El artículo de Bob Davis y de Gref Jaffe (4 de febrero) sobre las probables consecuencias económicas de una guerra de EE.UU. contra Irak yerra al otorgarles crédito a las guerras anteriores por crear efectos económicos positivos. Esta vieja falacia, pareciera, no puede ser eliminada.
El caso más poderoso en su favor ha sido por lejos la Segunda Guerra Mundial, la cual Davis y Jaffe sostienen que “claramente fue una bendición para la economía de EE.UU..” Pero una bendición ¿en qué sentido? El desempleo disminuyó durante la guerra enteramente debido al refuerzo de las fuerzas armadas. En 1940, unas 4,62 millones de personas estaban realmente desempleadas (la cifra oficial de 7,45 millones incluía a 2,83 millones empleados en varios proyectos laborales del gobierno). Durante la guerra, el gobierno, en mayor parte mediante el reclutamiento, atrajo a unos 16 millones de personas dentro de las fuerzas armadas en algún momento; la fuerza del servicio activo a mediados de 1945 involucraba a más de 12 millones. Voila, el desempleo civil casi desapareció. Pero reunir el equivalente al 22 por ciento de la fuerza laboral de la preguerra en las fuerzas armadas (para eliminar el 9,5 por ciento de desempleo) apenas produjo lo que correctamente podríamos denominar prosperidad.
Sí, el PBI oficialmente medido se elevó durante la guerra. El examen de ese resultado incrementado muestra, sin embargo, que consistió enteramente en bienes y servicios militares. Tanto el consumo civil real como la inversión privada cayeron después de 1941, y no se recuperaron completamente hasta 1946. El capital accionario privadamente poseído se contrajo realmente durante la guerra. Vaya prosperidad. (Mi artículo de marzo de 1992 en el Journal of Economic History, presenta varios de los detalles relevantes.)
Es un momento determinante cuando venimos a apreciar la distinción entre el gasto gubernamental, especialmente el gasto de la guerra, que abulta las cifras oficiales del PBI y los tipos de producción que generan genuina prosperidad económica. Como Ludwig von Mises escribió después de la Primera Guerra Mundial, “la prosperidad de la guerra es como la prosperidad que acarrean un terremoto o una plaga.”
Traducido por Gabriel Gasave
La prosperidad de la guerra: La falacia que no morirá
El artículo de Bob Davis y de Gref Jaffe (4 de febrero) sobre las probables consecuencias económicas de una guerra de EE.UU. contra Irak yerra al otorgarles crédito a las guerras anteriores por crear efectos económicos positivos. Esta vieja falacia, pareciera, no puede ser eliminada.
El caso más poderoso en su favor ha sido por lejos la Segunda Guerra Mundial, la cual Davis y Jaffe sostienen que “claramente fue una bendición para la economía de EE.UU..” Pero una bendición ¿en qué sentido? El desempleo disminuyó durante la guerra enteramente debido al refuerzo de las fuerzas armadas. En 1940, unas 4,62 millones de personas estaban realmente desempleadas (la cifra oficial de 7,45 millones incluía a 2,83 millones empleados en varios proyectos laborales del gobierno). Durante la guerra, el gobierno, en mayor parte mediante el reclutamiento, atrajo a unos 16 millones de personas dentro de las fuerzas armadas en algún momento; la fuerza del servicio activo a mediados de 1945 involucraba a más de 12 millones. Voila, el desempleo civil casi desapareció. Pero reunir el equivalente al 22 por ciento de la fuerza laboral de la preguerra en las fuerzas armadas (para eliminar el 9,5 por ciento de desempleo) apenas produjo lo que correctamente podríamos denominar prosperidad.
Sí, el PBI oficialmente medido se elevó durante la guerra. El examen de ese resultado incrementado muestra, sin embargo, que consistió enteramente en bienes y servicios militares. Tanto el consumo civil real como la inversión privada cayeron después de 1941, y no se recuperaron completamente hasta 1946. El capital accionario privadamente poseído se contrajo realmente durante la guerra. Vaya prosperidad. (Mi artículo de marzo de 1992 en el Journal of Economic History, presenta varios de los detalles relevantes.)
Es un momento determinante cuando venimos a apreciar la distinción entre el gasto gubernamental, especialmente el gasto de la guerra, que abulta las cifras oficiales del PBI y los tipos de producción que generan genuina prosperidad económica. Como Ludwig von Mises escribió después de la Primera Guerra Mundial, “la prosperidad de la guerra es como la prosperidad que acarrean un terremoto o una plaga.”
Traducido por Gabriel Gasave
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