De «vición» a «visión»
Por José Luis Cordeiro
El Universal
VENEZUELA parece haber perdido el rumbo, más y más durante los últimos años. El país está sufriendo de un número enorme de vicios. Da la impresión que Venezuela está padeciendo tantos vicios que lo que existe es «vición» en lugar de una «visión» de país. Tenemos que pasar del país de los antivalores viciados (corrupción, resultados a corto plazo, improvisación, envidia, riqueza fácil, falsos culpables, chivos expiatorios, trabas burocráticas, etc.) al país de los valores visionarios (honestidad, estrategia a largo plazo, continuidad, cooperación, trabajo sistemático, búsqueda de soluciones, estímulos a la producción, etc.).
En 1950 Venezuela tenía uno de los ingresos por habitante más altos del mundo. De hecho, según las estadísticas oficiales de la Organización de Naciones Unidas, Venezuela estaba entre las 20 naciones más ricas del planeta. No obstante, el país nunca tuvo una verdadera visión de futuro y eso ha costado muy caro en los años siguientes.
Aunque hoy parezca difícil creerlo, Venezuela fue por muchos años una nación más próspera que Japón, Corea del Sur y Malasia en Asia, que España e Italia en Europa, que Chile en Latinoamérica. Sin embargo, en la década de 1960 Japón, un país competitivo y visionario, superó a Venezuela en términos del ingreso promedio por habitante. En la década de 1970 España e Italia pasaron a Venezuela, en la de 1980 Corea del Sur adelantó a Venezuela, y en la de 1990 Chile y Malasia también lo hicieron. Muchos países que una vez fueron más pobres que Venezuela lograron superarnos mediante la determinación de metas y objetivos claros: una estrategia, una visión de país.
Un país sin visión es como un barco a la deriva, que va de un lugar a otro según el viento que sople al momento. En un mundo globalizado e interdependiente se hace imperativo tener una genuina visión de país para ser capaces de establecer nuestro propio destino.
La visión de país tiene que ser una visión a largo plazo. Una visión de futuro que vaya más allá de los beneficios a corto plazo y de las soluciones inmediatas. Una visión que permita pensar, planificar, crear, construir. Una visión de país competitivo y desarrollado. Una visión soñadora que facilite romper todos los viejos paradigmas mentales. Hay que trabajar para que lo que hoy parece imposible, mañana sea una realidad.
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