John Stossel: Confesiones de un reportero rebelde
: How I Exposed Hucksters, Cheats and Scam Artists and Became the Scourge of the Liberal Media en el Centro de Conferencias de The Independent Institute en Oakland, California, intitulada: CONFESIONES DE UN REPORTERO REBELDE: Poniendo al descubierto a los mercachifles, embaucadores y artistas del fraude.
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Soy un libertario, y encuentro que los libertarios odian el subtítulo de este libro. El mismo no me enloquece, pero confío en que mi editor, siendo más hábil que yo en la comercialización de libros, sabe lo que está haciendo: How I Exposed Hucksters, Cheats, and Scam Artists and Became the Scourge of the Liberal Media… (Cómo puse al descubierto a los mercachifles, embaucadores, y artistas del fraude y me convertí en el azote de los medios liberales…, siendo este último término empleado aquí en el sentido estadounidense del mismo). Los Libertarios tienden a odiarlo, debido a que la impresión causada es la de que éste es otro de esos libros conservadores. De hecho, creo que el director del libro no podría expresar la diferencia. Y ellos consideran que los libros conservadores venden.
Pero es también interesante porque hay por allí en la actualidad numerosos libros de individuos de izquierda que hablan acerca de que no existen medios de prensa liberales. Y son muy serios. Y uno de los ejemplos que ellos ofrecen es ABC. “Tienen a estos conservadores, George Will y John Stossel, y Stossel ni siquiera es descrito como un columnista. Realiza también informes y presenta programas regularmente. ¡Que terrible!” Y ellos me consideran un conservador.
Ahora, ocurre que yo pienso que la homosexualidad es perfectamente natural. Considero que la guerra contra las drogas es un error, que la prostitución debería ser legal, que usted debería ser capaz de quemar una bandera si así lo desea, y que algunos abortos deberían ser legales. Me opongo a que vayamos a involucrarnos en Irak. Y me llaman conservador. Esto dice más acerca de la cultura de la corriente mayoritaria que de mí persona. ¿Por qué me llaman un conservador? Quiero decir: los verdaderos conservadores deberían sentirse insultados, y probablemente lo están.¿Por qué me llaman un conservador? ¿Porque me gustan los mercados libres? ¿Qué hay de conservador rsepecto de los mercados libres? Los mismos son no planificados y caóticos. Y no obstante ello nos llaman conservadores porque creemos que los mercados libres son cosas maravillosas.
¿De qué se trata esto? Aún no puedo resolverlo. Lo intento en este libro un poquito. Pero el capitalismo es odiado en las salas de prensa en las que he estado y en la academia. ¿De qué se trata esto? La gente odia a sus empleadores, y sus empleadores les pagan. A la gente le gusta el gobierno, y los gobiernos toman un tercio de su dinero y lo despilfarran. ¿Qué hay respecto del comercio que despierta tanta bronca? No estoy seguro.
Pero comencé 33 años atrás como un reportero del consumidor, y compartí muchos de estos sentimientos de los jóvenes reporteros. Estaba allí fuera para golpear contra las empresas, y lo hice noche tras noche. Realicé historias criticando al Coffee Institute (Instituto del Café). El mismo estaba emitiendo avisos que decían: “El café es la bebida que lo eleva mientras lo calma”. ¿Qué? Exactamente. Por lo tanto los llamé y les dije: “¿Cómo pueden decir esto? Es contradictorio”. Ellos respondieron: “Tenemos investigaciones que respaldan esto”. “¿De verdad?, ¿cuál es la investigación?” “Bien, encuestamos a miles de individuos, y les preguntamos ¿qué es lo que obtienen de su pausa para tomar un café? Algunos dijeron que el mismo los exaltaba, algunos sostuvieron que el mismo los aplacaba”. Informé sobre el secador de ropas que funcionaba en base a energía solar por tan solo $50, que la empresa publicitaba. Les enviamos nuestros $50 y nos enviaron una soga para tender ropa. Fue muy hábil.
