Educación del siglo XXI
Por Rómulo López Sabando
El Expreso de Guayaquil
Jóvenes frenéticos, con rostros cubiertos, odios y manos armadas, (que usan piedras y no libros, cambian el estudio por la agresión, el discurso por el dicterio, la algazara contra el orden, remplazan la riña callejera por el ciberespacio y la revuelta por la revolución), derrumban su destino familiar y destruyen la ciudad. Sus actos no trasuntan desarrollo humano.
Sus paradigmas, del siglo pasado, colapsan la educación y la formación en valores.
Sus prioridades, resultan ajenas a la creatividad, la innovación, la tecnología, la investigación científica, el conocimiento virtual, la fascinante “era digital”, las comunicaciones y la “economía portátil”.
Su futuro inmediato, alejado de la ciencia, la innovación, la creatividad y la reflexión, depende de la violencia y no del respeto a los valores. Ignoran aquello de que “el respeto al derecho ajeno es la paz”, expuesto por Benito Juárez. Norma y principio ético sustancial en la educación y formación en valores.
La madurez intelectual, el pensamiento lógico y ordenado, que predisponen a destrezas y habilidades para el cálculo mental, que favorece la interpretación de los conceptos abstractos y su aplicación en la vida práctica, parecería, por sus actos, que les es esquiva.
Contra lo dicho, solitarios campeones mundiales evidencian que, en Ecuador, sí hay jóvenes que, pese a estar inmersos en la pobreza absoluta y el abandono total del Estado, con esfuerzo, entusiasmo y sin violencia compiten por su bien y el de su patria. Revelan que tienen coraje, audacia, intrepidez, arrojo, brío, ímpetu, ánimo, determinación, resolución, valor, valentía, bizarría, gallardía, enjundia, atrevimiento y osadía para prepararse y trabajar, para estudiar y vencer los infortunios.
El estudio de la mente y la dinamia de la psicología y la psiquiatría, dan al hombre el cabal dominio de su entorno en la relación con sus congéneres.
El estado de Derecho, el amor, el respeto al derecho ajeno, las emociones, las pasiones, la razón y las obligaciones, son abstracciones que hacen única, viable y controvertida a la convivencia civilizada. Realidades como la vida, el honor, la honestidad, la libertad, la propiedad se sustentan en conceptos que, en el entorno de la vida animal, sólo el ser humano es capaz de sublimizar.
El hombre es instinto y razón. Es el único ser apto para dominar sus instintos y conjugarlos con su razón. Así al “instinto sexual” lo convierte en amor.
Al “instinto de sobrevivencia” lo convierte en “derecho a la vida”. Al “instinto gregario” lo transforma en “derechos de la familia y de la vida en sociedad”. Los “instintos de conservación” y “posesión” los eleva a la categoría de “derecho de propiedad”.
Paúl Forman, del Museo Nacional de Historia de Washington DC Estados Unidos, dijo que pronto será posible la “reparación continua” del cuerpo humano, mediante la investigación molecular. Pondera a la “Nanociencia” y a la “nanotecnología”, que derivan del prefijo griego “nano” que significa mil millones.
Diez mil veces más delgado que un cabello humano, pero más grande que un átomo. Un nanómetro es la unidad de medida de la Nanotecnología, que permite fabricar cosas a escala nanométrica equivalentes a la millonésima parte de un milímetro o la billonésima parte de un metro”, dijo.
Ahora la prioridad, en la educación, es la nanotecnología. Con la “nanotecnología” se fabricarán materiales y máquinas para reordenar átomos y moléculas. Ciencia, nanotecnología e investigación tecnológica, orientados al logro de conocimientos, habilidades y procedimientos que deriven en productos de valor estratégico y bienes comerciales de incidencia social, activan la política científica y el beneficio empresarial. La física cuántica, la micro-electrónica, la inteligencia artificial, las ingenierías de materiales, la genética, la robótica, la monitorización del clima y los “modelos” sobre el funcionamiento del planeta ya dependen de “nanosensores”.
La construcción, átomo a átomo, de moléculas complejas para funciones primordiales de vida (como la insulina) la reparación del tejido cerebral, de las arterias, la médula espinal, el cristalino, oídos, órganos internos, o tumores, sin operación y hasta a control remoto, evidencian que la nanotecnología no es magia ni privilegio político o prebenda social, sino educación del siglo XXI.
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