¿Qué pasa con el emprendimiento en Chile?

Editorial – La Tercera

La disminución del emprendimiento «por oportunidad» es desalentadora, pues da cuenta de que los proyectos que se desarrollan en Chile son poco innovadores y de bajo potencial.

El estancamiento del emprendimiento en Chile -una característica que dice relación con la motivación de los individuos para crear nuevas empresas e identificar y valorar las oportunidades de negocios disponibles en el mercado- y las principales barreras que han impedido su desarrollo son parte de los resultados del Global Entrepreneurship Monitor (GEM), un estudio que el pasado martes fue dado a conocer por académicos de las universidades Adolfo Ibáñez y Del Desarrollo, encargados de su elaboración en Chile.

El informe, en resumen, reveló que, a pesar de la mayor cantidad de oportunidades producto del desarrollo económico y los TLC suscritos por Chile, el país no ha evolucionado positivamente en su nivel del emprendimiento durante los últimos años. De hecho, en 2005 sólo un 11% de la población adulta entre 18 y 64 años estuvo involucrada en actividades emprendedoras, lo que significó una reducción de 34% respecto de la medición anterior, en 2003.

Los antecedentes del estudio no dejan de sorprender, pues no se condicen con un entorno macroeconómico bastante propicio para el desarrollo de iniciativas de negocios. En este sentido es comprensible que sea el crecimiento económico de los últimos tres años el que haya propiciado la disminución de un 6,7% a un 2,9% en el nivel de emprendimiento denominado «por necesidad», aquel vinculado a las personas que se ven obligadas a emprender por no tener otras opciones. En este caso se trata de cifras que, según el GEM, se acercan a las de países desarrollados y dan cuenta de que el país está generando empleos más atractivos.

Con todo, es una señal desalentadora que haya disminuido el emprendimiento «por oportunidad», que es precisamente el relacionado con el desarrollo de la economía. Este último indicador pasó de un crecimiento de 8,5% a uno de 8,2%, situación que da cuenta de que los proyectos que se desarrollan en Chile son poco innovadores y de bajo potencial de crecimiento. Ello, pese a contar con un ambiente que debiese ser caldo de cultivo para la iniciativa emprendedora.

Aunque en muchos análisis se tiende a observar de manera prioritaria las cifras macro, en la base de un buen rendimiento económico se encuentra el emprendimiento de los micro y pequeños empresarios que con sus negocios generan la mayoría del empleo. Para contribuir con la creación de este tipo de empresas es importante que existan regulaciones claras, políticas fiscales prudentes, infraestructura adecuada y respeto por la propiedad intelectual, entre otros factores. Estos son aspectos que, de algún modo, Chile ya tiene resueltos, lo que no significa que no haya que mantenerlos y, por cierto, mejorarlos.

Entonces, ¿qué falta para que el emprendimiento se transforme en una característica importante de los chilenos? Por una parte, mejorar el acceso al capital para aquellos empresarios innovadores que, la mayoría de las veces, no cuentan con el respaldo necesario para obtener los recursos que les permitan iniciar una actividad. Por ello, y como una medida más bien inmediata, es fundamental que se fortalezca la industria de los fondos de capital de riesgo, así como también los instrumentos e incentivos gubernamentales para impulsar la actividad emprendedora, estos últimos considerados como una barrera crítica por el GEM. En ese sentido también es importante que la estancada Reforma al Mercado de Capitales II, que incluye como tema prioritario el capital de riesgo, sea retomada y se transforme en ley.

Por último, es prioritario que, en el mediano plazo, las características del buen emprendedor sean incorporadas en la sociedad chilena desde la niñez a través de la educación, que se ha transformado en la principal barrera para la actividad emprendedora del país. Ello, pues los planes de enseñanza no promueven la iniciativa personal ni la creatividad para generar proyectos y ejercitar el emprendimiento. En suma, se trata de medidas que, para ser efectivas, requieren del compromiso y coordinación del gobierno y los privados, actores relevantes para que Chile mejore en un aspecto clave para su desarrollo.