Vacas gordas y movilización social
¿Qué pasó realmente? ¿En qué momento el Gobierno dejó de controlar la agenda? Es un hecho que un cuidadoso diseño preparado con mucha anticipación y reforzado con el discurso del 21 de mayo, se vino abajo demasiado rápido. ¿Se acuerda alguien de la meta de las 36 medidas para los primeros cien días? Probablemente nadie. Y eso que los cien días están por cumplirse. Más aún, ¿le importan a alguien ahora esas medidas? ¿Pensó alguna vez la Presidenta Bachelet que su primera cadena nacional se referiría a temas como la gratuidad de la PSU, del transporte escolar, o a la LOCE? Obviamente que no. Si lo hubiera considerado importante lo habría tratado en su discurso ante el Congreso.
Más allá de los hechos concretos de esta semana, vamos a las consecuencias de fondo. Lo primero: está claro que llegó a Chile la nueva tecnología de las movilizaciones sociales. Hasta ahora los políticos, autoridades de gobierno incluidas, contaban con que organizar movilizaciones grandes como las que hemos visto en estos días, de miles de personas y en diversas ciudades, era lento, difícil y desgastador para sus propios organizadores. Eso ya no es así. Hace poco vimos a cientos de miles de inmigrantes latinos marchando en las calles de Estados Unidos. Un par de años atrás, una manifestación convocada a punta de mensajes de texto en los teléfonos celulares, al día siguiente del atentado en Atocha, terminó en España con la que en ese momento aparecía como segura victoria del Partido Popular. ¿Qué significa todo esto? Que este gobierno y los que vengan tienen que saber que el acceso masivo a los correos electrónicos y especialmente el que prácticamente todo Chile, a excepción de los niños chicos, tiene teléfono celular, hace que el costo de organizar movilizaciones masivas haya bajado considerablemente. Y se pueden hacer rápido, casi de un día para otro. Por supuesto, son los jóvenes quienes más manejan esta tecnología, pero poco a poco se irá generalizando. Si hoy es más fácil organizar movilizaciones, y si además todos sabemos que el gobierno tiene más plata que nunca, la combinación de ambos factores permite predecir que las presiones irán in crescendo. La era de las vacas gordas y la movilización social está recién comenzando.
Lo segundo: el estilo del gobierno de Bachelet enfrenta un problema serio en este escenario. ¿Por qué? No llevamos ni siquiera tres meses, pero ya comienza a dibujarse nítidamente una nueva forma de gobernar. Si definimos los estilos de liderazgo sobre la base de ciertos ejes clave, vemos que hay gobiernos con liderazgo femenino y masculino. Hay liderazgos participativos y otros autoritarios. Margaret Thatcher, por ejemplo, era del tipo femenino-autoritario, en cambio Bachelet es femenino-participativo. También hay estilos de gobierno activo o pasivo. El presidente Lagos tenía un liderazgo masculino, autoritario y activo. El de Bachelet es femenino, mucho más acogedor, participativo, queriendo incluir a todos y, al mismo tiempo, pasivo. Mi impresión es que el estilo de gobierno participativo-pasivo es de alto riesgo en la sociedad actual.
¿Qué pasó en este caso? El gobierno no anticipó para nada el conflicto. Más aún, lo subestimó totalmente. Primero dijo que no negociaría bajo presión. Luego negoció bajo absoluta presión. Dijo que sería la subsecretaria la que llevaría las negociaciones. Terminó siendo el ministro el que se sentó a la mesa, y la propia Presidenta tuvo que hablar por cadena nacional. En definitiva, los secundarios decidieron cuándo y con quién querían conversar. Hasta se dieron el lujo de hacer esperar horas al propio ministro.
Está claro que la subestimación de la fuerza de la movilización estudiantil corrió por cuenta de toda la sociedad. Una lección de organización para todos. Un movimiento despolitizado —en que sentaron a la mesa a dirigentes secundarios desde la UDI al Partido Comunista—, y muy disciplinado. Aprendieron a tener una sola voz, a silenciar cualquier diferencia interna, a ser prudentes en las declaraciones públicas. A manejar incluso el suspenso en las respuestas a las solicitudes de la autoridad.
Otra lección: la fórmula del cuoteo volvió a hacer agua. Fue público y notorio que las discrepancias entre los equipos que obedecen al ministro y los que obedecen a la subsecretaria perjudicaron más todavía la estrategia negociadora del Gobierno.
¿Cuál es la preocupación para el futuro? Que en este nuevo contexto el estilo participativo-pasivo no va a funcionar. Está claro que los movimientos sociales van a tomar más fuerza. Entonces, la fórmula de sólo reaccionar, como lo vimos ahora, ya no sirve. Y menos todavía en el caso de un gobierno que está sentado en una montaña de dinero. Michelle Bachelet, para tener éxito, requiere un liderazgo participativo pero activo. Que sea capaz de anticiparse a los problemas.
Y un tema más de fondo: hemos discutido mucho estas semanas en qué gastar las platas del cobre. Cuidado, sin darnos ni cuenta ya las estamos gastando. No vaya a ser que la realidad nos siga sobrepasando a todos y perdamos la gran oportunidad.
Centro de Políticas Públicas, Universidad del Desarrollo
- 4 de febrero, 2025
- 7 de octubre, 2011
Artículo de blog relacionados
El Nuevo Herald El jefe de las FARC ha anunciado que aspirará a...
11 de noviembre, 2017El Salvador.com Fumar es un placer, comienza diciendo un maravilloso tango compuesto...
24 de noviembre, 2010- 22 de agosto, 2024
Por Manuel F. Ayau Cordón Venezuela Analítica Ciudad de Guatemala (AIPE)- Aquí comentaré...
7 de mayo, 2007