Papas, pelotas y huracanes
Recibo desde La Habana un mensaje revelador: A pesar de la buena cosecha de papas anunciada por el gobierno, el tubérculo ha desaparecido en estos días de los mercados agropecuarios.
No se trata de que los cubanos hayan desarrollado una adicción especial por la papa. Nada de eso. Las causas son más simples. Tienen que ver con »el espíritu altruísta» del dictador cubano Fidel Castro.
‘Mientras que dos barcos cargados de papa han sido enviados como donación a Bolivia, en La Habana tenemos que pagarla a precio de oro, cuando se encuentra», asegura el lector.
Este afan de Castro de disponer de aquello que le corresponde a sus compatriotas, para complacer su obsesión solidaria con el resto del mundo, no es nuevo. Yo diría que ha sido una constante que se remonta a los orígenes mismos de su arribo al poder hace casi medio siglo. Sería largo y trabajoso enumerar los ejemplos, que van desde el envío de soldados como carne de cañón en oscuras guerras »internacionalistas» hasta profesionales civiles de todas las categorías.
Quizás el ejemplo más elocuente se produjo hace apenas unos días. Fue a propósito del regreso a la isla del equipo cubano de béisbol que participó en el Primer Clásico Mundial, donde quedó en un honroso segundo lugar.
Al hacer una reseña del discurso de bienvenida de Castro a los jugadores, el diario Granma aseguró que «refiriéndose al tema de los premios en metálico, es decir el dinero que recibe cada equipo por haber participado en el Clásico Mundial o por haber avanzado en las distintas fases, expresó que ya había quedado claro, que lo que nos toque o recibamos se lo enviaremos a los damnificados del huracán Katrina, no importa cuánto sea, un millón, dos, tres, lo que sea».
Bonito gesto. No hay dudas que ayudar a quien lo necesite es una noble acción. Sólo que cuando esa generosidad se proclama a bombo y platillo siempre hay dudas sobre su autenticidad. El asunto es peor aún cuando olvidamos las necesidades de quienes tenemos alrededor, de nuestra propia gente, para tratar de sacar ventajas propagandísticas pregonando una precaria ayuda a los más lejanos.
Hago esta reflexión porque dos días después de ese generoso anuncio de Castro el diario Granma publicó un interesante reportaje bajo la firma del periodista, Ronald Suárez Rivas, titulado »Sin tiempo que perder» en el que se da cuenta de los graves problemas que todavía enfrentan los damnificados por los huracanes del año pasado en la provincia de Pinar del Río.
»Los municipios de San Cristóbal, San Juan y Martínez y Bahía Honda debían haber concluido 279 viviendas al cierre de febrero, pero apenas sumaban 14. Consolación del Sur podría fabricar todos los bloques que necesita, pero no tiene transporte para trasladar la materia prima. A nivel de provincia, el pronóstico al finalizar el trimestre ronda el 50% de lo planificado. Es decir, que en los próximos meses se arrastrarán los 918 hogares que no han estado a tiempo. El fondo habitacional de Pinar del Río sufre cada año el impacto de los huracanes. Desde el 2002, unas 102,000 casas han sido dañadas aquí por esos fenómenos. A pesar del esfuerzo de los pinareños, que han logrado poner de alta el 73%, cerca de 27,000 viviendas esperan por recursos para ser reparadas o construidas», afirmó el reportaje.
El artículo en cuestión destaca la necesidad de que los vecinos se involucren más en la reparación de las viviendas, debido a la falta de mano de obra que existe en la región, pero, subraya también la falta de recursos como uno de los factores que impiden la recuperación.
»Además de la falta de brazos, hay otras dificultades que influyen en que la arrancada del programa de construcción de viviendas no haya sido buena en la provincia. Problemas reiterados con la transportación de materiales, debido a la falta de combustible y al estado técnico de los vehículos, motivan el atraso», indicó el reportaje.
Atención Comandante en Jefe: Esto sucede en Pinar del Río, no en Nueva Orleans. Lo dice el órgano oficial del Partido Comunista, su partido, su periódico.
Sin duda que los estadounidenses damnificados por los huracanes en la costa del Golfo, merecen ayuda, pero es claro que la han estado recibiendo tanto por parte de las autoridades federales y estatales como por instituciones privadas. Baje un poco la mirada, ajuste la mira, vuelva el rostro hacia Pinar del Río y préstele la atención que merecen los pinareños y el resto de los cubanos que carecen de un techo donde cobijar sus sueños.
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