Y hubieron montones de timos como ese, y es por eso que los activistas del consumidor decíamos: “Tenemos que proteger a la gente. ¿Cómo lo vamos a hacer? Necesitamos reglamentos. Usted precisa que la Comisión Federal del Comercio se involucre. Usted precisa al fiscal general en la causa y a los abogados demandando”. Y entonces los observé trabajar.
Y me encuentro un poco avergonzado de cuanto tiempo me tomó ver lo insensato de estos reglamentos, como los mismos acumulaban papelerío. Los mismos enriquecían a los abogados. Los mismos ayudan a los burócratas a construir pequeños imperios que nos quitan nuestra libertad, haciéndonos llenar más formularios. Pero los mismos no afectaban a los truhanes. Los individuos que vendían alargadores de penes y aumentadores de bustos seguían haciéndolo, saliéndose con la suya. El gobierno era demasiado incompetente para sacar del negocio incluso a los obvios aprovechadores. En cambio, ellos tan solo sancionaban más reglas que agobiaban al resto.
Cuanto más observaba trabajar al mercado, más perplejo estaba de que el mismo parecía protegernos incluso en áreas donde no hubiese pensado intuitivamente que el mercado lo haría. Por ejemplo, mírese a las codiciosas compañías que me han empleado. He trabajado para las tres cadenas más grandes, y ellas obtienen todo su dinero de los anunciantes, y no obstante eso me pagaban para ser un reportero del consumidor, para morder la mano que las alimentaba. ¿Por qué? Ralph Nader, cuando el reporte del consumidor se iniciaba, dijo que esto nunca había ocurrido. Dijo que usted podría ver un reporte de los consumidores solamente en la televisión pública porque las estaciones comerciales no desearían ofender a sus auspiciantes. Treinta años más tarde, ¿qué había ocurrido? Lo opuesto era válido, como ocurre con mucho de lo que Ralph afirma.
No hay reporte alguno del consumidor en el PBS (siglas en inglés para el Servicio de Radio-Teledifusión Pública de los EE.UU.). Los tímidos burócratas que lo manejan se ponen demasiado nerviosos respecto de ofender a alguien. Pero hay informes del consumidor en la mayoría de las estaciones de TV comerciales, debido a que el mercado recompensa a los consumidores. En este caso lo que sucedía era que, sí, algunos anunciantes se enojaban por lo que yo hacía, retiraban sus cuentas. El laboratorio Bristol-Myers, que produce Bufferin y Excedrin, nos demandó por $25 millones a la CBS y a mí cuando dije que estaban mintiendo en su publicidad.
Usted pensará que la CBS habrá dicho que Stossel no vale eso. Pero no lo dijeron. Tan sólo dijeron: “Mira, pelearemos esto, conseguiremos que sea desestimada, y sigue adelante, elabora tu informe del consumidor”. ¿Por qué? Porque el mercado nos protege. Más de ustedes, resultó, deseaban mirar un programa de noticias que realizaba informes del consumidor. Y por lo tanto, sí, perdieron algunos avisos, pero hicieron más dinero debido a que tuvieron índices de audiencias más elevados. El mercado realiza constantemente milagros, pero los damos por sentados. El mercado nos protege de maneras inesperadas.
Actualmente cuando digo esto, la gente dice que eso es trivial. “Cuando se trata de las cosas serias, de estar seguros, entonces usted precisa tener reglamentos, debe tener a la OSHA (siglas en inglés para la Administración de la Seguridad y Salubridad Ocupacional), y a la CPSC (siglas en inglés para la Comisión de Seguridad de los Productos al Consumidor), y a la sopa alfabética completa de las agencias que tenemos en Sacramento y en Washington, DC.”, e intuitivamente, esto tiene sentido. Estamos asustados. Nuevas cosas están aconteciendo. Químicos misteriosos están siendo usados, y deseamos que la Gran Niñera, con los sabios científicos que trabajan en Sacramento, tomen las decisiones por nosotros. Es instintivo. Pero a medida que lo observaba acontecer, lo vi marchar erróneamente, porque los reglamentos, al interferir con los deseos de millones de individuos libres, hacen que el mercado siempre cree efectos secundarios desagradables. Y ellos resultan peores.
