Hay una sorprendente falta de libertad en el mundo. El Indice de Libertad Económica 2001 elaborado por The Heritage Foundation y el Wall Street Journal enumera solamente a 12 países libres de entre los 161 examinados. Eso representa solamente un 7 por ciento de los países del mundo. Dado que 10 de los 12 países libres se encuentran entre los más pequeños del mundo, la libertad ocupa menos del 7 por ciento de la masa terrestre del planeta.
Esto resulta alarmante. Cuatro siglos atrás, la Gloriosa Revolución en Inglaterra hizo al rey y a la ley responsables ante la voluntad del pueblo. Tres siglos atrás, la Revolución Estadounidense aplicó estos principios a las 13 colonias británicas y creó a una nueva nación como un faro de la libertad.
Inglaterra era la potencia mundial en el siglo 19, y los Estados Unidos lo fueron en el siglo 20. No obstante, a pesar de esta presencia y de la simpatía por la libertad, la libertad no ha proliferado. Inglaterra y sus ex colonias representan a 8 de los 12 países libres en el índice Heritage/Wall Street Journal: Los británicos gobernaron Hong Kong y Singapur hasta hace poco. Irlanda se encontraba a medio camino bajo la soberanía británica durante el segundo cuarto del siglo 20. Nueva Zelanda, Australia y los Estados Unidos son ex colonias británicas, y Bahrein era un protectorado británico hasta el año 1971.
Los cuatro países libres que son independientes de la influencia anglosajona-Luxemburgo, Holanda, Suiza y El Salvador- son pequeños y carentes de influencia. En ausencia de la historia inglesa, la libertad sería, en el mejor de los casos, tan solo un concepto.
Chile ocupa el puesto número 13 entre los países más libres, liderando la lista de los países «mayormente libres» y no ingresando en la nomina de los libres por cinco centésimos de punto. Chile está dentro de la clasificación substancialmente por delante de países europeos tales como Alemania, Francia, España e Italia.
Esto plantea una paradoja. El Chile actual es enteramente la creación de Augusto Pinochet y de sus «Chicago boys» entrenados en los EE.UU.. La constitución política y el sistema económico de Chile son el trabajo manual de Pinochet. No obstante, Pinochet es visto como un dictador. ¿Cómo un dictador creó al decimotercer país más libre del mundo?
El índice resulta útil en la medida que el mismo clasifica a todos los países de conformidad con los mismos factores: la tributación y la carga gubernamental, la libertad de comercio, la inversión extranjera y la banca, la reglamentación gubernamental, la seguridad de la propiedad, los controles de salarios y precios, y la inflación. Las malas calificaciones en algunos factores pueden ser compensadas con buenas calificaciones en otros, y aquí hay un problema con el índice.
Históricamente, la libertad económica se originó con los siervos y esclavos que se convertían en hombres libres. El criterio era el de si una persona era o no dueña de su propio trabajo. Los siervos eran siervos porque el gobierno en esa época podía reclamar hasta un tercio del tiempo de trabajo de un siervo. Los amos podían reclamar la mitad de lo producido por el trabajo de un esclavo del siglo 19.
La lucha en favor de la libertad fue una lucha por exigir el fruto del propio trabajo. Sobre esta base, difícilmente alguno de los 12 países libres del índice sean realmente libres. Por ejemplo, tanto los Estados Unidos como Gran Bretaña caen dentro de la «categoría reprimida» del índice con respecto a su carga tributaria, tal como lo hacen Luxemburgo, Holanda y Australia. Nueva Zelanda clasifica «mayormente no libre» en materia de impuestos. Camboya califica más alto en la carga fiscal del gobierno que países a los que normalmente consideramos como libres.
Es una contradicción designar como libres a países que caen dentro de la categoría reprimida con relación a la tributación. Además, ¿Cómo pueden encontrarse asegurados los derechos de propiedad cuando la tributación puede reclamar la misma parte que un barón feudal o un dueño de esclavos del tiempo laboral de un ciudadano? El índice es defectuoso porque falla en considerar al trabajo de una persona como un derecho de propiedad.
Existe otro serio problema con la medición del índice de los derechos de propiedad. A los Estados Unidos se les asigna la calificación más alta respecto de la seguridad de la propiedad. Sin embargo, en los Estados Unidos la propiedad de una persona totalmente inocente puede ser secuestrada y confiscada en base simplemente a la fuerza de la opinión de un oficial de policía de que existe una «causa probable» para creer que esa propiedad facilitó la comisión de un crimen.
De esta forma, individuos que alquilan sus hogares, botes y aeroplanos ven confiscada su propiedad debido a que el inquilino consume marihuana dentro de la misma. La gente pierde sus automóviles en razón de que le permitieron subir al mismo a alguien que hacía dedo y que tenía drogas en sus bolsillos. Las abuelas pierden sus casas debido a que sus nietos tenían drogas dentro de ella.
Los dueños de propiedad en los EE.UU. se encuentran en grave riesgo de que muchas leyes federales, estaduales y locales permitan que su propiedad sea incautada ante el más leve pretexto. En el 80 por ciento de las confiscaciones de activos, ningún cargo es incoado contra los ex propietarios. El pasar por alto a esta gran inseguridad de la propiedad en los Estados Unidos es confeccionar una medición caprichosa de los derechos de propiedad.
Lo que el índice en verdad evidencia es que, con las excepciones de las ciudades estado de Hong Kong y de Singapur, no existen otros países libres en el mundo.
