El reciente a derribo de un avión militar turco por parte de Siria es una indicio de que Turquía puede en la actualidad estar apoyando más agresivamente el derrocamiento del régimen de Assad. Aunque Turquía insiste en que su aeronave había penetrado accidentalmente en el espacio aéreo sirio pero que se encontraba en el espacio aéreo internacional cuando fue derribada, los sirios sostienen que el avión estaba volando amenazadoramente bajo e ingresando en su espacio aéreo al momento de ser abatido. De cualquier manera, Turquía está acuciando al asediado régimen sirio de Bashar al-Assad zumbando sobre sus fronteras.
Turquía, un antiguo amigo de Siria, está claramente proporcionando un santuario para los combatientes de la oposición siria en su territorio y canalizando armas y equipos de comunicaciones, y hospitales de campaña a través de la frontera hacia los rebeldes en Siria. Turquía, Qatar y Arabia Saudita están financiando las armas, incluyendo granadas propulsadas por cohetes, rifles de asalto, municiones y armas anti-tanque. Todos estos suministros están tornando a las dispares milicias rebeldes sirias más eficaces contra las fuerzas de Assad.
Los Estados Unidos, en un esfuerzo hábil por ayudar a los insurgentes sin ensuciarse las manos, están proporcionando equipamiento “no letal”, tal como equipos de comunicaciones. Por supuesto, la designación de “no letal” es una broma porque mejores comunicaciones entre las milicias aumenta enormemente su poder de combate al permitirles coordinar ataques. Aunque usted no puede matar directamente con los equipos de comunicaciones, ellos permiten indirectamente que una fuerza mate a más militares sirios. Hoy en día, la comunicación se ha vuelto muy importante en la guerra. Además, los EE.UU. están facilitando información de inteligencia sobre los combatientes de la oposición siria a los exportadores de armamentos para que los destinatarios de las armas puedan recibir al menos alguna consideración. Los EE.UU. también están considerando proveer de inteligencia—incluyendo imágenes satelitales—a los rebeldes sobre la ubicación y la fortaleza de las fuerzas militares sirias.
Los Estados Unidos intentaron una treta similar durante la larga y sangrienta guerra entre Irak e Irán desde 1980 hasta 1988. En apariencia, los Estados Unidos tenían un embargo de armas contra ambos contendientes, pero en secreto favorecieron al Irak de Saddam Hussein por sobre el régimen teocrático de Irán. Los EE.UU. instaron a sus aliados europeos a vender armas a Saddam pero no a Irán. También, los Estados Unidos enviaron a Saddam tecnología civil que tenía aplicaciones militares, le aportaron cuantiosa inteligencia, e incluso le ayudaron a planear sus ataques militares.
A los Estados Unidos a veces les gusta permanecer ajenos a la refriega mientras que secretamente alimentan de manera indirecta conflictos y acusan a los países rivales de avivar el conflicto al apoyar a los chicos malos. Por ejemplo, la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, acusó recientemente a los rusos de proporcionar armas ofensivas al régimen de Assad. El Pentágono inmediatamente comenzó a dar marcha atrás al decir que los helicópteros de ataque que estaban siendo enviados desde Rusia a Siria no eran nuevos sino que probablemente eran viejos que estaban siendo reparados. Los rusos declararon entonces que los únicos contratos de armas que tenían con Siria eran para armas defensivas, como defensas aéreas. Los medios de comunicación estadounidenses por supuesto dejaron pasar al engañoso pronunciamiento de Clinton.
Bashar al-Assad es un gobernante brutal que ha matado hasta ahora a más de 10.000 civiles en su propio país. Y los Estados Unidos pueden estar en términos generales en lo correcto al criticar el apoyo ruso hacia él. Pero incluso eso es hipócrita, porque los EE.UU. han apoyado a gobiernos que causaron la muerte de muchas más personas—por ejemplo, en la década de 1980, el gobierno respaldado por los Estados Unidos de El Salvador asesinó a 65.000 de su propia gente, muchas mediante una ejecución.
Además, los Estados Unidos han matado directamente a más inocentes que lo que Assad ha hecho jamás. En Vietnam, los bombardeos por saturación estadounidenses y otros tipos de ataques mataron a millones de civiles y rivalizaron con la desenfrenada destrucción nazi en los Balcanes durante la Segunda Guerra Mundial. En la Guerra de Corea, los Estados Unidos atacaron represas en Corea del Norte para inundar las tierras de cultivo, induciendo así la hambruna entre la población con el fin de obstaculizar el esfuerzo bélico norcoreano.
Por otra parte, la crítica estadounidense de Rusia para desviar la atención y justificar su propia intromisión en el conflicto sirio es también hipócrita. Ambas potencias extranjeras deberían evitar alimentar lo que se está convirtiendo rápidamente en una guerra civil que podría desbordar las fronteras de Siria y convertirse en una guerra sectaria regional.
Independientemente de lo que hagan los rusos, los Estados Unidos no poseen ningún interés estratégico vital en Siria y deberían dejar de avivar el conflicto en cualquier forma. A pesar de que los israelíes pueden tener un interés estratégico allí, los islamistas podrían secuestrar la rebelión como lo han hecho en Egipto—haciendo que Israel y los Estados Unidos sientan nostalgia del régimen dictatorial de Bashar al-Assad.
