La “victoria” de la OTAN en Libia ha sembrado numerosas semillas de posibles calamidades en el futuro. Pero ninguna está cargada de tanto peligro como el hecho de proporcionar un nuevo modelo de “guerra barata” para las naciones occidentales que han caído en tiempos económicos difíciles.
Pese a que aún existe la posibilidad muy real de una guerra civil, conflictos tribales, o un Estado islamista en Libia—muchas veces, las revoluciones se transforman en Estados indistinguibles y horribles, por ejemplo, las revoluciones francesa y rusa—ese puede no ser el peor resultado.
Y todos esas armas antiaéreas portátiles y otros armamentos desaparecidos de los depósitos de municiones libios podrían ser cedidas o vendidas a los terroristas, creando así una de las amenazas más peligrosas en la historia de la aviación civil.
Aunque cualquiera de estos desarrollos sería tremendo, peor aún podría ser el uso del modelo libio para derrocar a otros tiranos o gobiernos que tienen políticas que no le agradan a los Estados Unidos. Este modelo para ganar guerras a bajo costo fue desarrollado originalmente por los Estados Unidos durante las guerras de los Balcanes en la década de 1990 tras la ignominiosa retirada de las fuerzas terrestres estadounidenses del mini-atolladero en Somalia. En las guerras de Bosnia y Kosovo, las fuerzas locales fueron utilizadas en el terreno para mantener al enemigo a raya mientras el poderío aéreo aliado forzó a golpes a los opositores a una capitulación. El mismo modelo fue empleado en Libia.
¡Y el nuevo modelo de guerra llegó justo a tiempo para Occidente! Los atolladeros estadounidenses en Vietnam, Irak y Afganistán y la debacle soviética en Afganistán han mostrado a los oponentes más débiles cómo derrotar a las superpotencias. La guerra de guerrillas a largo plazo puede debilitar la fuerza y la paciencia de incluso la gran potencia más poderosa. Como aprendió Bill Clinton en Somalia y George W. Bush y Barack Obama tuvieron que volver a aprender en Irak y Afganistán, en la actualidad la inserción de un gran número de fuerzas terrestres estadounidenses rara vez conduce a una victoria corta y sin derramamiento de sangre.
Por el contrario, el nuevo enfoque de un masivo poderío aéreo tripulado o teledirigido ha derrotado a los enemigos en unos pocos meses. Y los ataques aéreos con aviones tripulados o no resultan mucho más baratos que el hecho de apostar grandes fuerzas en el terreno. Pese a estar empañado por ser asociado con su tan denostado principal proponente—el otrora Secretario de Defensa Donald Rumsfeld—el concepto de emplear a las fuerzas de tierra para apoyar a las fuerzas de aire, en lugar de la opuesta modalidad más tradicional, probablemente sea el modo correcto de librar futuras grandes guerras, siempre y cuando las fuerzas occidentales no dediquen mucho tiempo a ocupar y remodelar el país, lo cual requiere de muchas más botas en tierra. La tecnología área se ha vuelto claramente dominante en la guerra.
No obstante, el empleo del modelo en guerras pequeñas y no estratégicas—como Bosnia, Kosovo y Libia—no mitiga los resultados potencialmente peligrosos de estas guerras de matorrales. En otras palabras, incluso si los Estados Unidos hacen capitular a los oponentes débiles en tales guerras pequeñas, ¿qué han ganado realmente? Claramente, tan sólo la responsabilidad de asegurar que el país elegido como blanco no retorne al caos, la guerra civil o la dictadura en el futuro.
Ya los neoconservadores y otros intervencionistas están clamando por utilizar el modelo del poderío aéreo tripulado o no en Siria para deshacerse del presidente Bashar al-Assad, quien ha empleado la fuerza para tratar de sofocar al resiliente movimiento de protesta de la Primavera Arabe. Observando los resultados en Libia, los somalíes y sus ocupantes keniatas están pidiendo la intervención de la OTAN, y los Estados Unidos ya llevan a cabo ataques aéreos no tripulados dentro del país contra los militantes islamistas del grupo Shabab. Por lo tanto, Somalia está lista para el uso del modelo. En el futuro, viendo el “éxito” del modelo y con la esperanza de sacar provecho del deseo estadounidense de rehacer el mundo a su propia imagen, otros países y movimientos de liberación es probable que pidan intervenciones occidentales similares.
Sin embargo, incluso si los Estados Unidos acuerdan el uso del modelo en Siria y Somalia, este tipo de intervenciones meramente desestabilizarán aún más al Medio Oriente y las regiones de Africa Oriental. Además, con un déficit presupuestario enorme y más de 14 billones de dólares (trillones en inglés) en concepto de deuda pública, incluso las guerras baratas son actualmente demasiado costosas para los Estados Unidos. El presupuesto de defensa de los EE.UU. tiene que ser reducido drásticamente. Incluso meternos en conflictos de matorrales desde el aire debería ser un imposible.
