Los socialistas y el lucro
El lucro les gusta, siempre que sea el suyo. Lo que no les gusta es la libertad. Lenin, su mentor y maestro, decía: «Libertad, ¿para qué?».
No vengan con que deben controlar a la educación particular pagada o subvencionada porque «no les gusta el lucro». Si el lucro les gusta, siempre que sea el suyo. Lo que no les gusta es la libertad. Lenin, su mentor y maestro, decía: «Libertad, ¿para qué?».
Es por apego al lucro que más de dos billones de pesos (un billón es un millón de millones) gastados al año en educación pública no consiguen mejorarla, pues la plata no va a educar bien, sino a burocracia. En 1990 gastaban medio billón. Ahora, cuatro veces más. Pero en la prue-ba Timss internacional 2003, Chile quedó en el lugar 41, entre 46 paí-ses. Sólo superó a Filipinas, Botswana, Arabia Saudita, Ghana y Sudáfrica. ¿Y saben qué solución ha encontrado el Gobierno para eso? Salirse de la prueba Timss.
Tras deshacerse del termóme-tro, quieren terminar con la liber-tad de enseñanza, porque ésta los obliga a compararse con ella. Pues, en el ejercicio de dicha libertad, la educación particular pagada consigue rendimientos parecidos a los de Norteamérica y Europa, y los socialistas no quieren que la gente se dé cuenta de eso. Ni de que si a las familias pobres les dieran vales para educación y libertad para elegir los colegios de sus hijos, éstos también obtendrían buenos resultados. Con los dos billones malgastados hoy, los pobres podrían mandar a sus hijos a los mejores colegios. Pero, claro, la clientela electoral se quedaría sin la «plata dulce».
Siguiendo con lo del lucro, la semana pasada prometí datos sobre el dinero que se ha asignado a sí misma la extrema izquierda. Ella, para estos efectos, es una sola, y no «intra» y «extra» Concertación. Pues el eje socialista-comunista asumió la vía armada en los años 60, la practicó en los 70 y 80, y fue derrotada por los militares, a petición de los demócratas (ver «Acta Rivera», en que Frei Montalva les pide usar sus bayonetas, y el Acuerdo de la Cámara de Diputados de 23 de agosto de 1973, convocándolos). Pero, hoy, ese extremismo armado de izquierda y su entorno reciben millonarias indemnizaciones. Los militares, que ganaron la guerra no provocada y salvaron a Chile, sufren persecución, procesamientos ilegales y hasta cadenas perpetuas. Porque los norteamericanos pueden matar a Al Zarqawi, o Israel eliminar terroristas de Hamas, y nadie dice nada, pero los militares chilenos que hicieron lo mismo «cometieron crímenes de lesa humanidad».
El año pasado, todas las «víctimas» del sesgado Informe Rettig, del amañado Informe Valech, más los «exonerados políticos», y sus familiares, recibieron 113 mil millones de pesos («El Mercurio», 05.04.06). Gozan de educación y salud gratuitas. Los pobres de Chile miran a la guerrilla y sus herederos con envidia, porque tienen preferencia en los consultorios y beneficios de que ellos carecen, como atención de la salud mental (programa PRAIS). Más pensiones de mayor monto (hasta de un millón de pesos al mes.)
Y la guinda de la torta fue un «bono» de 10 millones de pesos que cobraron cuatro mil deudos de «víctimas». La publicación de «El Mercurio» cita entre los beneficiarios a lo más granado del Ejecutivo y del Congreso. Me abstengo de dar nombres, para no amenazar la institucionalidad.
Los receptores de todos esos variados pagos eran seis mil hace 10 años. Ahora suman más de 70 mil. Ya han cobrado algo así como medio billón (sí, leyó bien, «billón») de pesos y el valor actualizado de todo lo que recibirán a futuro es largo más de otro billón de pesos.
¡Entonces, por favor, no nos hablen más contra el lucro!
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