La Impronta China en la OMC y su Influencia en el Comercio Internacional Latinoamericano
Los países por más diferencias culturales, políticas y sociales que tengan ya no pueden vivir en un mundo aislado. Este es el caso de China, que como potencia comercial mundial ya no se percibe con las políticas aislacionistas de otrora, sino con una mayor apertura al comercio internacional y formando parte de la llamada globalización económica.
La presente disertación se basa en considerar a China más allá de sus condiciones políticas y sociales, en tener en cuenta sus contradicciones y aciertos, su influencia en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y cómo influyen sus modos de producción en algunos países de Latinoamérica. Se razona en torno a China como actor internacional y el establecimiento de relaciones multilaterales a través del comercio, como arma a la mano para tener un peso específico en el escenario internacional actual y futuro.
En primer lugar se tratará la relación entre el sistema político y económico de China, y se dará luces de su proyección internacional; en segundo lugar, se tendrá en cuenta la adhesión del país asiático a la OMC y cómo ha hecho sentir la necesidad de cumplir sus intereses; por último, se hará referencias de cómo los chinos por medios legales e ilegales se han adentrados en mercados que anteriormente eran explotados por Latinoamérica lo que ha significado una reconfiguración de las relaciones económicas internacionales a nivel mundial.
La dualidad China
China presenta dos caras distintas que conjugan un actor de la de economía internacional que se va fortaleciendo cada día más. Por un lado, el Estado se define como una “democracia”[1] conformado por una llamada “Asamblea Popular Nacional”, donde se ven representados distintos estratos de la sociedad. A su vez, existe una condición de centro-periferia interna que hace observar un país capitalista y moderno, específicamente, en su capital (Beijing), y las principales zonas económicas especiales (como Hong Kong), y un país que mantiene situaciones de pobreza extrema y tradiciones ancestrales en las rurales.
Es inevitable conjugar política y economía al hacer cualquier tipo de referencia a China, ya que dichos aspectos se interrelacionan. Evidentemente, la existencia de un partido único y una élite gobernante rígida, burocrática y bastante estática conlleva a pensar en un sistema político socialista, que no sería capaz de tolerar los artificios económicos del capitalismo liberal y occidentalizado, aunque, en términos económicos, ya no se está ante la presencia de un sistema económico aislado, sino ante uno que cada vez tiene una paulatina apertura hacia el mundo en el rubro del comercio internacional, la política monetaria, entre otros.
Según Gómez y Castillo (2005),
China se ha caracterizado por tener un crecimiento promedio de 9.4 % anual desde 1979, gran parte del cual se deriva del sector manufacturero que depende en primordialmente de las exportaciones…
El crecimiento del Producto Interno Bruto para el año inmediatamente anterior fue del 9% cifra superior al estimado gubernamental del 7%, lo que ha ocasionado que China consuma el 40% de la producción mundial de cemento, 25% de la de aluminio, 37% acero, 31 % de carbón, 30 % del hierro y el 7 % del petróleo trasladando sus problemas inflacionarios a la economía mundial.
Evolucionando de un país fundamentalmente agrícola a uno principalmente manufacturero, y el número de su población hace que sea un país cuya influencia en el escenario económico internacional es bastante relevante. Sus índices macroeconómicos revelan una política gubernamental llevada con manos de seda y expansión de imperio a su debido tiempo.
La política monetaria del gobierno chino todavía estriba entre la apertura y el tradicionalismo, ya que se mantiene cierto recelo del momento en el cuál se posibilitaran de mejor manera las inversiones extranjeras, ya que son vistas como una intervención en los asuntos internos a la vez que es el mayor mercado mundial donde se radica la inversión de no nacionales de dicho país. Paralelamente, el mercado cambiario se abre a cuatro monedas (el Dólar Estadounidense, el Yen Japonés, el Dólar de Hong Kong y el Euro), aparte de su ya subvalorizada moneda oficial el Yuan, esto último sostenido por el Especialista en Economía Asiática de la Universidad de Yale Alberto Aldes en el programa televisivo “Economía y Finanzas” trasmitido por la cadena CNN en Español.
