La Corte Suprema de los EE.UU. está entendiendo en una causa en la que el padre de un militar caído demanda a los miembros de una iglesia por realizar piquetes durante los funerales militares con letreros que decían: “Gracias Dios por los soldados muertos”, “Dios mató a sus hijos”, y “Gracias Dios por el 11 de septiembre”. Estos manifestantes para nada pertenecen a un grupo pacifista de izquierdas. Son miembros de la conservadora Iglesia Bautista de Westboro, que ha realizado piquetes durante los funerales militares de cerca de 200 familias. La iglesia cree que las muertes del 11/09 y de soldados estadounidenses en la “guerra contra el terror” son el modo en que Dios castiga a los Estados Unidos por tolerar a los homosexuales.
Un tribunal de primera instancia sostuvo que los miembros de la iglesia debían pagar al padre del soldado 5 millones de dólares por la invasión de la privacidad e infligir de manera intencional daños emocionales. Pero un panel conformado por los tres jueces del Tribunal de Apelaciones del 4º circuito en Richmond, Virginia, revocó por unanimidad el pronunciamiento del tribunal. Los jueces del Tribunal de Apelaciones calificaron a la protesta de los miembros de la iglesia de “desagradable y repugnante” pero protegida por el derecho a la libertad de expresión de la Primera Enmienda de la Constitución.
La declaración del padre del militar ante la Corte Suprema afirma que los miembros de la iglesia tienen el derecho a la libre expresión, pero no a “secuestrar [un] funeral privado como vehículo para la expresión de su propio odio”. Sostiene que los intentos deliberados de insultar e invadir la privacidad no se encuentran protegidos por la Constitución. Esta es la posición popular, especialmente con la actual militarización de la sociedad estadounidense—con la adulación de parte de los políticos y el público en general de las fuerzas armadas y sus miembros. Cuarenta legislaturas estaduales y el Congreso han sancionado leyes que restringen dicha libertad de expresión en los funerales militares. La declaración del padre del militar ante la Suprema Corte ha recibido el apoyo de los fiscales generales de 48 estados y el Distrito de Columbia, los líderes de la mayoría y la minoría del Senado de los EE.UU., y 40 senadores de ambos partidos.
No obstante, los expertos en la Primera Enmienda y los medios de comunicación correctamente se percatan, tal como hizo el Tribunal de Apelaciones, de que a pesar de que el discurso sea vil y repugnante, la Primera Enmienda de la Constitución lo protege. Si el gobierno empieza a cercenar las expresiones con las que no concuerda o que no cuentan con el favor de la mayoría de la población, la libertad de todos de expresarse libremente y controlar al gobierno está en riesgo. Según el Washington Post, uno de los miembros de la iglesia destacó que la Primera Enmienda ha sobrevivido a la pornografía, la quema de la bandera, las asquerosidades en Internet, y las expresiones supuestamente sediciosas, de modo tal que la pregunta es si puede sobrevivir a unas pocas palabras vertidas por una pequeña iglesia. Precisa hacerlo.
Ciertamente, las palabras de los miembros de la iglesia resultan increíblemente desagradables en cualquier funeral, ya sea militar o civil, en el que se honra a un ser querido. Las personas que realizan las protestas deberían sentirse avergonzadas de sí mismas. Pero esa no es la cuestión. La preservación de la libertad en una república está sustentada por la capacidad de la gente para expresarse libremente sin castigo, sin importar lo desagradable del discurso.
Cómo debería pronunciarse la Corte Suprema está claro; pero en muchos casos anteriores ha tenido una excesiva condescendencia para con los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad nacional y las pasiones en torno a ellos. Y ello ha empeorado a medida que la política exterior de los EE.UU. se ha militarizado después de la Guerra de Corea—con la creación del primer gran ejército permanente en tiempos de paz en la historia de la nación. Después de la Guerra de Vietnam, la llegada de una fuerza integrada totalmente por voluntarios, y el 11/09, la adulación a las fuerzas armadas ha alcanzado nuevas alturas. Los militares deberían haber sido criticados por su ciega incompetencia al no aprender de las lecciones de la contrainsurgencia de Vietnam, actuando en consecuencia torpemente durante las etapas iniciales de las ocupaciones militares de Afganistán e Irak, pero lo que recibieron fue tan sólo veneración de parte del pueblo estadounidense y sus políticos.
