Los empresarios anti libre comercio
No se engañen por las imágenes de protestas callejeras contra el libre comercio que uno ve en la televisión: en el mundo real, la oposición más poderosa contra los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos no viene de la izquierda radical, sino de grandes empresarios que podrían resultar perjudicados.
Al igual de lo que ocurre en Estados Unidos –donde magnates azucareros como la familia Fanjul de la Florida se opusieron al acuerdo de libre comercio de Centroamérica con Estados Unidos para preservar su escandalosa protección gubernamental contra competidores extranjeros– varios grupos empresarios latnoamericanos están en la primera línea de la lucha contra el libre comercio.
Lo que ocurrió esta semana en Colombia tras el cierre de las negociaciones del tratado de libre comercio con Washington fue un caso típico. Poco después de anunciado el fin de las negociaciones, varios líderes de la industria farmacéutica colombiana, junto con grandes empresarios del arroz, el maíz y la industria avícola salieron a denunciar el tratado como potencialmente de-
sastroso para la industria nacional.
Los industriales anti libre comercio podrían lograr que el Congreso colombiano no ratifique el acuerdo. Las encuestas de opinión muestran que un 55 por ciento de los colombianos está en contra del tratado de libre comercio.
Según me señalaron altos funcionarios colombianos, las industrias que se oponen al tratado son un pequeño sector de la comunidad empresarial, pero muy ruidoso y políticamente conectado. Incluso excluyendo el café, uno de las principales productos colombianos, la industria avícola representa menos del 9 por ciento de la producción agrícola colombiana, mientras que el arroz representa el 5 por ciento, y el maíz el 1.7 por ciento, según cifras oficiales.
En términos de empleo, el panorama es similar. Mientras que sectores anti libre comercio como la industria avícola emplean a 145 mil personas, el maíz a 121 mil personas y el arroz a 76 mil personas, otros sectores que se beneficiarán del tratado como la industria del ganado vacuno generan 1 millón de empleos, y la industria de productos lácteos genera 1.1 millones de empleos.
Sin embargo, las grandes empresas productoras de arroz y maíz están teniendo grandes ganancias gracias a la protección estatal contra la competencia extranjera, y no quieren perder sus privilegios, afirman funcionarios colombianos. Hay muchos productores más pequeños cuya situación económica no es tan buena, pero que gozarán de una mayor protección gubernamental –mediante subsidios especiales– cuando entre en vigor el tratado, señalan los funcionarios.
El acuerdo de libre comercio con Estados Unidos le permitirá a Colombia exportar el 99.9 por ciento de sus productos libres de impuestos aduaneros al mercado norteamericano. Lo que es más importante, permitirá que los productos colombianos puedan seguir siendo exportados libres de impuestos a Estados Unidos tras el vencimiento de un acuerdo preferencial para países productores de drogas que probablemente no será renovado, y que vence a fines de este año.
»El sector industrial respalda casi integramente el tratado, y buena parte del sector agrícola también», me dijo el ministro de Comercio colombiano Jorge Humberto Botero en una entrevista telefónica. Preguntado por qué otros sectores se oponen tan frontalmente, dijo que se debe a que por un lado no quieren perder sus privilegios, y por otro lado deben competir con un exportaciones agrícolas altamente subsidiadas de Estados Unidos.
Mi opinión: a juzgar por lo que ha ocurrido con tratados de libre comercio de Estados Unidos con México y Chile, el acuerdo debería ser positivo para Colombia, aunque algunos de sus empresarios salgan mal parados. Tanto México como Chile aumentaron significativamente sus exportaciones tras firmar estos tratados, y lograron atraer a más inversiones manufactureras.
Sin embargo, lo preocupante tanto en Washington como en América Latina es que se está hablando demasiado de libre comercio, y demasiado poco de competitividad, cuando los dos deberían ir de la mano. ¿De qué sirve que Colombia gane acceso preferencial al mercado norteamericano si sus compañías no logran competir con productos de China, India o Europa del Este?
El libre comercio por sí solo no es la solución, como lo demostró el caso de México, cuya economía no terminó de despegar. Aunque las exportaciones mexicanas aumentaron gracias al libre comercio, el país no adoptó las reformas laborales e impositivas que le hubieran permitido aprovechar al máximo el acuerdo, atraer inversiones a lo grande, y convertirse en un gigante exportador como China.
Colombia debería evitar cometer el mismo error. Debería ratificar el tratado de libre comercio, y al mismo tiempo adoptar reformas económicas y educativas para ser más competitiva en la economía global. Y si en el proceso resultan perjudicados algunos magnates que desde hace mucho tiempo están viviendo de la protección estatal, paciencia.
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