Ecuador en peligro
Hace unos meses, publicaciones periodísticas estadounidenses y británicas escribían con asombro acerca de las elecciones para Presidente del Perú y destacaban el surgimiento de un desconocido militar izquierdista, llamado Ollanta Humala. El encabezado del artículo del 15 de Diciembre de “The Economist” decía: “los peruanos ya lo han visto antes, un recién llegado arrebata la presidencia a experimentados rivales políticos”.
Adelante, su máquina TiVo y lo mismo puede decirse de las elecciones del domingo en Ecuador. Hay algunas diferencias. En Perú, las encuestas reflejaban momento a momento las percepciones de la opinión pública durante la campaña política. La ley electoral ecuatoriana prohíbe la divulgación de sondeos en las semanas previas al día de los comicios.
Las última encuesta pública data del 25 de septiembre. Es casi una copia al carbón de lo que pasó en Perú hace algunos meses. Rafael Correa, un político neófito, y fanático férreo de Hugo Chávez, encabezaba el grupo de aspirantes. La encuesta causó asombro y estremecimiento entre las clases media y alta de Ecuador, preocupó a Wall Street y puso nuevamente en tres y dos al gobierno norteamericano.
Conforme a la encuesta, Correa había ascendido de un cuarto lugar en otros sondeos, hasta llegar al primer lugar con el 26.4 % del voto en una elección con 13 candidatos. Su adversario más serio es León Roldós, un candidato de centro izquierda con un discurso político más tradicional. El hermano del desaparecido ex Presidente Jaime Roldós Aguilera captaba 19.5 %.
Tal como en el caso de Perú, los resultados de las elecciones del domingo pueden desembocar de dos maneras. O bien el crecimiento de Correa ha continuado de manera imparable en las últimas semanas y gana con una clara mayoría, o tendrá que ir a una segunda vuelta. En Ecuador, para ganar en la primera vuelta, el candidato debe lograr el 50 % más uno de los votos, o al menos 40 % con una diferencia del 10% sobre su rival más cercano.
Muchos periodistas y analistas políticos están preocupados de que Correa pueda lograr lo que Omala no pudo en Perú. Si es así, el eje de poder de la nueva izquierda radical de América Latina tendrá un nuevo aliado. Correa no disimula lo mucho que admira a Chávez y ha anticipado que le gustaría hacer en Ecuador lo que Castro hizo en Cuba o lo que Evo Morales está tratando de conseguir en Bolivia.
Durante su campaña, Correa ha dicho que:
• Revisará los contratos con empresas petroleras extranjeras para otorgar al país un mayor porcentaje de ingresos por la explotación de sus reservas.
• Abandonará el dólar como la divisa oficial del país, pese a que su adopción ha traído consigo estabilidad en los precios.
• No prorrogará el permiso de funcionamiento de la base militar norteamericana en Manta, cuando el tratado expire en 2009. Solamente permitiría tal cosa, si Estados Unidos autoriza el establecimiento militar de una base ecuatoriana en Miami. La base de Manta es utilizada para efectuar operativos de reconocimiento y control de narcotráfico en los países vecinos.
• Echará a la basura cualquier acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
• Declarará una moratoria en el pago de la deuda externa.
• Convocará a una Asamblea Constituyente para disolver el Congreso, lo que equivale a darse poder suficiente como para gobernar sin oposición.
• Regulará los contenidos de programas de radio y televisión. Muy parecido a lo que ha hecho Chávez en Venezuela, limitando así la influencia de los medios de comunicación sobre su gobierno.
Nadie puede negar que el ascenso de candidatos como Humala y Correa en América Latina son otra indicación del fracaso de los partidos políticos tradicionales en la región e indicativo de que la retórica caudillista vuelve a cobrar popularidad. Una buena amiga, conocedora de la política ecuatoriana, me dijo esta semana que Correa representa un serio peligro para la estabilidad del país, “aún si pierde”.
Puede ser que Correa pierda, a pesar de los montones de dinero que Chávez ha inyectado a la campaña-lo cual Correa niega con vehemencia. Su derrota estaría en las manos de un 41 por ciento del electorado que aún no ha decidido. Acaparar el 40 por ciento del voto con una diferencia del 10 por ciento sobre su más cercano competidor no es fácil en una carrera en la que intervienen 13 candidatos.
Hace cuatro años, Ecuador eligió como Presidente a un militar que, al igual que Chávez, quiso conquistar el poder con un golpe militar. Lucio Gutiérrez no terminó su mandato. Es posible que se repita la experiencia peruana, cuando una mayoría temerosa de los excesos de una izquierda radical decidió no darle una oportunidad a Humala.
Tendremos la respuesta el domingo.
Guillermo I. Martínez radica en el sur de la Florida.
- 23 de julio, 2015
- 19 de diciembre, 2024
- 29 de febrero, 2016
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