Los detalles del ataque de Israel contra la flotilla que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria aún continúan eludiendo el intento israelí de censurarlos. Pero incluso si es aceptada la versión de Israel acerca de su ataque a la flotilla, la situación sigue siendo bastante condenatoria para esa nación.
Israel sostiene que le ordenó a la flotilla que se desviase al puerto israelí de Ashdod desde la bloqueada costa de Gaza. Cuando el barco no lo hizo, Israel lanzó un ataque comando que mató al menos a nueve pasajeros y dejó docenas de heridos. Al menos siete soldados israelíes resultaron heridos en el ataque. Los israelíes sostienen que sus soldados, abordando los navíos al repeler desde helicópteros, fueron atacados por los pasajeros con palos de metal, cuchillos, hondas, y dos pistolas que les fueron sustraídas a los propios soldados. Los israelíes difundieron desde el inicio de la operación un video que mostraba a los pasajeros atacando a los militares, quienes afirmaban portar solamente armas y pistolas con balas cargadas de pintura que no esperaban emplear. Los israelíes sostuvieron que mataron a los agresivos pasajeros sólo en defensa propia. El Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, afirmó en una conferencia de prensa que: “La flotilla entera es una provocación política y mediática por parte de activistas anti-israelíes. Ellos no tienen absolutamente nada que ver con la ayuda humanitaria”.
Los pasajeros tienen una historia diferente. Un reportero de al-Jazeera sostuvo que los israelíes dispararon contra las embarcaciones antes del abordaje. Por su parte, los organizadores de la flotilla manifiestan que los comandos comenzaron a disparar desde el momento en que se posaron en el barco a las 4 am y difundieron videos para apoyar esa posición.
No obstante, incluso si dejamos de lado la versión de los acontecimientos de los organizadores de la flotilla y aceptamos piadosamente la historia de Israel como lo que realimente sucedió, Israel sigue siendo culpable. Los militares israelíes atacaron a navíos desarmados en aguas internacionales, alrededor de 41 millas de la costa israelí—mucho más allá del límite de 12 millas de las aguas territoriales israelíes—para hacer cumplir un bloqueo ilegal e inhumano de Gaza. El bloqueo es una violación del derecho internacional y un acto de guerra. Así, los pasajeros de cualquier buque que esté siendo ilegalmente atacado tienen derecho a defenderse con cualquier armamento que puedan procurarse, incluidas las pistolas capturadas de comandos incompetentes.
Los israelíes alegan legítima defensa pero se encontraban en modo de ataque, similar al que su antiguo patrón, George W. Bush, empleó para invadir el Estado soberano de Iraq. Al igual que Bush, los israelíes siempre han creído que “la mejor defensa es un buen ataque”.
No sólo los israelíes estaban en modo de ataque, sino que emplearon lo que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, acertadamente denominó “el uso desproporcionado de la fuerza” contra la flotilla. Después de todo, la flotilla contenía suministros de ayuda para el pueblo de Gaza, no armas para Hamas. Einat Wilf, miembro del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Parlamento israelí admitió: “Esto no tuvo nada que ver con la seguridad. Los armamentos para Hamás no provenían de esta flotilla”. Antes del ataque, ella había advertido al gobierno israelí que se trataba de una cuestión de relaciones públicas, no una militar.
Los israelíes han justificado en repetidas ocasiones el bloqueo total de Gaza como una forma de impedir que esas armas lleguen a Hamás y han sostenido también que en Gaza no hay crisis humanitaria alguna debido a la cuarentena. Pero las Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales han desacreditado esta última idea. Y aunque la administración Obama apoya el bloqueo israelí, los colaboradores de Obama afirman que en privado él ha criticado las malas condiciones humanitarias en Gaza. Está claro que los israelíes sólo permiten que atraviesen el bloqueo los suministros suficientes como para evitar un desastre humanitario inmediato y manipulan políticamente las críticas al afirmar que nada cambiará hasta que un soldado israelí capturado por Hamas haya sido devuelto.
El terrorismo es definido generalmente como un daño a la población mediante el castigo colectivo a fin de presionar a sus líderes para que efectúen cambios políticos. Normalmente pensamos en pequeños grupos que aterrorizan a una población con bombas, pero las acciones de gobiernos que adrede matan a civiles con bombas (como hicieron los aliados en Japón y Alemania en la Segunda Guerra Mundial) o inducen al hambre y la enfermedad con un bloqueo en cámara lenta también deberían ser consideradas terrorismo. Es sorprendente que naciones civilizadas, como Israel y su patrón los EE.UU., están cometiendo o aprobando, respectivamente, esta cuarentena ilegal e inmoral.
El lado bueno del desmesurado ataque de Israel contra una flotilla humanitaria es que su reprobable castigo colectivo de los habitantes de Gaza a través del bloqueo es probable que se torne políticamente “insostenible”.
