Carlos Alberto Montaner: «Caracas se estremecerá con la muerte de Castro»
El escritor cubano en el exilio dice que el presidente «Chávez quedará en el mayor desamparo político y se convertirá en un factor de división entre los dos países» porque en su país nadie quiere al líder venezolano.
Con más de dos tercios de su vida en el exilio el escritor, periodista y político cubano Carlos Alberto Montaner se atreve a señalar que en Cuba se impondrá, «cuando llegue la hora de la libertad, una democracia sosegada y próspera que en el curso de una generación puede situarse, junto con Chile, a la cabeza de la América Latina con los instrumentos de las libertades política y económica».
Reconoce su deseo de participar activamente en la reconstrucción del país y no cree que bajo la oferta de ayuda para la transición, formulada por el gobierno de George Bush, se oculten designios imperialistas: «La peor pesadilla de un presidente norteamericano es la anexión de Cuba: a los tres días el 90% de la población cubana estaría instalada en Estados Unidos». A su juicio, «estamos ante una generosa promesa de ayuda que los cubanos pueden aceptar o rechazar en caso de que elijan la libertad y el cambio». Sólo que ese cambio depende algo que no ha ocurrido.
_¿No resulta una añagaza más lo de la muerte inminente de Fidel Castro para testear las reacciones que provoque el anuncio en Venezuela, Estados Unidos y Cuba?
_Periódicamente se anuncia la muerte de Fidel Castro porque es una noticia ansiosamente esperada por todo el mundo (incluidos sus partidarios, que son los que más ansiedad padecen) y surgen indicios que apuntan en esa dirección. Como va a cumplir 80 años dentro de unos días, ha sufrido varias isquemias cerebrales y muestra síntomas de decrepitud, es predecible que muera a corto plazo o que quede totalmente incapacitado.
_Tomando en cuenta que quien manda es él, ¿no resulta lo más probable que sea el mismo Castro quien echa a rodar esos rumores?
_Evidentemente el propio Fidel es culpable de los rumores sobre su salud. Es obvio que está intentando organizar el poscastrismo a marcha forzada y actúa así porque presiente su muerte. Aplasta a los reformistas, expulsa empresas extranjeras, persigue con más saña que nunca a los demócratas de la oposición y obliga a su hermano Raúl a decir públicamente, en un discurso leído, que tras la muerte del máximo líder también desaparecerá el liderazgo caudillista y el partido será el que gobierne. En ese discurso, por cierto, ante los altos mandos del Ejército, Raúl utilizó chaleco y gorra blindados.
_¿A qué atribuyes el regreso a las posturas más intolerantes?
_Con el proceso de reestalinización del partido Castro quiere evitar cualquier veleidad reformista dentro de sus filas. Hoy sus peores enemigos no son los disidentes, pues los tiene férreamente controlados, sino los revolucionarios que desean cambios. Sin embargo, cuando muera, tras unos funerales impresionantes en los que no faltarán escenas de histeria como las que vimos cuando murió Kin Il Sung, comenzará un dificilísimo reajuste en la cúpula de poder.
_¿Cómo vislumbras la transición? ¿Se producirá una rebelión popular para dar al traste con el régimen de manera definitiva? ¿Operará la sucesión tal cual la ha previsto Castro, dirección colegiada del Buró Central del PCC, o se impondrá la camarilla militar de su hermano Raúl?
_En un primer momento Raúl Castro heredará la autoridad, pero probablemente de forma dividida, como se ensayó en la URSS tras la muerte de Stalin. Un personaje como el canciller Felipe Pérez Roque, que se presenta como un clon del comandante y jura que no tiene otras ideas que las de su jefe, jugará el papel de cabeza política, Carlos Lage seguirá siendo el atribulado administrador del manicomio y Raúl Castro mantendrá el control de las Fuerzas Armadas y del Ministerio del Interior por medio del general Colomé Ibarra, un compinche tan íntimo de Raúl que hasta han pactado que los entierren juntos muy cerca de la tumba de Antonio Maceo, un héroe de la guerra de independencia de Cuba muerto en 1896.