Veámoslo en el área de los fármacos, legales e ilegales. Los ilegales primero. Tengo dos hijos adolescentes. Intuitivamente, de nuevo, estoy complacido de que la heroína, la cocaína, y el éctasis sean ilegales; ellos no pueden entrar zumbando a la farmacia del barrio e ir a drogarse. ¿Pero eso realmente los disuade? No parece que las leyes sobre las drogas están manteniendo a la “cosa” fuera del país. Ni siquiera la podemos mantener fuera de las prisiones. ¿Cómo creemos que la estamos dejando fuera de la nación?
Existe el efecto del fruto prohibido. Tal vez los chicos se encuentren más atraídos por ella debido a que es ilegal. Los chicos dicen que es tan fácil de conseguir como el alcohol, por lo tanto la pregunta es ¿qué es lo que logra la ley?. Quizás un cierto porcentaje de nosotros probaremos intoxicantes, y tal vez un cierto porcentaje abusará de ellos independientemente de cuál sea la ley. No lo sé. Pero si sé respecto del aspecto negativo de la ley, porque ahora puedo verlo, y es desagradable.
Hay cuatro cosas. La primera y la peor es el crimen. Casi nadie se alucina con estas drogas y sale a cometer crímenes porque están alucinados. El crimen acontece porque la misma es ilegal, porque las pandillas no pueden confiar en la protección de su propiedad privada por parte de la policía, por ende forman pandillas y se arman. Los compradores deben optar por robar para pagar sus altos precios. La nicotina y la heroína, de acuerdo con el gobierno, son casi igual de adictivas, sin embargo nadie está asaltando los 7-Elevens para obtener cigarrillos Marlboro. Es la ley la que provoca todo este crimen violento.
En segundo termino, estamos corrompiendo a las fuerzas policiales. Les estamos pidiendo a policías que ganan $25.000 por año que rechacen sobornos de $25.000. No todos lo hacen.
Estamos corrompiendo a la economía del ghetto. Les estamos pidiendo a los niños en los vecindarios pobres que tomen sus primeros empleos en McDonald’s. “¿Por qué debería hacerlo” dice el niño. “Mi pequeño hermano puede hacer más como un intermediario de drogas”. Y las personas a las que tiene como modelos, los individuos con los mejores automóviles y las mejores ropas, son los criminales. Que mal mensaje le estamos enviando a los niños.
Y finalmente, estamos cimentando a pandillas de criminales increíblemente ricas. Es el comercio de la droga el que parcialmente financió a Osama bin Laden. Ahora estamos destruyendo a Colombia. Al Capone fue creado por la prohibición del alcohol. Las pandillas que estamos creando en la actualidad pronto serán capaces de adquirir armas nucleares.
¿Entonces por qué estamos haciendo esto? Bien, para protegernos de nosotros mismos. Pero si esa es una cosa buena de hacer en una sociedad libre, entonces no existe ningún limite a lo que el gobierno pueda hacer. Pronto, tal vez, tendrán a la policía del ejercicio viniendo a nuestros hogares para hacernos dar vueltas corriendo y hacer flexiones.
Vayamos a las drogas legales. Aquí también, intuitivamente tuvo sentido [la protección gubernamental]. No deseo que alguna compañía me envenene, que algún vendedor de aceite de víbora me diga que puede curar mi dolor de espalda y me venda algo que me matará o me hará adicto a algo. Gracias a Dios que el gobierno, la Gran Niñera, me va a proteger.
Y el gobierno nos protegió de la talidomida. Esta fue la historia más exitosa de la FDA (siglas en inglés para la Administración de Alimentos y Fármacos), y desde entonces ha crecido 10 veces en tamaño. La talidomida era un tranquilizante que algunas mujeres tomaban durante el embarazo y que hacía que dieran a luz a niños con severos defectos de nacimiento. Por lo tanto estoy feliz de que nos protegieran de la talidomida. ¿Pero valía la pena todo esto? Ya no lo creo, porque actualmente insume de 12 a 15 años lograr que una nueva droga sea aprobada. Lo que esto significa es que hay cosas buenas que podríamos tener y que podrían salvarnos y con las que no podemos contar debido al gobierno.