La línea de política financiera del país asiático se caracterizan por estar muy inclinadas hacia el sector público, lo mismo es mantenido por los diversos órganos encargados de ejecutarla, como el Banco Popular Chino, las autoridades financieras y las diferentes representaciones de negocios en países foráneos. En lo que respecta al Banco Popular Chino, cuya función es equivalente a un Banco Central de cualquier Estado del mundo, se ha radicado más que en manejar la política monetaria en diferenciar la esfera de las finanzas públicas de las finanzas comerciales y de otras índoles.
El desafío actual al cuál se abocan las autoridades financieras y económicas, son la de tener bajo control el desempleo, que en el 2004 se ubicó en 4,2%, debido al alza de las tasas de interés, lo que se tradujo en una predicción negativa por parte de los expertos, para el año en curso, al esperar el crecimiento de la economía se frene, aunque China y su potencial industrial e influencia fuera de sus fronteras es el arma loable más utilizada para solventar las posibles problemáticas que pueden aparecer.
La “garra” de China en la OMC
La OMC es la organización internacional multilateral económica con más de 134 miembros de todas regiones del mundo. Surge como producto de la evolución, o fracaso[2], del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade). En su seno, los países que suscribieron su acuerdo constitutivos, y los que ratificaron el mismo, encuentran un órgano cuyos mecanismos pueden ser activados al momento de presentarse una controversia; Estados con un trato especial y diferenciado por encontrarse en el subdesarrollo; y recomendaciones en la aplicación de políticas comerciales para continuar desarrollando la globalización económica.
Con la adhesión de China a la OMC, los asiáticos encuentran una forma de acelerar sus reformas en materia económica y financiera, además de entrar con el estatus de “país en vías de desarrollo” por lo cuál tienen un trato preferencial en materia de impuestos, industria tecnológicas, derecho de importación, empresas con capital extranjero, entre muchos diversos, todo ello sustentado en el Documento de Adhesión de la República Popular China a la Organización Mundial de Comercio contraído entre las partes el 23 de noviembre de 2001.
Es indudable. Existe una interrelación entre el mundo exterior y China, lo que impulsaría su apertura, puesto que entre los fines de la OMC la transferencia tecnológica, las mejoras de la administración pública, las mejoras de las políticas financieras y monetarias, el respeto por las patentes adquiridas, y muchas más, son sometidos a consideración. También, el Estado chino tiene la oportunidad de incrementar su estatus ante otras naciones, negociar en bloque con esquemas de integración como la Unión Europea (UE), La Comunidad Andina (CAN), el MERCOSUR (Mercado Común del Sur), luchar por influir en el comercio internacional, ya sea elaborando normas jurídicas o incrementando su cuota de exportación de productos.
Dado que la población china es la más grande del mundo, le conviene pertenecer a la OMC, por medio de la cual hecha mano de inversión extranjera que potenciaría aún más su economía, encontraría mercado para aquellos rubros donde tiene una producción excedente, y a la vez, encontraría alternativas para satisfacer la demanda interna de energía y otros aspectos en los cuáles ya no se pueden abastecer totalmente.
El multilateralismo es pragmáticamente ejercido dentro de la OMC, ya que se ponen en perspectiva diversos intereses de naciones con crecientes necesidades y es la arena ideal para lograr negociaciones de alcance local, regional y mundial que convengan. Lo dicho anteriormente se sustenta en el hecho que los productos manufacturados chinos no sólo tienen un alcance entre sus países vecinos, sino que han llegado hasta lo más lejano geográficamente hablando. La mano de obra barata y la producción en masa, hacen de la nación y cultura china un actor con muchas posibilidades de acuerdos y de establecer “Regímenes internacionales”[3] en el marco de institucional que ofrece la organización, tal como lo sostiene Kehoane (1992).
La presencia china en el comercio internacional se ha ido incrementando desde hace décadas, primero en el rubro agrícola con la producción de arroz, luego en el ámbito de los textiles, por lo que hoy en día su presencia en organismos multilaterales, como la OMC, hace pensar en una impronta, porque los lineamientos que han asumidos han dejado de ser tan pasivos y se han convertido en “línea dura”. Se considera hasta cierta agresividad y rapidez con la cual laboran en el comercio internacional y que ha conllevado a apoderarse de mercados naturales europeos, latino y norteamericanos, además de una influencia bien marcada en el Medio Oriente.
