El «scoop» de Woody Allen
Woody Allen ha titulado su última película «Scoop», que en términos periodísticos se refiere a la noticia que publica un periódico antes que los demás. Scoop es la primicia, la exclusiva, el sueño de cualquier periodista para darle un «pisotón» informativo a la competencia. El deseo es tan vivo, tan apasionado, en el buen profesional, que Woody Allen lo lleva hasta el extremo de que un tenaz periodista que ha muerto, en su travesía de la laguna Estigia en la barca de Caronte, camino de la otra orilla, escucha de una compañera de viaje la clave para aclarar una serie de asesinatos que han ocurrido en Londres. El periodista abandona la barca y se lanza a comunicar desde el más allá mediante apariciones su descubrimiento para que alguien pueda recogerlo y poner en marcha la investigación.
Tan divertido y disparatado planteamiento de Woody Allen no hace sino abordar desde una original perspectiva el tema de la primicia periodística, que ha sido tantas veces tratado en el cine y la novela norteamericana.
Todos recordamos el hilarante y demoledor papel de Walter Matthau como director del «Chicago Examiner» en la película de Billy Wilder «Primera plana», y las inmorales argucias a que recurre para que Jack Lemmon entreviste antes de la ejecución al injustamente condenado Earl Williams, un pobre diablo, al que la política y la justicia, aún a sabiendas de que es inocente, consideran oportuna víctima propiciatoria en plena campaña electoral. Para redondear su feroz sátira, Wilder convierte al personaje interpretado por Walter Matthau, al jubilarse, en profesor de ética periodística. Todo lo que es divertida sátira se convierte en la más despiadada tragedia en otra película de Wilder, «El gran carnaval». Charles Tatum, un periodista encarnado por Kirk Douglas, mantiene durante semanas en una larga agonía a un pobre ciudadano de origen indio atrapado en el derrumbamiento de una mina. Tatum sabe que la víctima puede ser rescatada fácilmente, pero urde una larga operación de salvamento que contempla horadar una roca a fin de mantener su scoop periodístico. Es uno de los más duros filmes de la historia del cine, rechazado por la sensibilidad de muchos espectadores.
La más famosa exclusiva periodística de los últimos tiempos fue la que mantuvieron Bob Woodward y Carl Berstein durante casi dos años, entre 1972 y 1974, sobre la responsabilidad de Richard Nixon en el allanamiento de las oficinas del partido demócrata en el edificio de Watergate, y que se saldó finalmente con la dimisión del presidente norteamericano y el encarcelamiento de Haldeman, jefe de personal de la Casa Blanca, y de Ehrlichman, consejero presidencial. Durante treinta y tres años, los dos periodistas mantuvieron en secreto el nombre de la «garganta profunda» que orientó sus investigaciones, y que no era otro que el número dos del FBI, Mark Felt, con quien se entrevistaban en un aparcamiento público.
La identidad de «garganta profunda» fue uno de los misterios mejor guardados de todos los tiempos, por encima incluso al de los infiltrados Papeles del Pentágono con que «The New York Times» se enfrentó al gobierno.
Precisamente el «Times» de Nueva York tuvo en su día, años antes, la información de que John Kennedy preparaba la invasión de Cuba en Bahía Cochinos. El gran rotativo, dirigido entonces por Orvil Dryfoos, sucesor de Arthur Sukzberger, prefirió, inspirado por James Reston, minimizar la noticia para no poner en peligro la vida de los que iban a participar en la operación. Después, y a la vista del fracaso del desembarco, se arrepintieron de su prudencia. Si se hubiera publicado como noticia de primera, quizás la invasión se habría anulado y, con ello, evitado el desastre y muchas muertes.
Scoop periodístico, la noticia y su imagen, ha llevado a la muerte, a lo largo de la historia, a miles de periodistas en guerras y revoluciones en los cinco continentes. Otros, como Anna Politkóvskaya, recientemente asesinada en Rusia, por haberse enfrentado al poder político. Cualquiera de ellos, como en la historia de Woody Allen, habría también saltado de la barca de Caronte para comunicar desde el más allá la información por la que habían muerto.
- 23 de julio, 2015
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