_Es decir, seguirá todo igual, pero sin Fidel.
_No, porque esa dirección colegiada durará poco. Ahí existen los elementos clave para que el sistema se disuelva. La
cúpula dirigente está desmoralizada y la sociedad se siente abrumadoramente desencantada con el colectivismo y la dictadura. Después de medio siglo de fracasos, miseria y racionamiento, hay que ser un idiota profundo para creer que algún día mejorará la situación.
_¿Estás hablando de una revuelta popular?
_Los cubanos saben que el de Castro es el peor gobierno de la historia de su país. Tras casi cincuenta años se han agravado todos los problemas: la alimentación, el transporte, la vivienda, el agua, la electricidad. Las dictaduras suelen ser una muy condenable desgracia, pero al menos mejoran las condiciones materiales de vida de los pueblos. Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez fueron brutales, pero la Venezuela que dejaron en el orden material era mejor que la que recibieron. Castro, después de una feroz dictadura, les legará a los cubanos una pocilga sembrada de calabozos y una sociedad horrorizada por la pobreza. Es un caso único en la historia universal de la mano dura.
_Partiendo de la influencia decisiva que ha jugado Fidel Castro en la consolidación del proyecto político de Hugo Chávez, ¿de qué manera afectaría su muerte el objetivo de avanzar hacia la consolidación de un régimen totalitario?
_Los coletazos de la muerte de Castro no sólo se sentirán en La Habana. Caracas también se estremecerá. Chávez
quedará en el mayor desamparo político y se convertirá en un factor de división entre los dos países. Castro y Chávez sueñan con federar a los dos países, pero tienen miedo a la reacción en ambas naciones.
_¿Federarlas para que Chávez herede el poder y gobierne esa supuesta federación?
_En diciembre pasado el vicepresidente cubano Carlos Lage dijo en Caracas que Cuba tenía dos presidentes, Castro y Chávez. Era un globo sonda, mas el experimento no salió bien. Era una manera de ungir a Chávez como heredero de Castro. Pero los cubanos no quieren a Chávez. Los del poder, porque lo perciben como un tipo nada confiable que irresponsablemente intenta volver a la atmósfera aventurera e intervencionista de los años de la Guerra Fría, que tantos muertos y sacrificios provocaron en la isla. Los cubanos del poder más sensatos sintieron alivio cuando desapareció la URSS porque al menos se acababan las aventuras del «internacionalismo revolucionario» que los llevaron a pelear quince años en sangrientas guerras africanas.
_Pero el pueblo cubano debe sentir agradecimiento porque su nivel de vida ha mejorado gracias a la ayuda de Chávez.
_Los cubanos de a pie tampoco quieren a Chávez porque sienten un gran resentimiento ante el trato que obtienen los venezolanos que van a la isla para recibir atención médica o adiestramiento político y paramilitar. Esos venezolanos, gracias a sus privilegios, colaboran con el humillante apartheid que sufren los cubanos de base, aquellos apartados de la vida muelle que disfruta la clase dirigente.
_Sólo que muchos venezolanos sienten que los cubanos y Fidel Castro son quienes mandan en Venezuela.
_Con toda razón los venezolanos ven al Gobierno cubano como una insaciable sanguijuela, empeñado en mantener un sistema totalmente improductivo, que sólo puede subsistir por medio de la caridad venezolana, que hoy asciende a miles de millones de dólares. Ser una colonia es siempre incómodo, pero ser una colonia de una fracasada dictadura bananera del Tercer Mundo es un insulto. Los venezolanos, incluso los chavistas, no entienden por qué tienen que pagar esa enorme factura cuando el 60% de su sociedad es terriblemente pobre. Castro y Chávez han celebrado un matrimonio a escondidas que mortifica tremendamente a las dos familias. Todos, menos ellos dos, se sienten estafados. Para Venezuela y para Cuba ese matrimonio es una desgracia terrible.