Sostiene la Beijing Review que:
La entrada está acompañada de oportunidades de desarrollo para ciertas industrias ventajosas, incluidas las de frutas, carnes, verduras, electromecánica, las industrias ligera y textil, los aparatos electrónicos de consumo y los sectores de la construcción y turismo, los cuales obtendrán grandes cuotas en el mercado mundial.
Sin embargo, el acceso a la OMC conlleva también cierta presión e impacto a industrias como las de cereales, automóviles, banca y seguros. En conjunto, la mayoría de las industrias se beneficiará con la entrada en la OMC, obteniendo más oportunidades.
Los conductores de la política comercial china ante la OMC han visto una oportunidad nada desdeñable, porque pueden incrementar la modernización del mercado chino, a la vez que se involucran con otros mercados, que, aunque distantes, significan variopintas ramas en las cuales puede incursionar.
La influencia china en Latinoamérica
Aunque China prometió apegarse totalmente a los lineamientos jurídicos y recomendaciones de la OMC, ha influido como un hegemón totalitario que ha venido acaparando mercados que eran naturalmente explotados por países latinoamericanos. En este caso, por razones de espacio y tiempo, sólo se hará referencia a Latinoamérica teniendo en cuenta sus principales actores en el ámbito económico que han visto la figura de China más de cerca, para ello se hará mención de Argentina, México y Venezuela[4].
Es necesario indicar que China vislumbró una mejor oportunidad de influir en los mercados naturales de Latinoamérica por una razón de bastante peso. No es más que la imposibilidad y la falta de voluntad política de los Estados para acordar reglas que favorezcan la cooperación en el marco de los distintos esquemas de integración del continente. No en vano, aunque para facilitar las negociaciones en la OMC se rinde más frutos si se hace en bloque, la región latinoamericana rebota entre el anterior nombrado tipo de negociación y la bilateral.
Esquemas de integración como la Comunidad Andina y el MERCOSUR, poseen miembros, que no saben por cual línea de acción definirse[5], y lejos de definirse actúan en los dos haciendo imposible la cristalización de la unificación de diversas naciones que comparten el mismo idioma, cultura, entre otras. Esto marca un compás abierto para los hábiles chinos que aprovechan las diferencias y sacan ventajas de ello.
Argentina ha visto de cerca una competencia en el aspecto manufacturero con China, por un sitial en el mercado estadounidense. Resulta más rentable para estos últimos comprar manufactura a los asiáticos, pues ofrecen igual, y hasta mejor, calidad a un costo más bajo. Inclusive, ya hay intenciones de China por experimentar en el ámbito pecuario, renglón en el que los gauchos son líderes.
México es un caso bastante alarmante. Mantienen una influencia, por su cercanía geográfica, en el mercado textil norteamericano. Pero, los chinos agresivamente han invadido este mercado provocando una ola de despidos masivos en el país azteca. Cabe señalar que la representación mexicana piensa demandar a China ante el órgano de solución de controversias de la OMC, argumentando inconsistencias en las cifras del área textil y búsqueda de apoderarse de esta rama del mercado del norte por medio ilícitos.
En Venezuela, los chinos han encontrado una oportunidad de oro, puesto que hallaron una alternativa para lograr satisfacer la demanda de energía[6], por medio de la orimulsión. Esto ha dado pie para inversiones e influencia tecnológica china en territorio venezolano. Delgado (1999) predijo que China sería el mercado más grande de orimulsión para los venezolanos, ello basado en la firma de acuerdos entre La Empresa Petrolera China y Petróleos de Venezuela (PDVSA).
Se maneja una matriz extraoficial que emana del Ministerio de Producción y Comercio (MPC), el cuál sostiene prefieren negociar directamente con China, al margen de esquemas de integración u organismos multilaterales, por la identificación ideológica que existe entre el Presidente Chávez y las ideas del gobierno chino y el alcance de mayores beneficios.
Un punto de honor en la OMC, que es engorroso para casi todos los miembros es el tema agrícola. China ha incrementado sus exportaciones en este campo y han consumido la cuota de los latinoamericanos, por lo cual el organismo multilateral ha sido foco de acaloradas controversias[7].