Algunos años atrás anunciaron orgullosamente “este nuevo bloqueador beta que estamos aprobando, este nuevo medicamento para el corazón salvará 14.000 vidas estadounidenses por año”. Y nadie se paró en la conferencia de prensa para decir: discúlpenme, ¿no significó eso que ustedes mataron a 14.000 personas el pasado año? Pero eso es lo que significó. Es sólo que no pensamos de esa manera. No pensamos acerca de las cosas de las cuales nos privan los reglamentos. Es fácil poner al bebé de la talidomida en la portada de la revista Life, como lo hicimos. ¿Pero quién será salvado por la nueva droga? No sé a quién de ustedes retratar.
Ahora mismo, en este proceso de 15 años, existen substitutos de la grasa, cosas que nos permitirían comer todo el helado y el pastel que deseásemos sin engordar. Ahora bien, existe una diminuta posibilidad de que haya algo malo allí, y ellos desean estar seguros. Pero 5.000 personas mueren en este país a causa de la obesidad cada año. ¿No cuentan ellos en la ecuación? No, no cuentan, debido a que no sabemos quién es usted.
Y cuando le comento esto a grupos menos informados, la gente dice: “Bien, es sólo que suena muy atemorizante. ¿Qué está usted diciendo, Stossel, no tener una FDA? Estos arrastrados nos envenenarán, estas empresas codiciosas”.
En primer lugar, no creo que a las compañías les guste asesinar a sus clientes. Pero aún asumiendo que fuese así, ¿por qué en una sociedad libre nos sentamos allí dócilmente y le permitimos al gobierno ser una agencia policíaca que dice: “No, usted está impedido”? ¿Por qué no podría ser la misma una agencia de información? Las compañías que deseen someter sus fármacos al arduo proceso lo harían, y aquellos de nosotros que fuésemos cautelosos tomaríamos solamente aquellos medicamentos aprobados por la FDA. Pero si usted se estuviese muriendo, si tuviese una enfermedad terminal, podría probar algo sin tener que quebrantar las leyes de su país e importar algo ilegalmente de Europa o escabullirse en alguna dudosa clínica en Méjico. Y lo que aprendiésemos de esos ensayos salvaría otras vidas mas adelante.
Iría un poco más lejos y diría que usted realmente no necesita que el gobierno sea siquiera un agencia de información, porque como deberíamos haberlo aprendido con la caída de la Unión Soviética, las agencias gubernamentales no hacen bien las cosas. Y si usted simplemente eliminase a la FDA, los grupos privados a los que el gobierno ha desplazado ingresarían y harían mejor el trabajo, más diligentemente, más rápidamente, más barato. Diligente y rápido son lo mismo. Tengo que elaborar sobre eso. No se quienes serían estos grupos. Es una fatal arrogancia predecir cómo operará el mercado, pero quizás Underwriters Laboratories o Consumer Reports lo harían. Pero apuesto a que ellos lo harían mejor que el gobierno.
Y en cualquier caso, ¿no es el hecho de dejarnos una alternativa de lo que se supone se tratan los Estados Unidos? Patrick Henry no dijo: “Denme una seguridad absoluta o denme la muerte”. Se suponía que hablaba de la libertad.
Vayamos a la otra capa de protección de seguridad en los Estados Unidos, y esa es la de los abogados litigantes. Actualmente tampoco me agradan ellos, y nos reímos acerca de ellos, pero deberían gustarnos si fuésemos creyentes en los mercados abiertos, porque ellos son una solución de libre mercado. A diferencia de las torpes soluciones universales de los reglamentos gubernamentales, el abogado litigante es un suplemento para la mano invisible de Adam Smith. Es el puño invisible. La demanda judicial privada: usted se comporta incorrectamente, y vendremos y lo aniquilaremos. Pero los abogados han desvirtuado al sistema de modo tal que el mismo les sirva sólo a ellos. Y qué horrible sistema es en la actualidad, debido a que ellos orgullosamente afirman que obtienen una compensación para las víctimas. ¿Pero qué clase de sistema compensatorio es este cuando el mismo insume a veces 15 o 20 años para que la víctima obtenga su dinero? Y las personas que son comúnmente agraviadas no demandan, y las personas que cobran son a menudo los individuos que no fueron victimas de la mala praxis o los veraderamente perjudicados. Y cuando la mayor parte del dinero va a parar a los abogados, no a las víctimas.
