El ejemplo del presidente chino
Cuando el presidente chino Hu Jintao visitó los Estados Unidos la semana pasada, su primera escala no fue la Casa Blanca, sino las oficinas de Microsoft y de Boeing en Seattle. Los presidentes latinoamericanos harían bien en tomar nota de este pequeño detalle.
No es de extrañar que, aunque haya habido una leve recuperación de las inversiones en América Latina en los últimos dos años, el porcentaje de la inversión mundial que recibe la región esté disminuyendo. Un nuevo estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL) muestra que mientras en la década de 1980 las inversiones extranjeras en latinoamérica eran el 12 por ciento de la inversión a nivel mundial, el porcentaje ha disminuido al 8 por ciento en la actualidad.
Comentando sobre la visita de Hu a Seattle, el principal experto de la CEPAL en inversiones extranjeras, Michael Mortimore, me dijo que en América Latina no se ven muchos casos parecidos. »La mayoría de los presidentes latinoamericanos viajan a Europa o a China en misiones comerciales con comitivas de 60 empresarios, pero no hay muchos presidentes que vayan a las sedes de las compañías», señaló.
Hay excepciones, claro. Pero mientras China y sus vecinos asiáticos están cortejando abiertamente a las empresas extranjeras –especialmente las que producen bienes de la economía del conocimiento– y cabildean a favor de sus agendas comerciales visitando a los empresarios estadounidenses, muchos presidentes latinoamericanos o bien ignoran a las multinacionales, o las insultan para el aplauso de la tribuna en sus respectivos países.
El presidente venezolano Hugo Chávez y su colega boliviano Evo Morales critican casi a diario a alguna compañía extranjera. Y el presidente argentino, Néstor Kirchner, fue noticia dos años atrás cuando dejó esperando durante 45 minutos en su despacho a la entonces presidenta de Hewlett Packard, Carly Fiorina, hasta que la empresaria visitante se cansó de esperar y se fue.
Según un reciente estudio de la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y el Desarrollo (UNCTAD), las inversiones extranjeras en América Latina y el Caribe cayeron de un promedio de $83,000 millones anuales a fines de los noventa a $72,000 millones el año pasado. Mientras tanto, la inversión extranjera en China subió de de $43,000 millones a $60,000 millones, en el resto de Asia aumentó de $110,000 millones a $172,000 millones, y los países de Europa del Este de $10,000 millones a $50,000 millones.
Pero lo más preocupante, y lo que explica en parte por qué muchas inversiones extranjeras en América Latina no generaron el auge económico que muchos esperaban, es que muy pocas de estas inversiones fueron a las industrias de la economía del conocimiento, como las que se decican a la investigación y desarrollo de patentes de software o nuevas medicinas, que son las que producen el mayor impacto económico.
La mayoría de las inversiones extranjeras en Sudamérica fueron a industrias de extracción de minerales u otras materias primas, o a plataformas de venta de productos como teléfonos celulares o carros. En México y Centroamérica hubo más inversión en manufacturas, pero en muchos casos se concentraron en operaciones de ensamblaje de productos importados.
Segun la UNCTAD, entre 1994 y el 2002 las empresas multinacionales estadounidenses aumentaron sus operaciones de investigación y desarrollo en países en desarrollo de un 7.6 por ciento a un 13.5 por ciento. Sin embargo, casi todas estas inversiones fueron a países como India y China. Las inversiones en investigación y desarrollo en Latinomérica en el mismo periodo cayeron de un 4 por ciento a un 3.2 por ciento.
»En otros países, estamos viendo inversiones extranjeras de mayor calidad», me dijo José Luis Machinea, el secretario general de la CEPAL, en una entrevista telefónica. «Las inversiones que van hacia la extracción de materias primas para ponerlas en un barco no generan tantos ingresos, ni tienen tanto efecto multiplicador».
Parte del problema, además de la baja calidad de la educación en muchos países latinoamericanos, es que la mayoría de los países de la región no buscan activamente las inversiones extranjeras en industrias del conocimiento, dicen los expertos.
Cuando la UNCTAD preguntó a gobiernos de todo el mundo si están buscando activamente inversiones en investigación y desarrollo, 15 de las 16 agencias de promoción de inversiones de países asiáticos respondieron afirmativamente. En Latinoamérica, sólo respondieron positivamente 2 de 18.
Mi conclusión: en América Latina, donde hay viejas sospechas –en algunos casos justificadas– sobre las compañías multinacionales, muchos presidentes no quieren ser vistos cortejando demasiado abiertamente a estas empresas. La gran ironía es que el país comunista más grande del mundo lo está haciendo a más no poder, logrando atraer cada vez más inversiones, y reduciendo dramáticamente sus índices de pobreza.
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