Claramente las condiciones laborales que ofrece China, y por lo tanto, los bajos costos en la extracción de materia prima, colocación de productos finales y manufacturados, no presentan una competencia leal con los productores latinoamericanos, por lo que desde Asia se ha dado una progresiva posesión de los mercados a los cuales natural y estratégicamente Latinoamérica era influyente.
A manera de conclusión
Etimológicamente “China” en el idioma chino “Cheng-kuo” significa “reino medio”, según lo plasmado por Brzezinski (1998). Ello se traduce en una tradición cultural que considera a la nación china como el centro del mundo, del cual emana y depende la humanidad. Dicha grandeza se proyecta en los mercados internacionales con la influencia de numerosos productos y la legitimación de sus acciones en foros económicos internacionales.
Indudablemente China estriba entre un sistema socialista hacia dentro y la apertura progresiva, lenta y oportuna hacia fuera, haciéndose dueña cada día más de la credibilidad de los expertos económicos. El número de sus habitantes, su sistema financiero y económico, su mano de obra a bajo costo y el proteccionismo a los capitales hacen sea un escenario proclive a la inversión extranjera.
Existen detractores de la potencia asiática, sin embargo, no se puede negar su influencia en el comercio internacional mundial, dado constituye el sistema económico más grande del mundo. Quienes opinan que China es una influencia negativa, lo ven más como una amenaza. Los que apuestan por este gigantesco país sostienen que la economía llevará a un punto crucial a la política, donde se producirá una apertura definitiva a la ideología occidental.
Los entes chinos encargados de las negociaciones multi y bilaterales han visto nichos en los cuales han hecho sentir su influencia. La OMC y las consecuencias en Latinoamérica se hacen sentir. En la primera por el gran volumen de comercialización y por convertirse en piedra angular de la organización; en la segunda, porque se ha apoderado de sus mercados y ha encontrado caminos alternativos para satisfacer su creciente demanda energética.
Sin embargo, todavía falta tiempo para que China se convierta en el hegemón que paute las guías del juego en materia de comercio internacional, porque es indudable su desarrollo económico anual, pero no se puede dejar de lado las consecuencias de la Revolución Cultural y la ideología socialista que impiden se concrete un desarrollo tecnológico y administrativo que favorecería aún más a su población y el comercio internacional ejercido por ellos.
[1] Esto teniendo en cuenta el concepto de “democracia” a través del punto de vista de los chinos, puesto que presenta más visos socialistas que liberales, sin embargo, insisten en definirse así para darle más credibilidad y legitimidad en todos los campos de acción (ya sea interno o internacional).
[2] Depende de cómo se vea, ya que hay detractores y favorecedores de los inicios de la OMC con el GATT, cuyas negociaciones duraron más de 50 años.
[3] La noción de “Regímenes Internacionales” expresadas por Kehoane se tiene en cuenta como un término de las Relaciones Internacionales, inclinada a definir el punto intermedio entre la estructura de poder institucionalizada (en el caso de la presente disertación sería la OMC) y la negociación llevada a cabo por parte de los entes correspondientes (ya sean como individualidades o como actores en representación de un Estado). Dichos regímenes pueden ser escritos y bien definidos o tácitos e implícitos, y generalmente aplican a la realidad económica.
[4] Se está consciente que también Brasil es uno de los mercados más importantes para Latinoamérica, aunque no se hará un estudio exhaustivo de las repercusiones de la actuación china en tal sentido.
[5] Tal es el caso de Venezuela, país miembro de la CAN y a su vez con el estatus de “Estado asociado” del MERCOSUR, lo que hace un choque de intereses entre dichos esquemas en la proyección internacional del citado Estado.
[6] También de colocar sus productor de telefonía celular ya terminados. Ejemplo de ello es Nokia, cuya incursión en el mercado latinoamericano es bastante palpable por medio de campañas publicitarias vanguardistas y eventos promocionales, entre los que destacan los conciertos Nokia Trends en Argentina y México.
[7] También los chinos han incursionado de manera no muy favorable en los mercados europeos, tantos en los pertenecientes a la UE como los demás. Francia es uno de los que ha hecho sentir en mayor medida su protesta en el tema agrícola en contra de la nación asiática.
- 23 de julio, 2015
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