Entre Humala y García

Perú Liberal

Tener que elegir entre Ollanta Humala y Alan García en la segunda vuelta electoral, no es una decisión grata para los peruanos y peruanas que anhelamos vivir en un país mejor, con niveles óptimos de educación y salud para los más pobres, sin exclusión ni discriminación de ningún tipo, con economía de mercado, con respeto a los derechos humanos de todos y todas, con independencia de poderes del estado y sin corrupción, es decir, que la inminente elección entre los dos candidatos que tenemos ante nosotros, no pareciera garantizarnos, a priori, ninguna de aquellas características de una sociedad moderna, próspera , libre y democrática.

El nacionalista Ollanta Humala, ganador de la primera vuelta de las elecciones con algo más del 30% de votos, representa un populismo extemporáneo, un desprecio por las formas democráticas, un repudio a los peruanos y peruanas no mestizos, un estilo autoritario que tiene como modelos a dictadores de la calaña del peruano Juan Velasco Alvarado, el español Francisco Franco y el argentino Leopoldo Galtieri, ni más ni menos, y nos garantiza retroceder en aquello que se ha avanzado en los últimos años en materia política y económica. Humala pareciera ser el candidato de los desesperanzados, de quienes se sienten fuera del sistema, de los excluidos que la clase política tradicional peruana no ha sabido convencer que la única forma en que dejarán de ser pobres es con mayor libertad y más democracia.

Seguramente también optarán por el caos que generará Humala, aquellos ciudadanos y ciudadanas a los que les sea imposible optar por García sin sentirse culpables de estar apoyando a un ex gobernante que tuvo la virtud de nombrar a los peores ministros de economía de la historia, no combatir la corrupción al interior de su gobierno, dejar que el terrorismo avanzara a pasos agigantados, otorgar impunidad a los violadores a los derechos humanos, entre otras perlas.

Y es que para quienes tenemos memoria, Alan García tampoco nos garantiza un Perú mejor. Quienes optarán por él, seguramente lo harán porque representa el mal menor, en el peor de los casos un mal gobierno con fecha de caducidad a cinco años, frente a la seguridad que no sabemos cuantos años querría quedarse Humala en el poder, al mismo estilo Chávez o Castro.

El mal menor que representa García frente a Humala, significa además que con la experiencia adquirida, el ex Presidente aprista no podría hacer un gobierno tan malo como entre el 85 y el 90. Si así fuera, tendría que entrar al Record Guiness por haber superado su marca de hacerlo peor que antaño, lo cual es bastante improbable. Lo lamentable es que los peruanos tengamos que darle una nueva oportunidad a alguien que no supo estar a la altura de las circunstancias y que no supo manejar el poder y utilizarlo para cambiar la situación de los millones de peruanos pobres. Sin embargo las circunstancias nos eximen de ser exigentes y es preciso dejar de lado al candidato ideal que quisiéramos como presidente para tener que escoger entre Humala y García, no hay más.

La responsabilidad de que nos encontremos en esta situación es definitivamente de los políticos. El que periódicamente surjan candidatos sin ideología, o con ideas trasnochadas que basan su discurso electoral en aquellos temas que despiertan los sentimientos más primitivos de los seres humanos mediante propuestas que el pueblo quiere escuchar, incluidas promesas de pena muerte para los violadores de niños, quitar a los ricos para dar a los pobres o nacionalizar las empresas, responde a una sociedad con débiles instituciones, sin partidos políticos fuertes, sin una población de ciudadanos educados y responsables, un país sin un norte claro.

No es momento de lamentos, aun no lo es. Escojamos el menor de los males, y a partir de ahí empecemos a crear conciencia de la importancia del libre mercado, de la democracia, del estado de derecho y de la libertad.

El autor es director de Perú Liberal.