Traducido por Gabriel Gasave
El ataque israelí puede tener su lado bueno
Los detalles del ataque de Israel contra la flotilla que se dirigía a Gaza con ayuda humanitaria aún continúan eludiendo el intento israelí de censurarlos. Pero incluso si es aceptada la versión de Israel acerca de su ataque a la flotilla, la situación sigue siendo bastante condenatoria para esa nación.
Israel sostiene que le ordenó a la flotilla que se desviase al puerto israelí de Ashdod desde la bloqueada costa de Gaza. Cuando el barco no lo hizo, Israel lanzó un ataque comando que mató al menos a nueve pasajeros y dejó docenas de heridos. Al menos siete soldados israelíes resultaron heridos en el ataque. Los israelíes sostienen que sus soldados, abordando los navíos al repeler desde helicópteros, fueron atacados por los pasajeros con palos de metal, cuchillos, hondas, y dos pistolas que les fueron sustraídas a los propios soldados. Los israelíes difundieron desde el inicio de la operación un video que mostraba a los pasajeros atacando a los militares, quienes afirmaban portar solamente armas y pistolas con balas cargadas de pintura que no esperaban emplear. Los israelíes sostuvieron que mataron a los agresivos pasajeros sólo en defensa propia. El Ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, afirmó en una conferencia de prensa que: “La flotilla entera es una provocación política y mediática por parte de activistas anti-israelíes. Ellos no tienen absolutamente nada que ver con la ayuda humanitaria”.
Los pasajeros tienen una historia diferente. Un reportero de al-Jazeera sostuvo que los israelíes dispararon contra las embarcaciones antes del abordaje. Por su parte, los organizadores de la flotilla manifiestan que los comandos comenzaron a disparar desde el momento en que se posaron en el barco a las 4 am y difundieron videos para apoyar esa posición.
No obstante, incluso si dejamos de lado la versión de los acontecimientos de los organizadores de la flotilla y aceptamos piadosamente la historia de Israel como lo que realimente sucedió, Israel sigue siendo culpable. Los militares israelíes atacaron a navíos desarmados en aguas internacionales, alrededor de 41 millas de la costa israelí—mucho más allá del límite de 12 millas de las aguas territoriales israelíes—para hacer cumplir un bloqueo ilegal e inhumano de Gaza. El bloqueo es una violación del derecho internacional y un acto de guerra. Así, los pasajeros de cualquier buque que esté siendo ilegalmente atacado tienen derecho a defenderse con cualquier armamento que puedan procurarse, incluidas las pistolas capturadas de comandos incompetentes.
Los israelíes alegan legítima defensa pero se encontraban en modo de ataque, similar al que su antiguo patrón, George W. Bush, empleó para invadir el Estado soberano de Iraq. Al igual que Bush, los israelíes siempre han creído que “la mejor defensa es un buen ataque”.
No sólo los israelíes estaban en modo de ataque, sino que emplearon lo que el presidente francés, Nicolas Sarkozy, acertadamente denominó “el uso desproporcionado de la fuerza” contra la flotilla. Después de todo, la flotilla contenía suministros de ayuda para el pueblo de Gaza, no armas para Hamas. Einat Wilf, miembro del Comité de Asuntos Exteriores y Defensa del Parlamento israelí admitió: “Esto no tuvo nada que ver con la seguridad. Los armamentos para Hamás no provenían de esta flotilla”. Antes del ataque, ella había advertido al gobierno israelí que se trataba de una cuestión de relaciones públicas, no una militar.
Los israelíes han justificado en repetidas ocasiones el bloqueo total de Gaza como una forma de impedir que esas armas lleguen a Hamás y han sostenido también que en Gaza no hay crisis humanitaria alguna debido a la cuarentena. Pero las Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales han desacreditado esta última idea. Y aunque la administración Obama apoya el bloqueo israelí, los colaboradores de Obama afirman que en privado él ha criticado las malas condiciones humanitarias en Gaza. Está claro que los israelíes sólo permiten que atraviesen el bloqueo los suministros suficientes como para evitar un desastre humanitario inmediato y manipulan políticamente las críticas al afirmar que nada cambiará hasta que un soldado israelí capturado por Hamas haya sido devuelto.
El terrorismo es definido generalmente como un daño a la población mediante el castigo colectivo a fin de presionar a sus líderes para que efectúen cambios políticos. Normalmente pensamos en pequeños grupos que aterrorizan a una población con bombas, pero las acciones de gobiernos que adrede matan a civiles con bombas (como hicieron los aliados en Japón y Alemania en la Segunda Guerra Mundial) o inducen al hambre y la enfermedad con un bloqueo en cámara lenta también deberían ser consideradas terrorismo. Es sorprendente que naciones civilizadas, como Israel y su patrón los EE.UU., están cometiendo o aprobando, respectivamente, esta cuarentena ilegal e inmoral.
El lado bueno del desmesurado ataque de Israel contra una flotilla humanitaria es que su reprobable castigo colectivo de los habitantes de Gaza a través del bloqueo es probable que se torne políticamente “insostenible”.
Traducido por Gabriel Gasave
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