Irak: un país ingobernable

Por Ariel Segal
Venezuela Analítica

Creado artificialmente como la mayoría de los países del siglo 20, por potencias colonialistas, Irak es el resultado de la unificación de tres provincias del Imperio Turco Otomano, entregada por los británicos al rey Faysal, hijo del protector de la Meca y monarca de Arabia, Husain Ibn Ali, en 1935.

Irak surge con el estigma de conflictos entre sunitas y chiítas -divididos desde el siglo 8 como consecuencia de un conflicto de dinastías tras la muerte del fundador del Islam, Mahoma- y de su minoría kurda aspirando a crear un Estado independiente de la población árabe. Por esta razón, no es de extrañar que la historia de esta nación sea la de la violencia institucionalizada y ejercida por sus reyes, y luego, durante el período republicano, la de dictadores del partido militar socialista Baath, quienes a sangre y fuego controlaron a sus habitantes e intentaron, por medio de mitos, ideologías y patriotismo, crear una identidad nacional.

Se puede comprender la invasión estadounidense a Irak, hace cuatro años, bajo la lógica de detener las aspiraciones del régimen chiíta fundamentalista de Irán y de grupos radicales, como Al Qaeda, con sus principales bases de operación militar y terrorista, en Afganistán y en Pakistán. A fin de cuentas, el territorio iraquí es el corredor necesario para estos fanáticos en su lucha por restaurar un imperio islamista en una península arábiga rica en petróleo.

Lo que es incomprensible es cómo estrategas políticos y militares no hicieron un plan de posguerra para evitar lo que era de esperarse que ocurriese en Irak al derrocar al único tipo de régimen que mantenía unidos a los pobladores de una nación que nunca conoció la democracia.

El gobierno de Bush dejó en bandeja de plata el desbordamiento del conflicto entre fundamentalistas sunitas -apoyados por Al Qaeda- e islamistas chiitas -aliados del régimen iraní- como principales protagonistas de la actual guerra civil, creando en Irak el epicentro actual en donde se libra la histórica batalla entre las fuerzas más radicales de estas dos ramas del Islam.