Qué pasaría si un argentino recaudara en Suiza
La Nacion
En épocas de secuestro de autos y televisores de plasma y récords de recaudación, no deja de extrañar cuán diferente puede ser la política en esta materia en otros países, donde el objetivo de recaudación se alcanza más por voluntad de los contribuyentes que por su persecución como criminales. Es lo que analizan Lars Feld, de la Universidad Philipps, de Marburg, y Bruno Frey, de la Universidad de Zurich, en un trabajo referido a la experiencia suiza ("Tax evasion in Switzerland: the roles of deterrence and tax morale", Center for Research in Economics, Management and the Arts, WP 13, 2006).
Según el modelo clásico, basado en la teoría del crimen de Gary Becker, el porcentaje de evasión dependería del monto del impuesto por evadir, la probabilidad de ser detectado y la magnitud de la pena a los que sean atrapados. Esta visión encuentra dificultades para explicar por qué la gente es honesta y paga sus impuestos en vistas de las bajas penalidades e intensidad de los controles en muchos países, particularmente en Suiza.
Según los autores, el cumplimiento de las obligaciones fiscales es el resultado de un contrato fiscal psicológico que explica la moral impositiva como una complicada interacción entre contribuyentes y autoridades fiscales estableciendo un intercambio recíproco y justo. Esa relación contractual implica deberes y derechos para ambos.
El primer lugar de esta relación lo ocupan los servicios públicos que el gobierno provee a cambio de impuestos cobrados: si los "precios" de esos servicios son considerados muy altos para lo que se recibe, se generaría una justificación para evadirlos. En segundo lugar, los ciudadanos pueden percibir que sus pagos son contribuciones al "bien común" y estar dispuestos a pagar aunque no reciban en servicios el equivalente de lo que pagan. Tercero, es muy importante la forma en que la oficina recaudadora los trata: con mutuo respeto y honestidad. Si las autoridades tratan a los contribuyentes como inferiores en una escala jerárquica el contrato es violado.
La cultura impositiva suiza en la actualidad está formada por cinco elementos principales:
1.- El impuesto a las ganancias individuales y de empresas no se recauda en la fuente sino sobre la base de autoevaluaciones individuales. Solamente cuando un individuo no presenta su declaración la autoridad estima sus ingresos y bienes.
2.- Los contribuyentes son muy conscientes del intercambio de impuestos por servicios públicos. Un impuesto voluntario en el cantón de Glarus permitió financiar la educación por mucho tiempo, pero otro para redistribuir ingresos en el cantón de Appenzell no prosperó y fue transformado en obligatorio, se ve que la gente no lo consideraba oportuno.
3.- En la mayoría de los casos las leyes fiscales tienen que ser aprobadas por los ciudadanos en referendos obligatorios. En los cantones con mayor democracia directa los servicios públicos están más alineados con lo que la gente quiere y esto, a su vez, reduce la evasión fiscal.
4.- El incremento en medidas de control se acompaña con incentivos positivos. En Schafhausen se aumentaron las penas, pero se admitió que los contribuyentes tuvieran errores en sus declaraciones de hasta 4% de sus ingresos sin que esto acarreara sanciones.
5.- En algunos casos, las autoridades se apoyan en sanciones sociales. En el siglo XIX distintos cantones publicaban registros donde figuraban los impuestos pagados por cada ciudadano. Los evasores tenían prohibido entrar en los bares y restaurantes por cinco años. Sus nombres se publicaban en los locales de toda el área.
Todo esto, según Feld y Frey configura una cultura fiscal de respeto al contribuyente, y buen trato. Incluso la autoridad fiscal envía cheques de devolución para los que se equivocaron y declararon más de lo que debían. Por otro lado, cuando encuentran una declaración menor, llaman al contribuyente asumiendo que es un error, no la intención de evadir.
En cuanto a la participación política, los autores señalan que cuanto mayor es la participación en las decisiones cantonales por medio de la democracia directa, menor es la evasión y con mayor respeto tratan las autoridades fiscales a los contribuyentes.
En fin, el lector puede pensar cuán ridículo parece considerar esto para un país como el nuestro, pero no es ése el punto principal sino pensar en cómo llegaron a una situación como ésa: ¿fueron años de persecución fiscal hasta que aprendieron o fueron años de mucha participación y respeto?
El autor es rector de Eseade
- 28 de diciembre, 2009
- 10 de abril, 2013
- 8 de junio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
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