Entre el autoritarismo y la esperanza

Perú Liberal

En pocos días los peruanos tendremos que elegir entre una opción autoritaria y varias democráticas, entre una opción que propone ahondar las diferencias étnicas, raciales y sociales y quienes pretenden superarlas, entre algunas opciones estatistas y populistas y otras que aparentemente no lo serían, elegir entre una opción que ve en la violencia una forma de resolver los problemas y todas las demás opciones que descartan el uso de la violencia. En pocos días, el Perú se juega su futuro inmediato. Nuestras vidas dependen de ello.

Ante nosotros tenemos dos escenarios según las últimas encuestas publicadas. Uno primero sería el enfrentamiento entre el nacionalista Ollanta Humala y la social cristiana Lourdes Flores. Si eso pasa, quienes queremos vivir en un país con desarrollo económico y respeto a los derechos humanos tendríamos que optar por la candidata, a pesar de algunos indeseables que la acompañan y que hubiese sido mejor prescindir de ellos.

El segundo escenario, el cual no quisiéramos que se de, es aquel en el que se enfrentarían en segunda vuelta Humala con el ex Presidente social demócrata Alan García. Es decir, los peruanos tendríamos que escoger entre el malo conocido y el malo por conocer, escoger entre morir de sida o morir de cáncer ¿Que hacer en una situación así? ¿Acaso el solo hecho que García sea un demócrata es motivo suficiente para darle una nueva oportunidad al gobernante que nos sumió en la peor crisis económica del siglo XX? En un escenario así, tal vez sería mejor tomar un diazepan el día de las elecciones de la segunda vuelta, dormir todo el día y no optar por ninguno de los dos candidatos.

La situación no es nueva. No es la primera vez que quienes queremos un cambio radical en la conducción del país, tenemos que optar por una candidatura que no recoge nuestro pensamiento pero que de alguna manera, representa cierta seguridad en la defensa del estado de derecho y la economía de mercado, como se dio en las ultimas elecciones con el Presidente Alejandro Toledo y ahora se daría con Flores Nano.

La clase política se viene equivocando gobierno tras gobierno en no dedicarse con mayor atención a solucionar los principales problemas que afectan a la mayoría de los peruanos, que son los más pobres. Si bien es cierto que el gobierno saliente de Toledo ha hecho crecer al país en promedio 5% anual en los últimos 5 años, ello no ha sido percibido por los peruanos, quienes aun esperan una mejoría en su vida diaria. Solo un crecimiento similar o mayor durante 25 o 30 años podría hacer que nuestro país deje la actual situación en la que se encuentra y es ese justamente el principal reto no solo del próximo gobierno sino de los 5 o 6 gobiernos que vengan.

De los tres candidatos con opciones de llegar a la presidencia, García ya demostró la capacidad que tiene para empobrecernos y conducirnos directamente hacia el caos. Por su parte Humala nos ofrece un país dividido, violento, sin posibilidad de ejercer todos nuestros derechos y bajo su férrea y autoritaria conducción al estilo militar. Flores Nano por otro lado evidencia una madurez respecto a las elecciones anteriores y sus propuestas suenan más sólidas que antes, a pesar de haber llevado a cabo una campaña casi sola, sin otras figuras que la apoyen dentro de su propio grupo político.

No hay más candidatos con posibilidades reales de acceder a una segunda vuelta y candidaturas como la del ex Presidente Valentín Paniagua, simplemente no se conectaron con la población, no lograron transmitir la pasión necesaria en una campaña de estas características.

El Perú está dividido casi en tres tercios. Humala es quien pasará de todos modos a la segunda vuelta, según indican todas las encuestas, y la balanza está por definirse aun entre Flores y García para acompañar al nacionalista en una campaña de un mes hasta definir finalmente al próximo gobernante peruano en mayo. Esperemos que los peruanos y peruanas se den cuenta que votar por Humala será votar por cinco años de desorden, división y autoritarismo. Elijamos en su lugar, la esperanza.