Después del «día sin inmigrantes»
Si usted se está preguntado si las protestas del »día sin inmigrantes» el pasado lunes en Estados Unidos van a ayudar o perjudicar a la causa de los inmigrantes, he aquí una evaluación preliminar: tendrán un efecto negativo en lo inmediato, pero positivo en las elecciones presidenciales del 2008, y de allí en más.
La explicación es simple: aunque las marchas masivas en varias ciudades de los Estados Unidos fueron una demostración de fuerza, el boicot de productos norteamericanos pregonado por algunos de sus organizadores fue una idea tonta. Le dio munición a los grupos antiinmigración para pintar a manifestantes pacíficos como una multitud supuestamente hostil y potencialmente peligrosa.
Incluso políticos hispanos como el senador Mel Martínez (R-Fla.) copatrocinador de un proyecto de ley inmigratorio más benigno que la legislación draconiana aprobada por la Cámara de Representantes en diciembre, dice que el »día sin inmigrantes» fue »contraproducente». Las huelgas y los boicots »envían un mensaje equivocado» a los legisladores indecisos, señaló Martínez.
Sin embargo, a mediano y largo plazo, mientras que la mayoría de los estimados 30 millones de votantes opuestos a los indocumentados voltearan su atención a otros temas como la economía, o los precios del petróleo, la mayoría de los estimados 10 millones de votantes hispanos recordarán por mucho tiempo qué partido político estuvo de su lado en el tema inmigratorio, y votarán en funcion de eso por muchos años.
En otras palabras, se producirá un »efecto Pete Wilson». ¿Se acuerdan de Pete Wilson? Fue el ex alcalde de San Diego que, tras arrancar muy atrás en las encuestas, ganó las elecciones para gobernador de California en 1994 gracias a su discurso fuertemente anti inmigrante. Al principio, su apoyo a la »Proposicion 187» contra los indocumentados le ayudó a ganar las elecciones, pero a largo plazo sus posturas resultaron un desastre para su partido.
Tras la victoria de Wilson, más de un millón de latinos en California se convirtieron en ciudadanos de Estados Unidos, se registraron como electores, y votaron masivamente contra el partido Republicano en la elección presidencial de 1996, y todas las que le siguieron. No es casual que uno de los lemas principales de las marchas del lunes fue: «Hoy marchamos, mañana votamos».
»Desde 1996, han habido ocho elecciones en California, y los demócratas han ganado siete de ellas con la mayor facilidad», dice Sergio Bendixen, un encuestador especializado en la población Hispana que trabaja principalmente para el partido Demócrata. «California se ha convertido en un estado demócrata, en gran medida gracias a las posturas de Wilson en los noventas».
De hecho, quienes apoyan medidas anti inmigratorias draconianas, como declarar a todos los trabajadores indocumentados delincuentes, no representan la opinion mayoritaria de Estados Unidos.
En una nueva encuesta de AP-Ipsos muestra que el 56 por ciento de los estadounidenses favorecen que se permita a los inmigrantes indocumentados solicitar un estatus legal de trabajo temporal. Asimismo, casi el 50 por ciento dice que los trabajadores indocumentados »principalmente hacen una contribucion» a la sociedad norteamericana, mientras que el 42 por ciento dice que son «principalmente una carga».
Claro, la mayoría de programas de noticias de televisión por cable y los comentaristas radiales conservadores dan a entender lo opuesto (a pesar de la hipocresia de muchos de sus invitados, que despotrican contra los inmigrantes pero al mismo tiempo estan felices de tener jardineros, nineras y entrenadores personales indocumentados, a los que les pueden pagar menos).
Los presentadores de noticias xenofobos populistas como Lou Dobbs de CNN y Bill O’Reilly de Fox News pudieron explotar el boicot al maximo, y sus seguidores estaban felices.
(Dobbs, por cierto, está cruzando los límites del comentario político legítimo con gestos que son vistos por muchos como muestras de un descarado desprecio hacia los hispanos. El lunes, Dobbs presentó al corresponsal de CNN en Español, Juan Carlos López, con una pronunciación tan exageradamente errónea –«Uan Carlos Lopiiiiiz»– que fue difícil no interpretarla como una burla. Estamos hablando de un presentador de noticias, cuyo trabajo supuestamente exige tratar de pronunciar correctamente los nombres que salen al aire).
Mi conclusión: Aunque hay una crisis inmigratoria que requiere una solución, uno tiene que preguntarse si las medidas contra los inmigrantes indocumentados deberían ser el tema número uno en la agenda política de un país con una tasa de desempleo tan baja como el 4.7 por ciento, o si es una cortina de humo que está siendo usada por algunos republicanos de ultra derecha en la Cámara de Representantes para desviar la atencióon pública de la guerra de Irak, o los precios del petróleo, en las elecciones legislativas de noviembre.
Si ese es el plan, puede que se salgan con la suya a corto plazo. Pero será una victoria pírrica: los votantes opuestos a los indocumentados pronto encontrarán otra causa, y se olvidarán de este debate. Los hispanos, no.
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