Ahora, usted puede decir, ¿qué quiere usted significar con que la mayor parte del dinero es para los abogados? Los abogados de la parte acusadora tan sólo se llevan entre el 30 al 40 por ciento. Si usted toma el 30 por ciento, el 40 por ciento y luego le añade las costas judiciales y los costos del abogado de la demandada, la mayor parte del dinero se está yendo en el proceso. Esto es descabellado. ¿El setenta y cinco por ciento para los abogados? ¿Qué clase de sistema compensatorio es este? Entonces ellos pueden decir que al menos disuadimos a los malos comportamientos; que alguna compañía va a pensarlo dos veces antes de elaborar un producto peligroso. Y hay algo de cierto en ello. Existe un rol para las demandas judiciales en los Estados Unidos. Precisamos de los abogados. Pero también necesitamos de los misiles nucleares para mantenernos seguros, pero tratamos de evitar el empleo de los misiles nucleares porque causan mucho daño colateral. También lo hacen las demandas, y deberíamos evitar usarlas porque causan un perjuicio enorme. Están llevándose grandes cuantías de nuestra libertad y de nuestro dinero.
Lo nimio de esto es realmente el dinero, el costo de las cosas. Los abogados atacan a individuos que se debaten entre la vida y la muerte y quienes son los mejores en protegernos y en mantenernos con vida. Por ejemplo, los marcapasos cuestan $3.000 más tan sólo para pagar las demandas. Atacan a los paramédicos, a los hospitales, a los que producen dispositivos, y a los fabricantes de fármacos. Pero el costo es lo menos importante. Lo peor son todas las cosas buenas que no llegamos a tener, debido a que por el temor a las demandas la gente no se atreve a intentar cosas.
Algunos años atrás querellaron a los productores de vacunas, sosteniendo que la vacuna DPT (siglas en inglés para la vacuna que inmuniza contra la difteria, la tos convulsa y el tétano) no era tan segura como hubiese podido ser. Sospecho de la ciencia basura, pero digamos que ellos estaban en lo cierto, y digamos que su demanda salvó a docenas de vidas por año. No creo siga siendo válido, porque cuando ellos demandaron, 20 compañías estaban investigando y elaborando vacunas en los Estados Unidos. Ahora hay cuatro. ¿Estamos más seguros en una era de bio-terrorismo con cuatro fabricantes de vacunas en lugar de 20? De ninguna manera. Mataron a la gente que más necesitamos.
Actualmente también matan al flujo de la información. Y precisamos de buena información a fin de poder tomar buenas decisiones para protegernos. Deberíamos leer las etiquetas, por ejemplo. Leer la etiqueta en el antibiótico que le dice, “no ingiera tetraciclina con leche, no actuará si lo hace”. ¿Pero quién lee aún las etiquetas? Hay 41 advertencias en una escalera de mano. Dado el temor por las demandas, las desparraman por todas partes y nadie las lee. ¿O le ha echado usted un vistazo a un prospecto de una píldora anticonceptiva? Ocurre que tengo uno aquí. Miren esta cosa. Una tipografía diminuta, a ambos lados de la página. Es demasiado—no nos hace más seguros. Incluso ni el médico la lee. Y si usted la lee, no necesitaría ya más de la píldora. Fui gradualmente aprendiendo que podemos protegernos mejor de lo que lo harán los abogados o el gobierno.
Ahora, no soy un anarquista. No creo que el mercado cuidará de todo. Considero que necesitamos del gobierno. Pienso que los peores lugares para vivir, en África, partes de América del Sur— bien, África mayormente—son los lugares que no poseen suficiente gobierno, donde usted no puede estar seguro de que su propiedad privada seguirá siendo suya, de que estará protegido, mantenido seguro. Nadie construye una fábrica sino piensa que podrá conservarla. Por lo tanto precisamos algo de gobierno para mantener la paz, custodiar las fronteras, e iría mas lejos, para proteger el medioambiente, debido a que a menudo no hay incentivos en el mercado para comportarse correctamente. Mi humo va hacia su jardín—sus pulmones; ¿de qué me preocupo? Necesitamos de leyes sobre la polución.