Traducido por Gabriel Gasave
Permanezcamos fuera de Siria
El reciente a derribo de un avión militar turco por parte de Siria es una indicio de que Turquía puede en la actualidad estar apoyando más agresivamente el derrocamiento del régimen de Assad. Aunque Turquía insiste en que su aeronave había penetrado accidentalmente en el espacio aéreo sirio pero que se encontraba en el espacio aéreo internacional cuando fue derribada, los sirios sostienen que el avión estaba volando amenazadoramente bajo e ingresando en su espacio aéreo al momento de ser abatido. De cualquier manera, Turquía está acuciando al asediado régimen sirio de Bashar al-Assad zumbando sobre sus fronteras.
Turquía, un antiguo amigo de Siria, está claramente proporcionando un santuario para los combatientes de la oposición siria en su territorio y canalizando armas y equipos de comunicaciones, y hospitales de campaña a través de la frontera hacia los rebeldes en Siria. Turquía, Qatar y Arabia Saudita están financiando las armas, incluyendo granadas propulsadas por cohetes, rifles de asalto, municiones y armas anti-tanque. Todos estos suministros están tornando a las dispares milicias rebeldes sirias más eficaces contra las fuerzas de Assad.
Los Estados Unidos, en un esfuerzo hábil por ayudar a los insurgentes sin ensuciarse las manos, están proporcionando equipamiento “no letal”, tal como equipos de comunicaciones. Por supuesto, la designación de “no letal” es una broma porque mejores comunicaciones entre las milicias aumenta enormemente su poder de combate al permitirles coordinar ataques. Aunque usted no puede matar directamente con los equipos de comunicaciones, ellos permiten indirectamente que una fuerza mate a más militares sirios. Hoy en día, la comunicación se ha vuelto muy importante en la guerra. Además, los EE.UU. están facilitando información de inteligencia sobre los combatientes de la oposición siria a los exportadores de armamentos para que los destinatarios de las armas puedan recibir al menos alguna consideración. Los EE.UU. también están considerando proveer de inteligencia—incluyendo imágenes satelitales—a los rebeldes sobre la ubicación y la fortaleza de las fuerzas militares sirias.
Los Estados Unidos intentaron una treta similar durante la larga y sangrienta guerra entre Irak e Irán desde 1980 hasta 1988. En apariencia, los Estados Unidos tenían un embargo de armas contra ambos contendientes, pero en secreto favorecieron al Irak de Saddam Hussein por sobre el régimen teocrático de Irán. Los EE.UU. instaron a sus aliados europeos a vender armas a Saddam pero no a Irán. También, los Estados Unidos enviaron a Saddam tecnología civil que tenía aplicaciones militares, le aportaron cuantiosa inteligencia, e incluso le ayudaron a planear sus ataques militares.
A los Estados Unidos a veces les gusta permanecer ajenos a la refriega mientras que secretamente alimentan de manera indirecta conflictos y acusan a los países rivales de avivar el conflicto al apoyar a los chicos malos. Por ejemplo, la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, acusó recientemente a los rusos de proporcionar armas ofensivas al régimen de Assad. El Pentágono inmediatamente comenzó a dar marcha atrás al decir que los helicópteros de ataque que estaban siendo enviados desde Rusia a Siria no eran nuevos sino que probablemente eran viejos que estaban siendo reparados. Los rusos declararon entonces que los únicos contratos de armas que tenían con Siria eran para armas defensivas, como defensas aéreas. Los medios de comunicación estadounidenses por supuesto dejaron pasar al engañoso pronunciamiento de Clinton.
Bashar al-Assad es un gobernante brutal que ha matado hasta ahora a más de 10.000 civiles en su propio país. Y los Estados Unidos pueden estar en términos generales en lo correcto al criticar el apoyo ruso hacia él. Pero incluso eso es hipócrita, porque los EE.UU. han apoyado a gobiernos que causaron la muerte de muchas más personas—por ejemplo, en la década de 1980, el gobierno respaldado por los Estados Unidos de El Salvador asesinó a 65.000 de su propia gente, muchas mediante una ejecución.
Además, los Estados Unidos han matado directamente a más inocentes que lo que Assad ha hecho jamás. En Vietnam, los bombardeos por saturación estadounidenses y otros tipos de ataques mataron a millones de civiles y rivalizaron con la desenfrenada destrucción nazi en los Balcanes durante la Segunda Guerra Mundial. En la Guerra de Corea, los Estados Unidos atacaron represas en Corea del Norte para inundar las tierras de cultivo, induciendo así la hambruna entre la población con el fin de obstaculizar el esfuerzo bélico norcoreano.
Por otra parte, la crítica estadounidense de Rusia para desviar la atención y justificar su propia intromisión en el conflicto sirio es también hipócrita. Ambas potencias extranjeras deberían evitar alimentar lo que se está convirtiendo rápidamente en una guerra civil que podría desbordar las fronteras de Siria y convertirse en una guerra sectaria regional.
Independientemente de lo que hagan los rusos, los Estados Unidos no poseen ningún interés estratégico vital en Siria y deberían dejar de avivar el conflicto en cualquier forma. A pesar de que los israelíes pueden tener un interés estratégico allí, los islamistas podrían secuestrar la rebelión como lo han hecho en Egipto—haciendo que Israel y los Estados Unidos sientan nostalgia del régimen dictatorial de Bashar al-Assad.
Traducido por Gabriel Gasave
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