Traducido por Gabriel Gasave
El llamado no escuchado de la libertad
Hay una sorprendente falta de libertad en el mundo. El Indice de Libertad Económica 2001 elaborado por The Heritage Foundation y el Wall Street Journal enumera solamente a 12 países libres de entre los 161 examinados. Eso representa solamente un 7 por ciento de los países del mundo. Dado que 10 de los 12 países libres se encuentran entre los más pequeños del mundo, la libertad ocupa menos del 7 por ciento de la masa terrestre del planeta.
Esto resulta alarmante. Cuatro siglos atrás, la Gloriosa Revolución en Inglaterra hizo al rey y a la ley responsables ante la voluntad del pueblo. Tres siglos atrás, la Revolución Estadounidense aplicó estos principios a las 13 colonias británicas y creó a una nueva nación como un faro de la libertad.
Inglaterra era la potencia mundial en el siglo 19, y los Estados Unidos lo fueron en el siglo 20. No obstante, a pesar de esta presencia y de la simpatía por la libertad, la libertad no ha proliferado. Inglaterra y sus ex colonias representan a 8 de los 12 países libres en el índice Heritage/Wall Street Journal: Los británicos gobernaron Hong Kong y Singapur hasta hace poco. Irlanda se encontraba a medio camino bajo la soberanía británica durante el segundo cuarto del siglo 20. Nueva Zelanda, Australia y los Estados Unidos son ex colonias británicas, y Bahrein era un protectorado británico hasta el año 1971.
Los cuatro países libres que son independientes de la influencia anglosajona-Luxemburgo, Holanda, Suiza y El Salvador- son pequeños y carentes de influencia. En ausencia de la historia inglesa, la libertad sería, en el mejor de los casos, tan solo un concepto.
Chile ocupa el puesto número 13 entre los países más libres, liderando la lista de los países «mayormente libres» y no ingresando en la nomina de los libres por cinco centésimos de punto. Chile está dentro de la clasificación substancialmente por delante de países europeos tales como Alemania, Francia, España e Italia.
Esto plantea una paradoja. El Chile actual es enteramente la creación de Augusto Pinochet y de sus «Chicago boys» entrenados en los EE.UU.. La constitución política y el sistema económico de Chile son el trabajo manual de Pinochet. No obstante, Pinochet es visto como un dictador. ¿Cómo un dictador creó al decimotercer país más libre del mundo?
El índice resulta útil en la medida que el mismo clasifica a todos los países de conformidad con los mismos factores: la tributación y la carga gubernamental, la libertad de comercio, la inversión extranjera y la banca, la reglamentación gubernamental, la seguridad de la propiedad, los controles de salarios y precios, y la inflación. Las malas calificaciones en algunos factores pueden ser compensadas con buenas calificaciones en otros, y aquí hay un problema con el índice.
Históricamente, la libertad económica se originó con los siervos y esclavos que se convertían en hombres libres. El criterio era el de si una persona era o no dueña de su propio trabajo. Los siervos eran siervos porque el gobierno en esa época podía reclamar hasta un tercio del tiempo de trabajo de un siervo. Los amos podían reclamar la mitad de lo producido por el trabajo de un esclavo del siglo 19.
La lucha en favor de la libertad fue una lucha por exigir el fruto del propio trabajo. Sobre esta base, difícilmente alguno de los 12 países libres del índice sean realmente libres. Por ejemplo, tanto los Estados Unidos como Gran Bretaña caen dentro de la «categoría reprimida» del índice con respecto a su carga tributaria, tal como lo hacen Luxemburgo, Holanda y Australia. Nueva Zelanda clasifica «mayormente no libre» en materia de impuestos. Camboya califica más alto en la carga fiscal del gobierno que países a los que normalmente consideramos como libres.
Es una contradicción designar como libres a países que caen dentro de la categoría reprimida con relación a la tributación. Además, ¿Cómo pueden encontrarse asegurados los derechos de propiedad cuando la tributación puede reclamar la misma parte que un barón feudal o un dueño de esclavos del tiempo laboral de un ciudadano? El índice es defectuoso porque falla en considerar al trabajo de una persona como un derecho de propiedad.
Existe otro serio problema con la medición del índice de los derechos de propiedad. A los Estados Unidos se les asigna la calificación más alta respecto de la seguridad de la propiedad. Sin embargo, en los Estados Unidos la propiedad de una persona totalmente inocente puede ser secuestrada y confiscada en base simplemente a la fuerza de la opinión de un oficial de policía de que existe una «causa probable» para creer que esa propiedad facilitó la comisión de un crimen.
De esta forma, individuos que alquilan sus hogares, botes y aeroplanos ven confiscada su propiedad debido a que el inquilino consume marihuana dentro de la misma. La gente pierde sus automóviles en razón de que le permitieron subir al mismo a alguien que hacía dedo y que tenía drogas en sus bolsillos. Las abuelas pierden sus casas debido a que sus nietos tenían drogas dentro de ella.
Los dueños de propiedad en los EE.UU. se encuentran en grave riesgo de que muchas leyes federales, estaduales y locales permitan que su propiedad sea incautada ante el más leve pretexto. En el 80 por ciento de las confiscaciones de activos, ningún cargo es incoado contra los ex propietarios. El pasar por alto a esta gran inseguridad de la propiedad en los Estados Unidos es confeccionar una medición caprichosa de los derechos de propiedad.
Lo que el índice en verdad evidencia es que, con las excepciones de las ciudades estado de Hong Kong y de Singapur, no existen otros países libres en el mundo.
Traducido por Gabriel Gasave
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