A propósito de Huerta de Soto y Hana Fischer
Por Alvaro Vargas Llosa
Dos breves comentarios a propósito de los últimos textos de Jesús Huerta de Soto ("Liberalismo: principios, ocaso, promesa") y de Hana Fischer ("Los nuevos emperadores") publicados en este "blog".
Jesús, con la maestría de siempre, traza una breve genealogía del pensamiento liberal, rastreando sus antecedentes entre los griegos y los romanos. En un texto publicado también en este "blog", Enrique Ghersi los rastrea en la cultura árabe de la baja Edad Media. Añado que podríamos con igual justicia mencionar a Lao Tsé, el filósofo chino que hace dos mil trescientos años, en un famoso texto ("Tao Te Ching"), recomendó al gobernante adoptar el principio de la no interferencia ("wu wei"). Entre sus afirmaciones, figuró esta verdad maciza como una catedral: "Mientras más prominentes sean las leyes y las órdenes, más ladrones habrá". Y podríamos hablar asimismo de las inscripciones cuneiformes que cuentan las hazañas liberales del rebelde Urukagina, hace dos mil cuatrocientos años, en Lagash, una localidad de Sumeria en la antigua Mesopotamia. ¿A dónde voy? A que son tan ricos y diversos los antecedentes de la idea liberal que resulta casi imposible establecer una genealogía cabal. Lo que no significa, por cierto, que no sea extremadamente útil e instructivo hacer un ejercicio de este tipo, como lo hace Jésús.
En cuanto al texto de Hana Fischer, creo que da en el clavo cuando explica que las consideraciones de poder resultan más importantes para esta ola de gobernantes de izquierda en América Latina que sus ideales. Yo añadiría que el nacionalismo, o al menos las consideraciones nacionales, tienen prioridad por encima de sus coincidencias ideológicas. Eso no debería sorprender: el nacionalismo fue una de las razones por las que el famoso "panarabismo" resultó una mentira al otro lado del mundo. Es interesante constatar los pleitos entre Lula y Kirchner, dos izquierdistas, por razones comerciales; entre Kirchner y Vázquez, dos izquierdistas, por las fábricas de papel que los inversores europeos quieren establecer del lado uruguayo de la frontera; entre Chávez y Lagos, hace unos meses, por el tema de la aspiración marítima de Bolivia; entre Evo Morales, antes de ser electo, y Lagos -otra vez- por el eterno asunto de la mediterraneidad boliviana; entre Kirchner y el electo Evo Morales, también dos izquierdistas, porque el segundo anuncia que aumentará el precio del gas natural que Bolivia le vende a la Argentina (y que estaba suministrándole a precio ridículo). En fin, el nacionalismo, esa aberración, hoy conspira para evitar -ironía feliz- que las izquierdas formen un bloque uniforme y monolítico.
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