Algo de historia…

Por Rómulo López Sabando
El Expreso de Guayaquil

La responsabilidad, el honor, el esfuerzo intelectual, la honestidad, la honradez, el respeto al derecho ajeno, la dignidad, la vergüenza, el amor propio, los valores éticos, en suma, “son cosas de giles”, fue la reflexión que me hizo, hace pocos días, un avispado sujeto. Es un reconocido “político”.

Coincidía con otro exitoso “amigo”, también político, a quien he ayudado en varias ocasiones, (sin nunca recibir gratitud ni reciprocidad de su parte). “Tú no eres práctico, me dijo. Eres un filósofo. No sabes conjugar los verbos…..” . Terrible, no ?

En el campo electoral, algunos “sin trabajo” y subempleados se identifican con los candidatos “partidarios de los pobres” que les ofrecen empleos. O sacarlos de la pobreza con dádivas y programas, (generadores de inflación y endeudamientos). El que más promete gana las elecciones. Es el populismo vivo. Es el reparto del “mapa del Estado”. Es la corrupción bajo contrato.

Y esto resulta del “régimen democrático”, nacido en 1978, bajo el plan más recesivo y macabro en la historia política y económica, que cumple 28 años de cruel vigencia. Después de dos años de dictadura civil y seis de dictadura militar, dilapidación de los ingresos del petróleo (1970-78) y atropellos a los derechos humanos, el plan trastornó la vida de millones, se crearon cientos de “nuevos ricos”, se generalizó la pobreza, se radicalizaron las diferencias sociales mientras la rampante corrupción campea como el arquetipo ético para sobrevivir y modelar a las nuevas generaciones.

En este “régimen democrático”, el petróleo, como herramienta de deterioro moral, supera a las aduanas, tradicional instrumento de perversión y enriquecimiento ilícito de origen feudal y fuente inagotable de privilegios, contrarios a la iniciativa, la creatividad, la competencia y el juego limpio y que sigue vigente desde hace 500 años. El contrabando y la defraudación fiscal son “políticas de Estado”, a partir del reparto como “troncha política” (1982) entre el Ejecutivo y ciertos diputados.

Miles de millones de dólares derivados de la explotación petrolera y cantidades similares o superiores, provenientes del “endeudamiento agresivo” instaurado por los mismos militares y sus asesores (1972-1978) fueron devorados por el fisco y sus beneficiarios. El frenesí y la obsesión fiscal, por quitarle los dineros de su trabajo a los ciudadanos, instrumentan la evasión, la trampa, la extorsión, el cohecho, mientras halagan la vanidad y bolsillos de los recaudadores.

Superada la “pelea de los compadres militares” (1976), conocida como la “batalla de la funeraria”, el festín del petróleo impuso “el perdón y olvido” (1978), como condición para “permitir el retorno a la democracia”. Decenas de “civiles”, asesores de los dictadores, les “dieron haciendo la reestructuración jurídica del Estado”, con dos versiones, para imponer a sangre (Abdón Calderón incluido), fuegos fatuos y plebiscito, un mamotreto de Constitución y tres herramientas de despojo de la individualidad y de los derechos humanos, que destruyen la unión nacional e impiden la vigencia de las autonomías y la paz social: a) la Cuenta Única del Tesoro Nacional, b) la Ley de Partidos Políticos y c) la Ley de Elecciones. Y en 1994, la aprobación de la Ley de Instituciones Financieras, dinamizó la gran crisis bancaria, financiera y productiva que se mentalizó y venía fraguando desde 1979.

Millones de personas huyen del Ecuador. Muchos se suicidan. Decenas de miles se empobrecen y las “políticas públicas” estimulan conductas inmorales. Algunos actores de la política, en el marco de las leyes de la corrupción, antes citadas, golpean con la izquierda, comen con la derecha y “negocian” los privilegios y monopolios “por la izquierda”. No pocos de los que antes eran “los pobres”, con sus discursos “de izquierda” se convirtieron en los “ricos” que, ahora, repiten que “somos de menor desarrollo relativo” y que si no nos conceden el Aptdea, y no se aprueba el TLC, adviene el cataclismo económico.

Por cuerda paralela, los “círculos de la miseria”, desempleo, delitos, perversiones sexuales, deterioro de la oferta, aumento demencial del gasto improductivo del Estado, devaluación del dólar, inseguridad física, jurídica y pérdida de la confianza y de la paz ciudadana , siguen haciendo algo de historia…