La opinión chilena y los países limítrofes

Nueva Mayoría

Gran parte de los problemas que hoy se viven en el mundo, se explican más por la cultura, la historia y la religión, que por la economía, la sociología y la ciencia política y América del sur no es una excepción a esta regla.

Que el 70% de los chilenos vea a Brasil como un aliado o amigo y que sólo el 49% piense lo mismo respecto a la Argentina, se explica por la historia. La historia común, la proximidad geográfica y el origen hispano, deberían generar mucha mayor afinidad de Chile hacia la Argentina y que hacia Brasil.

Pero la historia pone en evidencia que los conflictos de frontera, combinados con el gran éxito económico que tuvo la Argentina en las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del XX, hicieron que Chile la percibiera como un adversario, en algunos casos amenazante, mientras que en los juegos de alianzas cruzadas que en aquella época predominaban en las relaciones internacionales, hicieron que Brasil fuera percibido como un aliado potencial.

Los juegos de guerra de aquellos años, imaginaban un eje Brasil-Chile contra otro Argentina-Perú, con Paraguay y Bolivia oscilando entre ambos. Algo de esta percepción histórica sigue vigente y sin ello no se explicaría que habiéndose resuelto todos los conflictos de fronteras entre Argentina y Chile, en este país Brasil sea considerado mucho más aliado y amigo.

Pero en dos siglos de vida común teniendo la segunda frontera más larga del mundo, Chile y la Argentina surgieron conflictos pero nunca una guerra, como sí enfrentó a Perú y Bolivia con Chile.

Al comenzar el siglo XXI, las secuelas del siglo XIX no sólo están presentes, sino que en algunos casos parecen recrudecer.

Es así como tanto la salida de Bolivia al Pacífico y el conflicto por el límite marítimo para Perú, hace que ambos miren a Chile como su mayor adversario potencial y eso hace inevitable que en este país suceda lo mismo.

En términos muy simples, puede decirse que Chile percibe amistad con Brasil, cierta rivalidad con Argentina pero no enemistad, y en cambio se hace innegable que se percibe a Bolivia y Perú como amenazas.

Además Bolivia y Perú muestran una matriz andina con fuerte componente indigenista, mientras que Argentina y Chile en cambio evidencian una sudamericana con fuerte influencia europea.

Analizando a su vez los índices de desarrollo humano, es evidente que haya similitudes entre estos dos países por un lado y por los dos andinos por otro.

Con la Argentina Chile ha tenido y puede tener problemas con la provisión del gas, pero con Bolivia y Perú en cambio puede enfrentar conflictos territoriales y éste es otro nivel de conflicto.

Además el éxito económico chileno, mientras equilibra su relación de fuerzas con la Argentina, acrecienta la brecha con los otros dos países y la envidia no es un sentimiento ajeno a los pueblos y las sociedades.

A ello se suma la dinámica política que ha introducido Hugo Chávez en la región, sin duda la figura con mayor influencia política en América Latina en el corto plazo.

El supuesto eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires articulado políticamente con el pretexto de construir un gasoducto que atraviese la región, cada vez se hace más difícil de sostener.

El Presidente venezolano ha dado por muerta la Comunidad Andina de Naciones, anunció que analiza abandonar el acuerdo comercial que su país mantiene con México y Colombia, ha profundizado la crisis del MERCOSUR, ha dilatado negociar su acuerdo petrolero con once países de América Central y el Caribe, y ha tornado inviable la Unión Sudamericana de Naciones, impulsada por Brasil y todo ello en menos de un mes.

A ello agregó su apoyo a la nacionalización de los hidrocarburos bolivianos, que implica un problema directo para la provisión de gas de Brasil y Argentina e indirecto para Chile y Uruguay.

Quizás esta nueva situación pueda generar un nuevo alineamiento, que coincidiendo con la percepción de amigos o aliados que la opinión pública chilena hoy muestra respecto a Brasil y Argentina, pueda generarse un eje Brasilia-Buenos Aires-Santiago, para contener la influencia regional de Chávez.