El día en que Bélgica dejó de existir
PARIS – Hace pocas semanas, Bélgica dejó de existir. Fue luego de una declaración unilateral del Parlamento flamenco. Hubo lágrimas, llantos, desilusión como también estallidos de alegría. En Bruselas, delante del Palacio Real, se pudo ver a un puñado de manifestantes fieles a la Corona mostrando su adhesión al reino. Alberto II había abdicado poco antes, resignando su gobierno, luego de la abrupta decisión flamenca. La televisión mostró al monarca en una base militar, cuando abordaba, en la penumbra, junto a la reina Paola, un avión que lo llevaría a Kinshasa, ex capital del Congo belga.
A los más ancianos, esta imagen les recordó aquella época convulsionada que terminó con la abdicación de Leopoldo III -en favor de su hijo Balduino-, en que la capacidad del rey para garantizar la unidad se había puesto en duda, además de otros hechos que disgustaron al pueblo durante la ocupación. Fue en 1950 y el país continuaba desgarrado por las guerras: la que Alemania había comenzado casi una década atrás, y la otra era aquella que divide desde siempre a valones y flamencos.
La televisión pública francohablante, la RTBF, anunció la tan temida -o esperada- noticia aquel miércoles 12 de diciembre. Interrumpió su programación y, en una edición especial, el presentador habitual del noticiero comenzó el relato que quedará grabado en la mente de todos los belgas, tanto flamencos como valones.
En pocos minutos, la noticia llegó a los lugares más alejados del reino, que en realidad no están muy lejos. Los trenes se detuvieron en la nueva frontera y los aviones fueron desviados hacia los aeropuertos de Lieja, Charleroi o Düsseldorf, imagen que para los belgas fue tan fuerte como la partida del rey. Es que desde el nacimiento del reino ya existía una frontera, lingüística, entre el holandés de la región flamenca, al Norte, y el francés de la región valona, al Sur. Verla transformada en una división política despertó uno de los temores más viejos del país: el fin de la unión.
Todo comenzó apenas pasadas las 8 de la noche. La separación iba a buen ritmo, cuando otra sorpresa generó esta vez la indignación del país. Con toda la seriedad y credibilidad que puede tener un presentador estrella de un país, el de la RTBF reveló que, en realidad, todo había sido una farsa.
¡Una farsa que creyó la mayoría de los valones!
Como Orson Welles en 1938, el canal de televisión preparó el proyecto BBB, acrónimo de Bye Bye Belgium , en secreto, durante dos años, y, finalmente, el engaño alcanzó su objetivo: 89% de los que estaban viendo la edición especial creyeron realmente que Bélgica dejaba de existir.
Delirante, provocadora, inaceptable, irresponsable, de mal gusto, fue lo menos que dijeron las más altas autoridades del gobierno federal. Evocar de esta manera la separación del país fue criticado por todo el arco político. Pero si la RTBF jugó así con "la estabilidad del reino", como se lo reprochó un político, es que tal escenario no se considera imposible en el futuro.
Desde el nacimiento del reino, luego de la revolución de 1830, e incluso antes, los valones y flamencos libraron una batalla de fondo sobre la influencia lingüística y, por ende, cultural de ambas comunidades sobre el Estado central. Ya durante la ocupación de Bonaparte, así como después del Congreso de Viena, en 1815, el poder dominante intentó, por medio de la lengua, imponer su cultura en las diferentes regiones. Si en un principio, y durante gran parte del siglo XIX, el francés era utilizado por las elites del país, tanto valonas como flamencas, a medida que el tiempo pasó se fue instalando cierta paridad en el uso administrativo de ambas. Hoy, a pesar de que se enseñan las dos lenguas en todas las escuelas del país, predomina la propia en la administración de cada región.
Estas batallas lingüísticas fueron acompañadas por otra administrativa, la que transformó al Estado belga en un sistema federal. Tres regiones autónomas nacieron: Flandes, Valonia y Bruselas capital, cada una con un gobierno regional y un parlamento, única manera, quizá, de preservar la unidad del reino. Esta situación hace que, inevitablemente, para formar un gobierno federal los partidos de ambas regiones están obligados a negociar. Es este punto el que preocupó a la clase política y la razón principal por la que criticaron la puesta en escena de la secesión por la televisión francohablante.
El año próximo se celebrarán elecciones legislativas. Los partidos flamencos reclaman mayores prerrogativas regionales y los valones se oponen. Esta situación podría bloquear la formación de un gobierno y el funcionamiento de las instituciones, y abriría la puerta a un debate de fondo sobre el futuro del país. A esto se suma la semilla del separatismo. En Flandes es cada vez mayor y se expresa de la mano del Vlaams Belang, partido de ultraderecha apoyado por un cuarto del electorado, que lo reivindica abiertamente y que considera a Valonia como un freno al desarrollo.
Los debates sobre las autonomías regionales no son exclusivos de Bélgica, están presentes en muchos otros países, tanto de América como de Europa, Africa o Asia. Pero en el caso belga, nunca antes fue planteado de esta manera. El tema fue lanzado sobre el tapete como se tiran los dados. Esta eventualidad de separación es una percepción tangible entre los valones. Percepción, no obstante, considerada descabellada por los flamencos, a juzgar por el artículo escrito en francés y publicado por el director del Standaard (diario de la derecha flamenca) en el cual puso de manifiesto el hastío de la vulgarización valona de las tendencias en la opinión flamenca. Una pregunta queda, sin embargo, dando vueltas y sin respuesta. ¿Aquella "voluntad", ese "consentimiento, claro y expresado de continuar la vida común", como definió la nación Ernest Renan, estará vacilando en este pequeño y joven reino?
- 23 de julio, 2015
- 4 de febrero, 2025
Artículo de blog relacionados
Por Ricardo Reilly Salaverri El País, Montevideo El gobierno actual está inspirado en...
28 de agosto, 2008Instituto von Mises Barcelona La lucha contra el socialismo real es una constante...
26 de mayo, 2022El Nuevo Herald El “Estado Islámico” tiene mucho éxito con sus mediáticas decapitaciones...
7 de diciembre, 2014Por Juan Carlos Rodrñiguez El Economista, Madrid Hay crisis, pero el oro ha...
6 de noviembre, 2008