¿A qué se debe esta reverencia a los militares y por qué se la considera patriótica cuando es contraria a las suspicacias de los padres fundadores de la nación respecto de los grandes ejércitos permanentes y las aventuras militares en el exterior? Un escéptico podría atribuir esa excesiva exaltación a la culpa. A ello se debe en parte el resarcimiento excesivo por la culpa de las historias de abuso verbal tras el regreso de los soldados de Vietnam. Cuán extenso fue este abuso es algo que se puede discutir, pero algo de culpa probablemente debería estar presente, porque a diferencia de los participantes voluntarios en Afganistán e Irak, la mayor parte de los soldados que combatieron en Vietnam fueron reclutados a la fuerza y contra su voluntad por su gobierno.
Sin embargo, las actuales fuerzas armadas voluntarias también hacen que algunos se sientan culpables. Sólo se precisa un pequeño número de personas para librar las innecesarias y contraproducentes guerras de hoy, dejando al resto de nosotros libres para ver el Super Bowl, realizar compras en el centro comercial, etc. Muchas personas se sienten culpables por no sacrificarse más en tiempos de guerra. En su lugar, la gente quizás debería sentirse culpable por no oponerse a las guerras antes de que el presidente y el Congreso envíen a estos soldados a pantanos innecesarios.
Finalmente, después de los diabólicos ataques del 11/09/01, el público se ha dejado engañar al pensar que vengar estos ataques mediante la invasión y ocupación militar de tierras islámicas por los EE.UU. es una buena idea. No obstante, de acuerdo con los escritos de Osama bin Laden, la intromisión y ocupación militar estadounidense de esas tierras motivaron sus ataques anti-estadounidenses en primer lugar. Así que tal vez evitar esos atolladeros, y de ese modo la estratagema de bin Laden para conseguir más reclutas y dinero para su causa, hubiese sido una idea mejor.
La Corte Suprema podría volver a sucumbir ante la mayor militarización de la sociedad estadounidense ampliando las exenciones a la Primera Enmienda para incluir a los funerales militares. Esta militarización no sólo es mala para la república sino que resulta peor aún para las fuerzas armadas y sus miembros. Después de todo, son ellos los que cargan con el muerto cuando luchan en lodazales lejanos, innecesarios, inútiles, y sangrientos. Por lo tanto, los militares deberían ser cautelosos ante la excesiva adulación arrojada a su paso.
Traducido por Gabriel Gasave
¿Debilitará a la república la militarización de la Primera Enmienda?
La Corte Suprema de los EE.UU. está entendiendo en una causa en la que el padre de un militar caído demanda a los miembros de una iglesia por realizar piquetes durante los funerales militares con letreros que decían: “Gracias Dios por los soldados muertos”, “Dios mató a sus hijos”, y “Gracias Dios por el 11 de septiembre”. Estos manifestantes para nada pertenecen a un grupo pacifista de izquierdas. Son miembros de la conservadora Iglesia Bautista de Westboro, que ha realizado piquetes durante los funerales militares de cerca de 200 familias. La iglesia cree que las muertes del 11/09 y de soldados estadounidenses en la “guerra contra el terror” son el modo en que Dios castiga a los Estados Unidos por tolerar a los homosexuales.
Un tribunal de primera instancia sostuvo que los miembros de la iglesia debían pagar al padre del soldado 5 millones de dólares por la invasión de la privacidad e infligir de manera intencional daños emocionales. Pero un panel conformado por los tres jueces del Tribunal de Apelaciones del 4º circuito en Richmond, Virginia, revocó por unanimidad el pronunciamiento del tribunal. Los jueces del Tribunal de Apelaciones calificaron a la protesta de los miembros de la iglesia de “desagradable y repugnante” pero protegida por el derecho a la libertad de expresión de la Primera Enmienda de la Constitución.
La declaración del padre del militar ante la Corte Suprema afirma que los miembros de la iglesia tienen el derecho a la libre expresión, pero no a “secuestrar [un] funeral privado como vehículo para la expresión de su propio odio”. Sostiene que los intentos deliberados de insultar e invadir la privacidad no se encuentran protegidos por la Constitución. Esta es la posición popular, especialmente con la actual militarización de la sociedad estadounidense—con la adulación de parte de los políticos y el público en general de las fuerzas armadas y sus miembros. Cuarenta legislaturas estaduales y el Congreso han sancionado leyes que restringen dicha libertad de expresión en los funerales militares. La declaración del padre del militar ante la Suprema Corte ha recibido el apoyo de los fiscales generales de 48 estados y el Distrito de Columbia, los líderes de la mayoría y la minoría del Senado de los EE.UU., y 40 senadores de ambos partidos.