¿Pero cuánto de este gobierno precisamos? Durante gran parte de la historia de los Estados Unidos, el gobierno era menos del 5 por ciento del PBI. Los Estados Unidos funcionaban bien entonces. Crecimos rápido. Les dimos cabida a millones de inmigrantes. ¿Entonces cuán grande debería ser el gobierno? ¿Se formulan alguna vez los políticos esta pregunta? No. Ellos tan sólo desean más. ¿Pero cuán grande es el gobierno? ¿Debería ser el 6 por ciento de la economía? ¿el 8 por ciento? ¿el 10 por ciento? De lo que nadie se percata es de que el mismo se está aproximando al 40 por ciento en la actualidad y sigue creciendo. El Presidente Clinton recibió un estruendoso aplauso en el Congreso, de parte de los republicanos y de los demócratas, cuando afirmó que la era del gobierno grande estaba acabada. Pero desde entonces, le añadieron 600.000 páginas al Registro Federal, otra telaraña de pequeños reglamentos que se llevan nuestra libertad.
El gobierno actualmente maneja los trenes, los subterráneos, los parques, la vivienda publica, la guerra contra las drogas, y a un estado de bienestar. El mismo subsidia a todos— a los estudiantes, a los agricultores, a los indios, a los investigadores, a los voluntarios, a las pequeños empresarios, y a los ricos empresarios. Quizás si el mismo no estuviese haciendo todas esas cosas malamente, podría concentrarse en lo que debería hacer, lo cual es mantenernos seguros y no emitirles visas a los terroristas del World Trade Center dos meses después de que se volaran en el atentado.
Bien, comencé reporteando tales cosas y diciéndolas gradualmente en mi carrera, a medida que leía literatura libertaria y comenzaba a percatarme de que había otra manera de pensar acerca de las cosas. Me gustaría decir que leo lo que The Independent Institute produce, pero este material intelectual revisado por los pares era dificil de comprender para mi. Leo la revista Reason. Y estaba impresionado. Wow, estos tipos lo comprenden mejor que yo, y realmente han pensado sobre ello. Era muy excitante.
Y comencé a reportear en contra del gobierno y los supuestos grupos de activistas por el interés público, y los abogados, en vez de sólo contra las empresas. Y de repente, ya no era más un buen reportero. Gané 18 Premios Emmy antes de pasarme al “lado oscuro”. Como el escritor de TV para el St. Louis Post-Dispatch ciertamente lo dijo: “¿Cuándo te pasaste al lado oscuro?” Actualmente ya no obtengo premios de parte de mis pares. De alguna manera mi habilidad como reportero ha desaparecido. Algunos de mis colegas de la ABC, cuando me ven en el hall, se van.
La CNN, después de que hice mi primer especial, “¿Nos estamos mriendo de miedo?”, me invitó a participar en un programa periodístico, y aparecí y vi que el título del programa era “La objetividad y el periodismo: ¿Practica John Stossel alguno de ellos?” Su argumento fue el de que yo no era objetivo debido a que asumía un punto de vista en estas historias. Y yo lo admití, sí lo hago. Pero siempre lo hice.
Nunca asistí a la escuela de periodismo. Desconocía lo que se suponía que haría. Aprendí mediante el temor. Aterricé en este trabajo en Portland, Oregon, como investigador en una sala de noticias de TV, y tan sólo traté de figurarme qué debería la gente conocer y cómo podría yo decírselo de una manera interesante. Mi madre decía: “Mejor trabaja duro o te congelarás en la oscuridad”, y trabajé duro.
Pero siempre asumí una posición. Estaba investigando sobre productos, y decía: “Hemos indagado sobre esto y este producto apesta”. Por eso ahora digo he indagado sobre esto y este programa gubernamental apesta. Pero de repente ahora, soy un problema.
