Latinoamérica y la FED
A finales de junio, una vez más la Reserva Federal estadounidense (FED) decidió subir las tasas de interés y eso nunca es buena noticia para América Latina.
Mucho más cuando la FED ya ha aumentado las tasas diecisiete veces consecutivas a 5,25% -su nivel más alto en cinco años- en un intento por ponerle un freno a las presiones inflacionarias, y nada indica que, por lo menos por ahora, ésta sea la última subida que el presidente de la autoridad monetaria, Ben Bernanke, tenga marcada en su agenda.
La inmediata reacción fue una venta masiva de acciones en los mercados globales durante las últimas semanas.
Los analistas temen que unas tasas más altas puedan detener la expansión económica estadounidense, derrumbar el consumo y ponerle un alto a la burbuja del mercado inmobiliario. Y, por ende, contagiarle el coletazo recesivo a la economía mundial.
Pero ¿por qué importa en Latinoamérica si la FED aumenta o baja las tasas?
La respuesta es muy sencilla. La tasa de interés de los fondos federales de Estados Unidos son un marco de referencia mundial, y sus alzas y bajas se reflejan rápidamente en los restantes tipos de interés del mundo.
¿Cómo impacta?
Cuando Estados Unidos incrementa las tasas, uno de los ejemplos más claros de los impactos sobre las economías de América Latina es el aumento del pago de la deuda externa a tasa variable.
En pocas palabras, lo que esta suba acarrea es que cada día se haga más difícil cumplir con las obligaciones económicas que tenga el país con el exterior.
Algo que, si no se tienen las reservas necesarias, se podría traducir fácilmente en un ajuste de cinturón -donde los rubros más afectados son en general la salud y la educación-, para pagar las deudas.
Al mismo tiempo, con la suba en los tipos de interés estadounidenses se reduce también la posibilidad de que un país, cualquiera que sea en Latinoamérica, coloque títulos de deuda a tasa fija en términos favorables.
La razón es muy clara. Los activos estadounidenses lucirán más atractivos para los inversores. Estos pagan mejores tasas y ofrecen menor riesgo.
Para competir, los países de la región deberán compensar mejor a los inversores (pagar mayores intereses), algo que se hace difícil cuando se habla del decimoséptimo aumento en las tasas de EE.UU.
Esto también puede afectar al sector privado ya que se le dificulta el acceso al crédito, lo que podría traducirse en un menor nivel de actividad en la región.
Ante este panorama, la inquietud que flota en el aire es si Latinoamérica será capaz ésta vez de resistir el ventarrón y no repetir el escenario de finales de los noventa cuando las crisis financieras en la región estuvieron al orden del día.
¿Está preparada?
Hoy, la coyuntura económica indica que el futuro se ve auspicioso para Latinoamérica.
Primero es importante notar que, hasta el momento, la región ha sabido llevar bien puestas las riendas de la economía pese a las previas 16 subidas consecutivas en las tasas de interés en Estados Unidos.
A diferencia de la coyuntura de finales de los noventa, la mayoría de los países de la región presentan hoy fortaleza macroeconómica, es decir, superávit fiscal (los gastos son menores que los ingresos), un crecimiento sólido y los principales indicadores económicos en regla (inflación, empleo, etc.).
Otro punto a favor es que los precios de los precios de las materias primas o commodities -principales rubros de exportación en la región- están en alza en los mercados internacionales, y que se prevé que la demanda de China por estos productos continuará siendo como hasta ahora abultada, al menos por un buen tiempo.
No se puede negar que existen diferencias internas. Países como México y los andinos son altamente dependientes de las exportaciones a Estados Unidos, Brasil mantienen un alto nivel de endeudamiento, mientras que Argentina, Chile y Venezuela aparecen en una posición privilegiada -este último gracias a las ganancias por el petróleo.
Sin embargo, nada que preocupe o que pueda empañar los pronósticos de crecimiento para este año.
En pocas palabras, el impacto de las mayores tasas de interés estadounidenses y los temores a una recesión en esa economía, sólo se harán sentir levemente en los mercados financieros, y no en los bolsillos de la gente común.
Lo que hace prever que Latinoamérica podrá resistir sin problemas el ventarrón estadounidense.
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