No obstante, los expertos en la Primera Enmienda y los medios de comunicación correctamente se percatan, tal como hizo el Tribunal de Apelaciones, de que a pesar de que el discurso sea vil y repugnante, la Primera Enmienda de la Constitución lo protege. Si el gobierno empieza a cercenar las expresiones con las que no concuerda o que no cuentan con el favor de la mayoría de la población, la libertad de todos de expresarse libremente y controlar al gobierno está en riesgo. Según el Washington Post, uno de los miembros de la iglesia destacó que la Primera Enmienda ha sobrevivido a la pornografía, la quema de la bandera, las asquerosidades en Internet, y las expresiones supuestamente sediciosas, de modo tal que la pregunta es si puede sobrevivir a unas pocas palabras vertidas por una pequeña iglesia. Precisa hacerlo.
Ciertamente, las palabras de los miembros de la iglesia resultan increíblemente desagradables en cualquier funeral, ya sea militar o civil, en el que se honra a un ser querido. Las personas que realizan las protestas deberían sentirse avergonzadas de sí mismas. Pero esa no es la cuestión. La preservación de la libertad en una república está sustentada por la capacidad de la gente para expresarse libremente sin castigo, sin importar lo desagradable del discurso.
Cómo debería pronunciarse la Corte Suprema está claro; pero en muchos casos anteriores ha tenido una excesiva condescendencia para con los miembros de las fuerzas armadas y de seguridad nacional y las pasiones en torno a ellos. Y ello ha empeorado a medida que la política exterior de los EE.UU. se ha militarizado después de la Guerra de Corea—con la creación del primer gran ejército permanente en tiempos de paz en la historia de la nación. Después de la Guerra de Vietnam, la llegada de una fuerza integrada totalmente por voluntarios, y el 11/09, la adulación a las fuerzas armadas ha alcanzado nuevas alturas. Los militares deberían haber sido criticados por su ciega incompetencia al no aprender de las lecciones de la contrainsurgencia de Vietnam, actuando en consecuencia torpemente durante las etapas iniciales de las ocupaciones militares de Afganistán e Irak, pero lo que recibieron fue tan sólo veneración de parte del pueblo estadounidense y sus políticos.
¿A qué se debe esta reverencia a los militares y por qué se la considera patriótica cuando es contraria a las suspicacias de los padres fundadores de la nación respecto de los grandes ejércitos permanentes y las aventuras militares en el exterior? Un escéptico podría atribuir esa excesiva exaltación a la culpa. A ello se debe en parte el resarcimiento excesivo por la culpa de las historias de abuso verbal tras el regreso de los soldados de Vietnam. Cuán extenso fue este abuso es algo que se puede discutir, pero algo de culpa probablemente debería estar presente, porque a diferencia de los participantes voluntarios en Afganistán e Irak, la mayor parte de los soldados que combatieron en Vietnam fueron reclutados a la fuerza y contra su voluntad por su gobierno.
Sin embargo, las actuales fuerzas armadas voluntarias también hacen que algunos se sientan culpables. Sólo se precisa un pequeño número de personas para librar las innecesarias y contraproducentes guerras de hoy, dejando al resto de nosotros libres para ver el Super Bowl, realizar compras en el centro comercial, etc. Muchas personas se sienten culpables por no sacrificarse más en tiempos de guerra. En su lugar, la gente quizás debería sentirse culpable por no oponerse a las guerras antes de que el presidente y el Congreso envíen a estos soldados a pantanos innecesarios.
Finalmente, después de los diabólicos ataques del 11/09/01, el público se ha dejado engañar al pensar que vengar estos ataques mediante la invasión y ocupación militar de tierras islámicas por los EE.UU. es una buena idea. No obstante, de acuerdo con los escritos de Osama bin Laden, la intromisión y ocupación militar estadounidense de esas tierras motivaron sus ataques anti-estadounidenses en primer lugar. Así que tal vez evitar esos atolladeros, y de ese modo la estratagema de bin Laden para conseguir más reclutas y dinero para su causa, hubiese sido una idea mejor.
La Corte Suprema podría volver a sucumbir ante la mayor militarización de la sociedad estadounidense ampliando las exenciones a la Primera Enmienda para incluir a los funerales militares. Esta militarización no sólo es mala para la república sino que resulta peor aún para las fuerzas armadas y sus miembros. Después de todo, son ellos los que cargan con el muerto cuando luchan en lodazales lejanos, innecesarios, inútiles, y sangrientos. Por lo tanto, los militares deberían ser cautelosos ante la excesiva adulación arrojada a su paso.
Traducido por Gabriel Gasave
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