Controles contraproducentes
El caso más emblemático del fracaso económico de Venezuela en los últimos 50 años es que nadie haya construido un edificio con la idea de alquilar para vivienda cada uno de sus apartamentos. Construir con este propósito es una actividad natural en una sociedad civilizada. Aun en los países mucho más ricos, la juventud comienza su vida activa de trabajo en una vivienda alquilada.
Más no en Venezuela. Aquí, a partir del advenimiento de la democracia (en el plano político, aunque no en el económico) el 23 de Enero de 1958, la alternativa para las nuevas generaciones era comprar una vivienda, o tratar de conseguir un apartamento cuyo propietario fuere tan ingenuo como para cederlo en alquiler, vivir hacinado con uno de los padres o montar un rancho. Esa tragedia fue producto de políticas “sociales” que probaron ser lo contrario.
El gran fracaso se debió a la combinación de controles de precios sobre los alquileres y desconocimiento de contratos, especialmente en lo que se refería a la terminación de los mismos. La propiedad del dueño del edificio fue perdiendo su valor, por lo que desapareció el interés en su mantenimiento. El país se fue llenando de ranchos. En los años inmediatamente anteriores a 1958 había ciertos controles, pero el interés del Gobierno, despótico en lo político, pero muy abierto en lo económico, era el de facilitar la construcción. Tan seguros se sentían los propietarios, que había más oferta de vivienda que demanda.
En lugar de animar la construcción de vivienda para alquiler o para la venta por todas las vías posibles, el actual gobierno ha querido monopolizarla. Además ha aumentado los controles que probaron ser fatales, y ahora pretende causar más daño aun expropiando los edificios cedidos en alquiler y controlando los precios de compra/venta. Los controles por venir sobre el precio de la vivienda usada, aumentarán las negociaciones al margen de la ley o desestimularán la ya mínima oferta que existe. Si hasta ahora ha sido tan difícil lograr una vivienda, ahora con mayores controles y el sector privado especializado descartado como constructor, será imposible evitar una mayor proliferación de los ranchos.
Otro control que de inmediato va a disminuir la calidad de vida de la clase media es el que se ha impuesto sobre los estacionamientos. En Caracas hay escasez de aparcamientos precisamente porque tras la larga historia de controles, hubo más interés en cerrarlos que en construirlos. En Diciembre los precios fueron reducidos de un plumazo a casi a la mitad. A muchos ingenuos propietarios de vehículos, esto les ha perecido un de aumento de salarios. Lo cierto es que los proveedores del servicio se están arruinando, la calidad de los servicios disminuyendo ¡ay de la seguridad! y también la cantidad de los puestos disponibles. Gente que evitaba usar estacionamientos por razones de su precio, por ejemplo caminando o tomando taxis, ahora los utiliza. Otros que sí los usaban, pero trataban de salirse a la brevedad posible, ahora que el servicio casi no les cuesta, no les importa dejar su auto estacionado por más tiempo. Con estos y tantos otros controles, la economía se asfixiará.
Publciado Diario El Universal 20/03/06
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