Juventud en Éxtasis Político: De Olafos a Superboys
¿Serán los jóvenes políticos la solución para la crisis crónica de Latinoamérica? Una respuesta apasionadamente acelerada nos podría sugerir que sí. Sin embargo, si usted me tuerce un poco el brazo, debo confesarle que para responder a esta interrogante, tenemos que distinguir entre al menos cinco categorías distintas de jóvenes. Estas son: Olafos, Anakins, Rugrats, Pitufos Filósofos y/o Mafaldas y Superboys.
Juventud en éxtasis político: De Olafos a Superboys
Por Pablo Arosemena Marriott (26)
¿Serán los jóvenes políticos la solución para la crisis crónica de Latinoamérica? Una respuesta apasionadamente acelerada nos podría sugerir que sí. Sin embargo, si usted me tuerce un poco el brazo, debo confesarle que para responder a esta interrogante, tenemos que distinguir entre al menos cinco categorías distintas de jóvenes. Estas son: Olafos, Anakins, Rugrats, Pitufos Filósofos o Mafaldas y Superboys.
I. Olafos.- Se refiere a los jóvenes que no tienen ningún interés por la política. Estan realmente amargados de la política. Esta indiferencia de ciertos jóvenes por la política, tiene dos razones distintas: a) la apatía a lo político causada por la mala fama que legítimamente se han ganado los políticos; b) el espíritu emprendedor de negocios que no suele ser compatible con la mentalidad burocrática, propia de la mayoría de los políticos. Indudablemente, estas razones se pueden presentar juntas o por separado. Además, es importante recalcar que los jóvenes "Olafos" son inofensivos para la política. No la pretenden cambiar ni para bien ni para mal.
II. Anakins.- Son los jóvenes que sí se interesan por la política pero, desgraciadamente, son sumamente proclives al lado oscuro, a la corrupción. Para estos jóvenes, entrar en política es tan deseado como ganarse la lotería. Pues sus expectativas son las mismas: hacerse millonarios de la noche a la mañana. Ellos sí son parasitariamente peligrosos para la política.
III. Rugrats.- Son los jóvenes extremadamente entusiastas con el poder y la política. Les fascinan las aventuras políticas. Han trabajado en campañas, son fans de ciertos políticos, están al día en todos los temas políticos; el problema es que detrás del estuche, no encontramos ningún contenido. Sus discursos siempre terminan en frases rimbombantes sin sentido. En el mejor de los casos, saben explicar mucho del "qué hay que hacer" pero saben muy poco o nada del "cómo hacerlo". Su dialéctica demagógica los hace peligrosos pues hablan mucho y muy bien: pero no dicen nada que agregue valor. Son populistas en ciernes.
IV. Pitufos Filósofos y Mafaldas.- Se refiere a los jóvenes genuinamente compenetrados con la política. A diferencia de los Rugrats, ellos sí se han preparado en política. Solamente con un inconveniente, son jóvenes portadores de viejas y erradas ideas. Son víctimas de la creencia trans-generacional y transversal de que es el Estado quien puede y debe generar riqueza. Trans-generacional porque la tuvieron nuestros padres, abuelos y bisabuelos. Transversal porque es una creencia tanto de la izquierda como de la derecha Latinoaméricana. Y es una creencia errada porque los países más desarrollados del planeta siempre han sido los que han gozado de mayor libertad económica (libre mercado) y mayor libertad política (democracia real). Su peligro reside en que son perpetradores del status-quo.
V. Superboys.- Son los jóvenes políticos con las ideas correctas. Están decididos a cambiar la manera de hacer política y se han preparado, académicamente para eso. Son profesionales y emprendedores que no esperan vivir de la política. Su vocación de servicio la combinan con un profundo conocimiento de las enseñanzas -nunca antes implementadas en nuestros paises- del liberalismo clásico de acuerdo a nuestras realidades nacionales. Representan un altísimo peligro para la politiquería. Para Latinoamérica, son la única salvación.
En conclusión: ni lo nuevo ni lo viejo son criterios suficientes para que la política funcione mejor. Que tampoco los jóvenes son necesariamente sinónimos de integridad garantizada, nuevas ideas o de ideas correctas. Y que la posibilidad de tener mejores diás está condicionada a que seamos capaces de canalizar el éxtasis político que seduce a nuestros jóvenes, para así poder transformar a la potencial juventud liberticida en una auténtica juventud libertaria.
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