Traducido por Gabriel Gasave
La victoria en Libia augura una intervención interminable
La “victoria” de la OTAN en Libia ha sembrado numerosas semillas de posibles calamidades en el futuro. Pero ninguna está cargada de tanto peligro como el hecho de proporcionar un nuevo modelo de “guerra barata” para las naciones occidentales que han caído en tiempos económicos difíciles.
Pese a que aún existe la posibilidad muy real de una guerra civil, conflictos tribales, o un Estado islamista en Libia—muchas veces, las revoluciones se transforman en Estados indistinguibles y horribles, por ejemplo, las revoluciones francesa y rusa—ese puede no ser el peor resultado.
Y todos esas armas antiaéreas portátiles y otros armamentos desaparecidos de los depósitos de municiones libios podrían ser cedidas o vendidas a los terroristas, creando así una de las amenazas más peligrosas en la historia de la aviación civil.
Aunque cualquiera de estos desarrollos sería tremendo, peor aún podría ser el uso del modelo libio para derrocar a otros tiranos o gobiernos que tienen políticas que no le agradan a los Estados Unidos. Este modelo para ganar guerras a bajo costo fue desarrollado originalmente por los Estados Unidos durante las guerras de los Balcanes en la década de 1990 tras la ignominiosa retirada de las fuerzas terrestres estadounidenses del mini-atolladero en Somalia. En las guerras de Bosnia y Kosovo, las fuerzas locales fueron utilizadas en el terreno para mantener al enemigo a raya mientras el poderío aéreo aliado forzó a golpes a los opositores a una capitulación. El mismo modelo fue empleado en Libia.
¡Y el nuevo modelo de guerra llegó justo a tiempo para Occidente! Los atolladeros estadounidenses en Vietnam, Irak y Afganistán y la debacle soviética en Afganistán han mostrado a los oponentes más débiles cómo derrotar a las superpotencias. La guerra de guerrillas a largo plazo puede debilitar la fuerza y la paciencia de incluso la gran potencia más poderosa. Como aprendió Bill Clinton en Somalia y George W. Bush y Barack Obama tuvieron que volver a aprender en Irak y Afganistán, en la actualidad la inserción de un gran número de fuerzas terrestres estadounidenses rara vez conduce a una victoria corta y sin derramamiento de sangre.
Por el contrario, el nuevo enfoque de un masivo poderío aéreo tripulado o teledirigido ha derrotado a los enemigos en unos pocos meses. Y los ataques aéreos con aviones tripulados o no resultan mucho más baratos que el hecho de apostar grandes fuerzas en el terreno. Pese a estar empañado por ser asociado con su tan denostado principal proponente—el otrora Secretario de Defensa Donald Rumsfeld—el concepto de emplear a las fuerzas de tierra para apoyar a las fuerzas de aire, en lugar de la opuesta modalidad más tradicional, probablemente sea el modo correcto de librar futuras grandes guerras, siempre y cuando las fuerzas occidentales no dediquen mucho tiempo a ocupar y remodelar el país, lo cual requiere de muchas más botas en tierra. La tecnología área se ha vuelto claramente dominante en la guerra.
No obstante, el empleo del modelo en guerras pequeñas y no estratégicas—como Bosnia, Kosovo y Libia—no mitiga los resultados potencialmente peligrosos de estas guerras de matorrales. En otras palabras, incluso si los Estados Unidos hacen capitular a los oponentes débiles en tales guerras pequeñas, ¿qué han ganado realmente? Claramente, tan sólo la responsabilidad de asegurar que el país elegido como blanco no retorne al caos, la guerra civil o la dictadura en el futuro.
Ya los neoconservadores y otros intervencionistas están clamando por utilizar el modelo del poderío aéreo tripulado o no en Siria para deshacerse del presidente Bashar al-Assad, quien ha empleado la fuerza para tratar de sofocar al resiliente movimiento de protesta de la Primavera Arabe. Observando los resultados en Libia, los somalíes y sus ocupantes keniatas están pidiendo la intervención de la OTAN, y los Estados Unidos ya llevan a cabo ataques aéreos no tripulados dentro del país contra los militantes islamistas del grupo Shabab. Por lo tanto, Somalia está lista para el uso del modelo. En el futuro, viendo el “éxito” del modelo y con la esperanza de sacar provecho del deseo estadounidense de rehacer el mundo a su propia imagen, otros países y movimientos de liberación es probable que pidan intervenciones occidentales similares.
Sin embargo, incluso si los Estados Unidos acuerdan el uso del modelo en Siria y Somalia, este tipo de intervenciones meramente desestabilizarán aún más al Medio Oriente y las regiones de Africa Oriental. Además, con un déficit presupuestario enorme y más de 14 billones de dólares (trillones en inglés) en concepto de deuda pública, incluso las guerras baratas son actualmente demasiado costosas para los Estados Unidos. El presupuesto de defensa de los EE.UU. tiene que ser reducido drásticamente. Incluso meternos en conflictos de matorrales desde el aire debería ser un imposible.
Traducido por Gabriel Gasave
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