El colonialismo religioso de Arabia Saudí
Por Mira Milosevich
ABC
LA noticia de que Arabia Saudí intenta comprar un colegio en Madrid para establecer una escuela islámica preocupa a los españoles más escépticos respecto a las virtudes de la Alianza de Civilizaciones.
Una escuela de ese tipo difundiría el wahabismo, que no es sólo la interpretación radical del islam que constituye el fundamento de la legitimación religiosa del Estado saudí (1932), sino, junto con el salafismo, la fuente principal de inspiración y justificación de los actos terroristas islámicos a lo largo y ancho del planeta. Hasta ahora, en Europa, se ha tenido la certeza de que las mezquitas dirigidas por imanes importados de los países árabes suministran el combustible ideológico a los terroristas en los territorios de la UE. Por ejemplo, en el Reino Unido sólo treinta imanes han sido formados en madrasas o universidades británicas, frente al millar largo de clérigos graduados en instituciones árabes, que ni siquiera saben hablar inglés y no creen en la supuesta compatibilidad del islam con los valores occidentales ni son capaces de enseñar nada parecido. El hecho de que la mayoría de los detenidos a raíz del intento de atentado en el aeropuerto londinense de Heathrow sean nacidos en el Reino Unido pone en cuestión la creencia de que los radicales no son musulmanes europeos, sino inmigrantes. El actual Gobierno español, tal como han hecho los de Alemania o Suecia en sus respectivos territorios, ha decidido financiar las mezquitas y evitar así que éstas acepten donaciones de los países árabes, suponiendo que el bajo sueldo de los imanes (entre 500 y 1.000 euros mensuales, en comparación con los de entre 2.000 y 4.000 euros de los pagados por árabes) es el principal motivo de la dependencia económica del clero islámico respecto a aquéllos. La apertura de escuelas islámicas en Europa implicaría un cambio importante: los imanes podrían ser formados en los idiomas europeos y transmitir más fácilmente su enseñanza. Pero el problema no se reduce a la implantación en los países de la UE de un tipo de educación islámica, por muy radical que éste sea. La inauguración de una escuela islámica en un país cuya población en su mayoría se define como cristiana forma parte de una estrategia de expansión mucho más amplia: se trata, en realidad, de una especie de colonialismo religioso que Arabia Saudí intenta implantar en todos los países exteriores al mundo islámico donde ve posibilidad de ello. La prueba es que invierte más dinero por conceptos educacionales en los países europeos que en los países musulmanes. Sus últimos encuentros culturales anuales los suele celebrar en Europa (Gibraltar, Bruselas, Budapest, Copenhague). Mantiene 210 Centros Islámicos en Europa, EE.UU., Asia y África, así como más de 1.500 monumentos en Europa y EE.UU. que tienen importancia para la cultura musulmana.
No sabemos con exactitud el número de mezquitas que reciben su ayuda económica. Fuera de sus fronteras, las instituciones saudíes académicas de mayor prestigio se encuentran en EE.UU., que supuestamente es el símbolo del mal para el wahabismo: la Academia Islámica Saudí (AIS), con sede en Washington D.C., y el Instituto para las Ciencias Islámicas Árabes en Fairfax, Virginia. Entre los años 1984-94, la AIS invirtió 27 millones de dólares en becas para estudiantes e investigadores, y ya en 1999 llegó a la cifra de 1.300 millones en este concepto. La campaña wahabí contra Occidente empezó mucho antes de los atentados terroristas en Nueva York, Madrid y Londres o las guerras en Afganistán o Irak, y con medios más sofisticados.
Después del colapso general del comunismo en la Europa del Este y los Balcanes, Arabia Saudí, a través de sus instituciones estatales (Universidades, Comité de Ayuda para la restauración del Islam en la Europa del Este, Fundación del Rey Faisal) desarrolló una actividad frenética para ayudar a los musulmanes europeos a reencontrar su fe: una desmesurada ayuda económica para la construcción de mezquitas y escuelas islámicas, formación de imanes y peregrinaciones gratuitas a los lugares santos musulmanes. La guerra en Bosnia-Herzegovina posibilitó la entrada de varios actores no-estatales en el territorio de los Balcanes, financiados por particulares saudíes que, de este modo, divulgaban las ideas del wahabismo y salafismo: miembros de varias organizaciones terroristas como Al-Qaeda, Gama´a al-Islamiyya, Jihad Islámica o diferentes ONG musulmanas que se dedicaban al blanqueo de dinero e introducción de combatientes de la red afgano-árabe. La caída del comunismo facilitó la aplicación de una estrategia sencilla para reislamizar a los musulmanes balcánicos, que, exceptuando los de Bosnia y Herzegovina, nunca antes habían tenido contacto con el islamismo radical.
Una hipotética escuela islámica en un país europeo tendría como posibles alumnos principalmente a inmigrantes musulmanes que, en lugar de formarse como ciudadanos europeos se convertirían en auténticos musulmanes, en el sentido wahabí. Sería un caldo de cultivo de terroristas que no se podría controlar como una mezquita, toda vez que se trata de una escuela. La expansión del islamismo en el Occidente entusiasma a los bienintencionados y a los que creen en la Alianza de Civilizaciones, que ven en ello un factor de enriquecimiento de nuestra cultura, pero que, en el fondo, son indiferentes ante la defensa de una identidad europea basada en valores democráticos y liberales. Esta indiferencia se nutre de un relativismo cultural y religioso donde todo (nada) vale y se ve confirmada por la deriva histórica de una sociedad donde el bienestar económico y la vida despreocupada y hedonista son los principales objetivos de la mayoría de sus miembros. Nuestro relativismo nos impide ver lo que amenaza nuestra dinámica pero frágil identidad, de la que presumimos frente al fanatismo y dogmatismo islamista. No nos debería ocultar, sin embargo, que la guerra contra el terrorismo islamista ha de ganarse también en el campo de las ideas y no sólo en el de la acción policial y militar. Para empezar, podría exigirse reciprocidad de los países islámicos como Arabia Saudí. ¿Por qué, si ellos financian mezquitas o escuelas islámicas en Europa y América, las iglesias cristianas no pueden abrir templos ni centros de enseñanza en Riyad?
Profesora e investigadora del Instituto. Universitario Ortega y Gasset
- 23 de julio, 2015
- 4 de septiembre, 2015
- 16 de junio, 2012
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