El mesianismo y su sistema de dogmas
_¿Tiene Chávez lo que hay que tener para convertirse en el heredero de Castro en el Continente y en el mundo? ¿O después de la muerte física del padre vendrá la política de su hijo?
_Castro y Chávez, que son dos tipos mesiánicos y narcisistas muy parecidos, han llegado a varias conclusiones que despliegan como si fueran partes de un gran sistema de dogmas. Creen que ellos han revivido al marxismo bajo la etiqueta de socialismo del siglo XXI. Creen que, tras la traición de la URSS y la muerte del comunismo en Europa, a ellos dos, y a Cuba y a Venezuela, les corresponde la tarea de llevar adelante la revolución planetaria. Son el Moscú del siglo XXI. Creen que esta vez la revolución comienza en América Latina y el procedimiento para llevarla a cabo en los tiempos actuales es el modelo venezolano: llegar al poder por medio de procedimientos democráticos y, una vez instalados en el puente de mando, desmontar los mecanismos republicanos de límites y controles a la autoridad del Estado hasta construir una dictadura vertical legitimada en las urnas de manera fraudulenta.
_¿Es posible globalizar ese sistema político en las narices de Estados Unidos?
_Ellos creen que ese es el enemigo a batir y que la forma de lograrlo es con una alianza internacional de gobiernos afines como el iraní, el norcoreano, el sirio, y, últimamente, el boliviano. O con organizaciones terroristas como Hamas, la ETA o Hezbolá. Creen que con los petrodólares pueden inclinar al Mercosur en esa dirección, y están dispuestos a otorgar cualquier subsidio para reclutar gobiernos adeptos. La tesis de ellos se parece a la de Trotski: el socialismo del siglo XXI no puede subsistir en uno o dos países. Para prevalecer debe triunfar a escala planetaria. Pronto revivirán el cadáver de los no-alineados para seguir jugando a la revolución.
_El asunto es si podrán.
_El tosco antiamericanismo de Chávez (aprendido de Castro) forma parte de una estrategia de supervivencia. Castro y Chávez, como el loco norcoreano Kim Jong-Il, están convencidos de que se gobierna mediante la pelea constante. Para ellos gobernar es crear crisis artificiales, movilizar a sus partidarios y luego solucionarlas. Están en la provocación constante, como la carta de Hugo Chávez a Ilich Ramírez, el Chacal. No son líderes, son cheerleaderes. No son estadistas, sino camorristas. Son showman como los Tres Chiflados, aquellos personajes del cine que hacían reír a bofetadas. Suponen, como Mussolini, que gobernar es entretener a las masas y creen que si despiertan la hostilidad de un enemigo poderoso lograrán galvanizar a sus partidarios tras un discurso nacionalista.
«Cuba no será anexada a EEUU»
«La única paradójica ventaja que le deja la revolución a Cuba es el surgimiento de una rica provincia en el exterior, fundamentalmente instalada en EEUU, que potenciará un desarrollo espectacular de la isla cuando llegue la hora de la libertad. Los cubanos no son víctimas del «establishment» norteamericano, sino forman parte de él y tienen voz y voto en la formulación de la política cubana. Hay dos senadores y cuatro congresistas cubanoamericanos con peso político decisivo en la Florida, un estado clave. Quien anunció el plan de ayuda norteamericana a la transición hacia la democracia fue un exiliado cubanoamericano, Carlos Gutiérrez, secretario de Comercio en el gabinete de Bush. Por primera vez en la historia de las relaciones entre ambos países la Casa Blanca formula su política cubana considerando las opiniones de la poderosa minoría procedente de la isla. Señalar pretensiones anexionistas en la política norteamericana hacia Cuba es ignorar la realidad social y política de EEUU».
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