Howard Kurtz, el escritor de medios para The Washington Post, escribió entonces un artículo sobre mí, y lo tituló, “El Cruzado Exhausto”. Citó a Sidney Wolfe del Public Citizen, diciendo que Stossel era un amenaza que causaba una masiva cuantía de daño, y a Ralph Nader diciendo que Stossel solía estar a la vanguardia, pero ahora es el más deshonesto periodista que he encontrado alguna vez. Hablaba de mi salto de ser un defensor del consumidor a ser un amigo de la industria.
¿Pero por qué soy un amigo de la industria? A la industria tampoco les gustan los mercados libres. La industria trata la mitad del tiempo de desvirtuar el sistema para perjudicar a sus competidores. Desea asociarse con el gobierno para lesionar a sus competidores. No son necesariamente amigos de los mercados libres. Y también, ¿no soy ya más un defensor de los consumidores si estoy reporteando contra el gobierno? ¿No perjudica el gobierno a los consumidores, también? Apuesten.
¿De dónde proviene esta actitud entre mis pares, este pensamiento izquierdista? No estoy seguro, pero es la cultura en la que vivo. Vivo en Manhattan; muchos de ustedes viven en San Francisco, un ambiente muy similar. Y está por allí. ¿Más reglamentos sobre la seguridad? ¿Quién no desea eso? ¿Impuestos más altos para solventar al estado de bienestar? Todos desean eso. ¿Más control sobre las armas? Por supuesto. Tenemos que reducir la violencia de las armas. Es tan sólo la forma en que la gente piensa, y cualquiera que no piensa de ese modo es visto como egoísta y cruel. Y si intento preguntarles a mis pares respecto del prejuicio, simplemente me miran perplejos. ¿Prejuicio? Es como preguntarle a un pez acerca del agua. ¿Qué agua?
Considero que parte de esta actitud donde yo vivo proviene de The New York Times. En la actualidad claramente, The Chronicle es influyente, como lo son otros periódicos, pero The Times es enormemente influyente. No debería serlo, porque tienen una circulación diminuta, un millón y cayendo. Comparen eso con las cadenas— 33 millones de personas. Pero The Times importa porque los otros medios lo copian, de forma obsecuente.
Cuando era un reportero local en la Ciudad de Nueva York, el director que asignaba las tareas tan sólo tomaba The Times y trozaba tiras del mismo y decía: “Aquí tienes, anda y haz esto”. Si observan a los programas de TV de las cadenas, ellos son a menudo tan sólo una versión vespertina de The New York Times. Más allá del millón de ejemplares de circulación, piense sobre lo absurdo de este poder. Apuesto que la página A16 es leída, quizás, por 10.000 personas cada día. Y no obstante, debido a que la misma es copiada, [el diario] es influyente.
En agosto de 2000, The Times publicó una fotografía del Polo Norte en la portada y dijo que el Polo Norte se estaba derritiendo. El grueso hielo que por siglos cubrió al Océano Ártico en el polo se convertía en agua, algo que presumiblemente nunca antes había sido visto por los humanos, y era una evidencia de que el recalentamiento global puede ser real y de que ya está afectando al clima. Diez días más tarde, The Times se disculpó diciendo que representó equivocadamente a las condiciones normales del hielo marino, y que cerca del 10 por ciento del Océano Ártico está libre de hielo cada verano. Pero para entonces, había sido copiado por The Washington Post, USA Today, la AP, la National Public Radio, por supuesto, las cadenas de TV, la TV canadiense, y por periódicos en Londres. Muchos utilizaron en sus artículos exactamente al mismo experto en recalentamiento global que empleó The Times. Ahora no es que exista una conspiración para vender—vamos a venderle al público sobre el recalentamiento global. Es tan sólo el pensamiento grupal en el que viven los medios, la corriente mayoritaria de los medios.
Incluso los principios básicos del mercado libre son puestos en duda, si no ridiculizados. Una de mis peores batallas con la revisión legal de ABC fue sobre un segmento de “Give Me A Break” que hice sobre el control de alquileres. Ahora incluso la página editorial del The New York Times editorializa contra el control de alquileres. E incluso ellos lo captan. Y, por supuesto, ningún economista considera que sea una buena idea.
