Países en desarrollo: ¿llueven capitales?
Chile, México, China, Turquía, Hungría, Malasia y Tailandia, encabezan la lista del club de las "estrellas" a la hora de captar capitales para la inversión y, de esa forma, contribuir con el crecimiento de sus economías.
Así lo dice el informe "Flujos mundiales de financiamiento del desarrollo" preparado anualmente por el Banco Mundial (BM) y en el que se destaca que los países en desarrollo captaron capitales privados por una suma récord de US$491 mil millones en 2005.
Un torrente de dinero que benefició fundamentalmente a los países "estrella" mencionados arriba pero muy poco a las naciones más pobres del planeta, entre ellas las de África Sub-sahariana, donde todavía la ayuda oficial para el desarrollo -y no el capital privado- sigue siendo el pilar básico del motor de sus economías.
¿Cuál es su atractivo?
Pero ¿por qué los países en desarrollo son capaces de captar la atención de los capitales privados más que los llamados desarrollados o industrializados?
La respuesta está en que éstos países -fundamentalmente los de ingreso medio y/o en proceso de industrialización- han venido creciendo mucho en los últimos años, lo que aumenta la confianza de los inversionistas en las perspectivas económicas de estas naciones.
El mundo en desarrollo creció 6,4% en 2005, duplicando ampliamente el crecimiento del 2,8% de las naciones desarrolladas.
China e India tuvieron gran incidencia en el crecimiento promedio de los países en desarrollo, al registrar un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) de 9,9% y 8%, respectivamente.
A lo anterior, se debe agregar que los países en desarrollo han mejorado su reputación como deudores y han iniciado una serie de privatizaciones muy atractivas para los ojos de los inversores.
Brillan los bonos
Según el informe del BM, los flujos netos de capitales privados hacia los países en desarrollo se vieron favorecidos también por un creciente número de fusiones y adquisiciones, el refinanciamiento de la deuda externa y el fuerte interés de los inversionistas en los mercados de bonos en moneda nacional de Asia y América Latina.
El mayor spread o margen que pagan los bonos y los títulos de deuda de los países en desarrollo como atractivo para el inversor por invertir en economías de mayor riesgo -muy por encima del premio ofrecido por los industrializados-, y la mejora en la calificación de riesgo, alentó esta mayor captación de capitales.
En 2005, la emisión de bonos movilizó US$131 mil millones, un 28,4% más que en 2004, mientras que el flujo de títulos de crédito privados hacia estos países se duplicó en dos años para ubicarse en US$192 mil millones.
La fiebre de los inversionistas, más que nada por los países que se encuentran en proceso de transformación de una nación en desarrollo en una industrializada -también llamados emergentes-, logró opacar la incertidumbre generada por los altos precios del petróleo y el alza en las tasas de interés a nivel mundial.
Unos más, otros menos
Pero, aunque el flujo de capitales hacia los países en desarrollo muestra una tendencia creciente, siguen existiendo diferencias internas a la hora de acceder al crédito internacional.
El informe del BM indica que un grupo de ellos -el club "estrella"-, emite bonos periódicamente desde 2002, mientras que un segundo grupo (de ingresos medio-bajos) no tiene acceso al mercado de bonos aunque sí tiene acceso al crédito bancario gracias a flujos de ingresos constantes como las exportaciones, las remesas o industrias extractivas.
Los países en desarrollo de bajos ingresos, como los de África sub-sahariana, conforman un tercer grupo que carece de acceso al capital privado, excepto para el financiamiento de operaciones comerciales de corto plazo o la inversión extranjera directa. Y que, por lo tanto, deben apoyarse en la ayuda para el desarrollo y el alivio de la deuda.
¿Y en el futuro?
Nada parece indicar que éste año esas diferencias entre los tres grupos puedan acortarse.
Por el contrario, el BM predice que a lo largo de 2006, estos países se volverán más vulnerables a las crisis, debido a los altos precios del petróleo, el aumento de las tasas de interés y las presiones inflacionarias.
Tendencia que ya se ha comenzado a observar en las últimas semanas cuando las bolsas mundiales, fundamentalmente la de los países emergentes, enfrentaron la mayor caída en los mercados bursátiles desde las crisis financiera rusa de 1998, debido a una mayor incertidumbre sobre el futuro de sus economías.
Es por eso que, ante estos pronósticos, los inversores deberán decidir este año si apuestan una vez más por las economías en desarrollo, a cambio de la promesa de obtener rendimiento más jugoso por sus capitales.
- 23 de julio, 2015
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