La falacia del bloque izquierdista regional
MIAMI.- Tal como se ven las cosas desde Estados Unidos, pareciera que una gigantesca ola izquierdista está avanzando sobre toda América latina. Pero mirando las cosas desde el extremo sur del continente, no se percibe un tsunami izquierdista, sino más bien una serie de olas que van en todas las direcciones, y a veces chocan entre sí.
Está claro que en los últimos años los candidatos de izquierda vienen ganando elecciones en la Argentina, Brasil, Venezuela, Uruguay, Chile (anteayer triunfó la socialista Michelle Bachelet) y que algunos de ellos tienen un discurso anticapitalista y antiestadounidense.
Y ahora, con el reciente triunfo arrollador del candidato izquierdista boliviano Evo Morales -que durante la campaña propuso la nacionalización de los hidrocarburos y la legalización de la coca- y con la posibilidad de que la izquierda triunfe en las elecciones de este año en Perú, Ecuador y México, muchos vaticinan la creación de un formidable bloque izquierdista latinoamericano.
Sin embargo, aunque en Washington muchos ya se están preguntando quién es culpable de la «pérdida´´ de América latina, y lo más probable es que el Partido Demócrata haga esta pregunta en voz alta en las elecciones de 2008, una visita a la Argentina y Uruguay en las últimas dos semanas me dejó un tanto escéptico de que veamos la creación de un bloque regional sólido alineado que siga los pasos de Venezuela y Cuba.
Consideren los últimos titulares en la región:
Hace unos días, Danilo Astori, el ministro de Economía del gobierno izquierdista de Uruguay, sacudió la región al anunciar que su país se propone negociar un tratado de libre comercio con Estados Unidos, lo que implicaría una ruptura con el Mercosur (más información en Pág. 6). Bajo las reglas del Mercosur, ningún miembro puede negociar unilateralmente acuerdos de libre comercio con terceros países, y tanto Brasil como la Argentina -los socios principales de Mercosur- se oponen a iniciar negociaciones de libre comercio con Washington en las actuales condiciones.
Paralelamente, la Argentina y Uruguay están peleándose públicamente por la decisión uruguaya de dar luz verde a una inversión española-finlandesa de US$ 1000 millones en dos fábricas de papel en la frontera entre los dos países. El gobierno argentino sostiene que el proyecto contaminará el aire y el agua de la zona, y manifestantes argentinos están bloqueando los puentes de acceso a Uruguay en señal de protesta. Uruguay dice que los estudios coinciden en que las plantas no son contaminantes y que seguirá adelante con la construcción.
El presidente electo boliviano, Morales, inicialmente apoyado con entusiasmo por el gobierno argentino, ahora es visto con cierto resquemor en Buenos Aires. El vicepresidente electo boliviano, Alvaro García Linera, que fue un líder guerrillero hasta no hace mucho, anunció que Bolivia aumentará el precio de sus exportaciones de gas a la Argentina, que hasta ahora se llevaban a cabo bajo un acuerdo preferencial.
La promesa de campaña de Morales de que nacionalizará la industria de hidrocarburos y legalizará la coca está poniendo nerviosos a varios países de la zona.
Chile y Bolivia siguen sin tener relaciones diplomáticas debido a un viejo litigio fronterizo. Y Morales ha sido uno de los más acérrimos críticos de Chile en su país.
La Argentina se queja públicamente de que Brasil está obteniendo demasiadas ventajas del Mercosur: mientras que Brasil exportó unos US$ 10.000 millones a la Argentina el año pasado, la Argentina sólo exportó unos US$ 6000 millones a Brasil.
La izquierda moderna
Hay una larga lista de reclamos entre los países izquierdistas de América latina, que sólo son eclipsados cada tanto por grandilocuentes declaraciones de unidad regional o cuando el presidente venezolano, Hugo Chávez, llega a un país con ofertas de ayuda financiera a cambio de solidaridad «bolivariana´´.
Mi conclusión: no veo un tsunami izquierdista radical en América latina. Por supuesto que hay líderes de una izquierda retrógrada, como la de Chávez o Morales, que durante su visita a China la semana pasada exaltó a Mao Tse-tung. (Los líderes chinos se deben de haber reído para sus adentros: durante una visita a China el año pasado, sólo vi un retrato de Mao, en la plaza Tiananmen, y los funcionarios chinos me dijeron que Mao ya dejó de ser un héroe en la actual fiebre capitalista del país).
Quizá la gran novedad de América latina no sea el resurgimiento de la izquierda populista de la década del 60, sino el hecho de que por primera vez está surgiendo una izquierda moderna, responsable y globalizada en países como Chile, Brasil, y quizás Uruguay. En estos países, y posiblemente vengan otros, se han dado cuenta de que las naciones que logran reducir la pobreza son las que atraen inversiones, y las que aumentan la pobreza son las que las ahuyentan.
- 28 de diciembre, 2009
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