Mi historia, yo pensaba, era muy simple. Hablaba acerca de cómo Mia Farrow y Carly Simon y Alistair Cooke poseen estos grandes apartamentos por los que pagan siete centavos, mientras el resto debe pagar una fortuna o no pueden encontrar algo debido a que el mercado se ha estancado por el control de alquileres. Y entrevisté a Walter Williams, quien dijo: “En ausencia de un bombardeo aéreo, la mejor manera de destruir una ciudad es mediante el control de alquileres”. Pero este abogado de la ABC, económicamente analfabeto, seguía bloqueando la historia, continuaba diciendo: “Esto no puede ser correcto. Tienes que suavizarlo; tienes que entrevistar a otros economistas. Esto mataría al pobre si el control de alquileres fuese abolido”. Más tarde supe que él habitaba en un departamento con la renta controlada.
Pero de todas maneras, seguí adelante, y la ABC, Dios los bendiga, me permitió escribir este libro y me permite realizar, en contra de la sabiduría convencional, historias en la televisión. El viernes pasado hice una intitulada “Diez mentiras, mitos, y estupideces.” La número seis era: “Los republicanos achican al gobierno”. La número cinco era: “Los ricos no pagan su justa parte del impuesto a las ganancias”.
Para esta última, invité a los candidatos presidenciales demócratas para hablar acerca de eso. El primero en aparecer y en concertar hablar fue el Reverendo Al Sharpton. ¿Cuánto deberían pagar [los ricos]?”, y él dijo: “El quince por ciento”. “¿No está bien eso? Le dije: “¿El 1 por ciento más rico — debería pagar el 15 por ciento?.” El dijo: “Sí. Y no pagan ni el 10 por ciento, no pagan ni el 5 por ciento”. Y yo le dije: “Pero Al, ellos pagan actualmente el 34 por ciento”. “El 1 por ciento más rico paga el 34 por ciento del impuesto a las ganancias”. Y él es brillante. Tan sólo cambió de tema sin que pareciera que estaba cambiando de tema. No voy a retroceder por eso, así que le pregunté nuevamente sobre lo mismo unas 18 veces, y 18 veces se escabulló perfectamente. Pero hubieron algunos buenos momentos.
El mito número tres era el de que las armas son malas y que el control sobre las armas reducirá los crímenes violentos. Por lo tanto hablé respecto de como el CDC [siglas en inglés para el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades] no había encontrado que fuese así. Y nuevamente, me divertí con el Reverendo diciendo: “¿Qué pasaría si tuviésemos una ley que estableciese que cualquiera mayor de 21 años pudiese portar una pistola oculta consigo?” Y él dijo: “Oh Dios mío, habría una matanza, sería el reino del terror”. Porque él no tenía ni idea que 36 estados ya poseen leyes que otorgan el derecho a portar armas. Apuesto a que muchos de ustedes no saben que en 36 estados eso es legal. Y no hay más crímenes violentos en esos estados, porque las encuestas demuestran que a lo que los delincuentes más le temen no es la policía, ni a la cárcel — es a que la mujer a la que están por asaltar esté armada.
Así que esos son algunos de los mitos que tratamos, y al programa le fue muy bien, y lancé mi libro. Desdichadamente, el mismo ha caído ahora al puesto número tres en la lista de los de no-ficción. Pero es temprano; es la primera semana. La buena noticia es que el mismo será número 10 en la lista de mejor vendidos del The New York Times— The Times está retrazado con esto—en dos semanas, pero eso representa lo que pasó la primera semana, y la primera semana fue solamente una media semana. Por lo tanto el editor está entusiasmado con ello. Y tengo que lograr estar en la lista de los más vendidos, como número uno, por delante de Al Franken o voy a estar muy molesto. Así que estoy encantado de autografiar vuestros libros, y espero que obtengan más de uno y se los den a todos su amigos. Por lo tanto si los compran en una librería, por favor no más de cinco a la vez, dado que de otra manera no cuenta con relación a la lista. Así es como tratan de eliminar que la gente manipule la lista comprando 300 libros.
Versión en español de la transcripción a cargo de Gabriel Gasave
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