El 50 Aniversario de la Unión Europea
Por Armando Ribas
Diario Las Americas
La revista The Economist, al referirse a la conmemoración del cincuenta aniversario del nacimiento de la Unión Europea escribió: “Un club exitoso celebra su cincuenta aniversario en un estado de ánimo sombrío”. Y añade: “La Unión Europea está inmersa en una crisis de la mediana edad. El problema más grande es el económico”.
La celebración de tan magno acontecimiento se realizó en Berlín. Creo que ese acto debió haber tenido lugar en Washington, en reconocimiento de que fue la irrupción de los tanques Sherman la que permitió evitar que el mundo hoy fuese nazi o comunista por voluntad de los europeos. Al mismo tiempo la organización de la OTAN determinó que Europa terminara su triste historia de guerras permanentes y superar aparentemente sus sucesivos fracasos “democráticos”.
Todo parece indicar que se insiste en ignorar la verdadera historia europea, que ha sido envuelta en un halo de virtud filosófica, ética y política, para convertirla en el paradigma de una cultura superior que se ha denominado la civilización occidental, que más que un sustantivo constituye un juicio de valor. En su historia Europa se debatió entre el oscurantismo de la Fe (hoy remedada por ciertos elementos islámicos) y lo que me he permitido denominar el oscurantismo de la Razón surgido del Iluminismo y su parto doloroso, la Revolución Francesa.
Poco antes de su muerte ya Jean Francois Revel había tomado conciencia de esta realidad, y en su obra “La Obsesión Antiamericana” había escrito: “Son los europeos que yo sepa quienes hicieron del siglo XX el más negro de la historia… en las esferas política y moral., se entiende. Ellos fueron los que provocaron los dos cataclismos de una amplitud sin precedentes que fueron las dos guerras mundiales; fueron los que inventaron y realizaron los dos regímenes más criminales infligidos a la especie humana”. Si bien es indudable el realismo de la anterior observación, puedo decir que la misma se queda corta respecto a la historia anterior de Europa. Las guerras en la Cristiandad como se reconocía a Europa antes del siglo XV no comenzaron en el Siglo XX ni el totalitarismo con el Iluminismo racionalista y romántico. Las Cruzadas y la Inquisición reflejaron mucho antes el totalitarismo de la Fe y la criminalidad de las guerras. A ellas siguieron la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra y algo más tarde en 1618 comenzaba la Guerra de los Treinta Años, que entre las batallas, el hambre y las enfermedades eliminó cerca de la mitad de la población de Europa, particularmente de Alemania.
Por otra parte, por más que Ortega haya considerado a Inglaterra como la nurse de Europa, no es menos cierto que las Islas Británicas con anterioridad a 1688 no se diferenciaban del continente en cuanto a la arbitrariedad e intolerancia de sus gobernantes. La inquisición en Inglaterra la ejercía la Corte de la Alta Comisión, y los Tudor ignoraron la Carta Magna por más de cien años a través de la Corte de la Cámara de la Estrella. Tampoco debemos olvidar el advenimiento del Lord Protector (Cronwell) que en nombre del presbiterianismo fue el antecedente del Incorruptible (Maximiliano Robespierre) y decapitó a Carlos I.
He hecho este recuento histórico pues, como antes dije, hemos construído una doble leyenda europea que nos la hemos creído. La primera basada en la supuesta virtud de la cristiandad, no obstante que, como señala Montesquieu, los cristianos eran los que más se mataban entre ellos; y la segunda en la mitología de la Razón surgida del Iluminismo. Ya Peter Drucker en sus ‘Escritos Fundamentales’ ha definido al Iluminismo como la fuente de los totalitarismos del siglo XX y dice: “Hay una línea directa desde Rousseau hasta Hitler, una línea que incluye a Robespierre, a Marx y a Stalin. Y ya Alexander Hamilton había comprendido la realidad de Europa que pretendemos ignorar y en la Carta 11 de El Federalista escribió: “Europa se ha considerado que el resto de la humanidad ha sido creado para su beneficio” (sic).
Volviendo a la Europa de hoy, no estoy de acuerdo en considerar que en la crisis europea que señala ‘The Economist’ el mayor problema sea el económico. Este es la consecuencia del problema ideológico y político tradicional europeo: el socialismo y el nacionalismo. Como bien lo explicara el Sr Jusker de Luxemburgo cuando dijo: “todos sabemos lo que hay que hacer, lo que no sabemos es cómo ser reelegidos cuando hemos hecho lo que hay que hacer”. Evidentemente el problema es político, y no obstante que ‘The Economist’ se refiere a los sistemas políticos europeos como democracias liberales, la realidad es que allí impera Bernstein y su social democracia, es decir, la antítesis del liberalismo.
Conforme a la leyenda, se supone que mientras en Europa prevalece el socialismo democrático, que Alberdi catalogara de hipócrita, en América Latina sufrimos el populismo, etapa inferior del socialismo. Recordemos que Marx en su ensayo “El Dieciocho Brumario de Luis Napoleón” escribió: “Dice Hegel que la historia siempre se repite, pero la primera vez es tragedia, la segunda es farsa”. Y yo me atrevo a decir que nosotros somos la farsa de la tragedia histórica europea, que ahora, Unión mediante, parece tender a desaparecer.
Es verdad que Europa Occidental tiene un nivel de vida muy superior al nuestro, pero se debe tener en cuenta que este no se logró mediante el socialismo (sistema de Bienestar) sino que ha sido la creciente socialización la que ha producido la crisis a que se refiere ‘The Economist’. No existe ningún país en el mundo que se haya desarrollado mediante el socialismo, hasta Marx reconocía este hecho, más tarde ignorado por Lenín. Lo peor para nosotros de ese proceso histórico reciente, es que, más allá de la CAP (Política Agraria Comunitaria), constituye un mal ejemplo. El populismo que padecemos es el socialismo del subdesarrollo, y así son sus resultados de pobreza y arbitrariedad política en función de los supuestos derechos sociales y los intereses nacionales.
Por último, debo destacar que una vez más Fukuyama, el precursor del fin de la historia, se equivoca nuevamente al predecir que: “La Unión Europea refleja más exactamente que los Estados Unidos de hoy qué aspecto tendrá el mundo al fin de la historia” (sic). En esta nueva predicción insiste en el fin de la historia que jamás pasó por la cabeza de Hegel. Si el futuro nos depara la situación de Europa, pensemos en la crisis tal como la describe ‘The Economist’. El mundo en crisis sería el futuro. Yo por el contrario espero que los errores de Bush dejen incólume al sistema político al que le debemos la libertad.
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