. El FBI y la policía neoyorquina están investigándolo.
No es difícil comprender la actuación de Comedy Central. La violencia contra los artistas que han dado un trato heterodoxo a Mahoma es conocida. Allí están: Salman Rushdie, el escritor indio blanco de una fatwa iraní; Theo van Gogh, el holandés asesinado en 2004 por su documental “Submission”; el diario danés Jyllands-Posten que gatilló iras homicidas al publicar doce caricaturas del Profeta en 2006; y el político neerlandés Geert Wilders, brutalmente amenazado por su película “Fitna”.
Pero precisamente por estos antecedentes la decisión de censurar la episodio de “South Park” es tan perturbadora. Ya un episodio que satirizaba la forma en que los medios occidentales ceden al chantaje de fanáticos que no toleran las imágenes del Profeta había sido censurado en 2006; el propio Presidente de MTV Networks lamentó más tarde haber cedido a presiones políticas y comerciales. En el caso reciente, el traje de oso no implicaba una burla de Mahoma sino de los medios occidentales que han interiorizado el tabú de Mahoma evitando cualquier representación del Profeta al mismo tiempo que masacran otros iconos espirituales, incluyendo a Jesús, Moisés y Buda (todos los cuales fueron ridiculizados en ese mismo episodio). Uno de los personajes infantiles del programa, dicho de paso, se burla a menudo de los judíos aun cuando uno de los directores es judío.
Comedy Central no habría tenido razón si hubiera censurado el primer episodio, pero empeoró las cosas al propalar el primero sin censura y censurar el segundo en respuesta a las amenazas. Cada vez que un fanático obtiene una victoria contra la libre expresión, algo esencial se pierde.
El derecho de MTV Networks a decidir lo que divulga es incuestionable. De hecho, merece elogios por transmitir “South Park” con regularidad pesar de la presión de organizaciones que denuncian su mala influencia sobre los niños y Torquemadas para quienes las creencias establecidas son intocables. Además, han traído un humor refrescante a la política en otros programas de Comedy Central. Pero eso aumenta en lugar de atenuar la gravedad de la censura al episodio en cuestión.
La vena libertaria de «South Park», parte de cuyo contenido puede ser ofensivo y desagradable, es heredera de una gran tradición occidental que conecta a los griegos con Voltaire y a la Ilustración con los héroes modernos de la Resistencia contra el totalitarismo de Zimbabue, Irán, Birmania, Corea del Norte o Cuba. No hace falta admirar su contenido para apreciar su superioridad moral sobre quienes provocaron la autocensura de MTV Networks y la necesidad de respaldar la libertad de creación.
Hay ocasiones en que propalar imágenes de Mahoma no causa reacción. Un episodio de “South Park” que representó al Profeta en 2001 pasó inadvertido. Otras veces, cuando el odio es azuzado con astucia por los radicales, pueden ser un pretexto para hechos bárbaros. Eso es algo con lo que las sociedades libres tendrán que convivir por mucho tiempo, y que deberán abordar con inteligencia. La autocensura no puede ser la respuesta.
(c) 2010, The Washington Post Writers Group
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